martes, 24 de noviembre de 2020

"Coherencia"

Unas declaraciones de Penélope Cruz

"En mi versión de Cenicienta, cuando el príncipe dice: '¿Quieres casarte conmigo?', ella responde: 'No, gracias', porque no quiero ser una princesa. Quiero ser astronauta o chef".

"Cuando leo cuentos de hadas a mis hijos por la noche, siempre estoy cambiando los finales, siempre, siempre, siempre, siempre. Que le jodan a Cenicienta, a la Bella Durmiente y a todas las demás. Hay mucho machismo en esas historias", añade la prota de "Piratas del Caribe" (sí, de Disney).

Al mismo tiempo, Pe posa encantada, junto con Jeff Bridges, para una serie de fotos de Anne Leibovitz sobre princesas Disney, caracterizada de Bella (de única profesión conocida, señora de Bestia).

Y a eso, señores, yo lo llamo incoherencia.



miércoles, 4 de noviembre de 2020

Pleamares de la vida

Pleamares de la vida es el título de una novela de Agatha Christie. Pero en la vida de todos hay pleamares, y bajamares, de forma que lo uso por la parte que me toca. Al mismo tiempo es como un bucle, porque esta historia comienza con un plagio.

Hace años, al principio de mi etapa como profesora de instituto (que empezó en 1.991), y a la vista de mi curriculum, me pidieron que me encargara de dos grupos de una asignatura optativa que se daba en bachillerato, Cultura Clásica.

Era una asignatura de reciente introducción a los planes de entonces. Tan reciente que ni siquiera había libros de texto para ella y yo misma hice los apuntes durante el verano. Para algunos temas busqué información en internet y encontré dos artículos justo sobre el tema que necesitaba, la relación entre los juegos deportivos en Grecia y la religión. Los imprimí para leerlos más cómodamente y decidir cómo enfocar el tema y qué incluir en el vocabulario que yo proporcionaba a los alumnos con cada tema. Los dos artículos eran de muy diferente extensión. Uno ocupaba 16 folios y el otro 23. Me leí primero el más corto. Al día siguiente, en una hora libre, me senté en la sala de profesores para leer el más largo y, a medida que leía, comprobé que todo me sonaba mucho, como si lo hubiera leído antes. Aquello olía a chamusquina que tiraba para atrás. Tras una comprobación mis sospechas se se confirmaron: el artículo corto era un plagio literal del artículo más largo. La "autora" sólo había suprimido párrafos enteros para dejar los 23 folios en 16. Aquello me indignó. El artículo "corto", es decir la copia, se había publicado en una revista argentina de teología y la persona que se lo atribuía era una estudiante de periodismo. Escribí a la revista contándoles lo que había descubierto porque estaba seguro de que los responsables de la revista tampoco sabían el fraude que les habían colado, adjuntándoles la url donde podían encontrar el artículo original. Inmediatamente se puso en contacto conmigo el hijo del director de la revista. Me contaba que su padre, un señor ya bastante mayor se había llevado un disgusto mayúsculo pensando que el prestigio de la revista que dirigía quedaba en entredicho. Estaban los dos muy agradecidos por mi aviso y querían decirme que se lo habían tomado en serio,   habían eliminado de la revista en internet el texto del artículo y del índice  el nombre de la "autora" y el título del artículo y que habían suspendido sus prácticas, con una buena reprimenda, además. Entonces acudí a San Google para ver si podía localizar al autor del artículo original, que resultó ser un profesor del departamento de Filología Griega de la Universidad Complutense. Sabiendo ya donde tenía que buscar fui a la web de la Universidad  y le escribí a su correo de la Universidad,  contándole toda la peripecia. Me respondió también muy agradecido. Se daba por satisfecho con las medidas tomadas por la revista porque consideraba que habían tomado porque sabía que ellos también habían sido engañados. Pero dio un paso más. Escribió a la Universidad donde la "copiona" estudiaba periodismo, donde tomaron las medidas que consideraron oportunas. Tras el correo de agradecimiento del autor del artículo original terminó  mi contacto con esa persona.

Han pasado 29 años. Ahora estoy confinada en una butaca, y no por el virus. Echo muchísimo de menos mis clases, mis "niños" (que no son otros sino mis alumnos) y mantengo intactos mis intereses, mis temas favoritos y mi curiosidad por seguir aprendiendo. Procuro no estar ociosa. Leo mucho, veo documentales sobre muchos temas. Me distraigo escribiendo los blogs. Los blogs. En otro tiempo, me proporcionaron muchas satisfacciones. A través de ellos hice amistades muy profundas, no podéis imaginar cuánto. Hoy ¿qué me dan? Hay una faceta de mi forma de ser y es que cuando aprendo algo no puedo resistirme a compartir con otros lo que he aprendido. Eso me da muchas satisfacciones. Por eso escribo mis blogs. Saber que leéis esas cositas me da un subidón enorme. Al final, puro egoísmo, sentirme bien. Supongo que esa sensación me ayudó trabajar durante 21 años como profesora, y hubiera seguido en ello hasta jubilarme si un trombo no hubiera decidido aparcar en mi arteria carótida hace 8 años y medio. Aunque no estudié con la idea de dar clase, fui feliz como profesora. En estos últimos días he estado comunicándome con otra persona acerca de buenos y malos profesores. Y estoy convencida de que esa felicidad la notaban los alumnos. Cuando en 2.012 yo estaba recién salida del hospital los compañeros de trabajo venían muy a menudo a verme y me contaron lo siguiente:




El último centro en el que trabajé abrió cuando yo me trasladé a él. Era pequeño, sólo había Educación Secundaria Obligatoria. Para hacer Bachillerato, los alumnos debían irse a otro. Ahora ya ha crecido. Mi último curso fue también el último curso sin bachillerato. Antes de eso, a los alumnos de 4º de ESO se les hacía una despedida, con sus diplomas, sus premiecitos, su copetín y esa solemnidad que a los chiquillos les encantaba. Las niñas se ponían monísimas, estrenando vestidos y toda la parafernalia. Yo colaboraba haciendo un dvd con un montaje de fotos de todos desde  pequeños hasta la final de ESO, con su música de fondo, que se proyectaba en una pantalla enorme entre muchas risas.  Yo sufrí el ictus en la noche del 16 al 17 de junio de 2.012, y estuve 20 días hospitalizada, así que salí del hospital en julio y me perdí el final de curso. Cuando los alumnos se enteraron de lo que me había pasado, fue una delegación a ver a la directora y el portavoz preguntó con qué profesor se tenían que poner de acuerdo para el asunto de la despedida. La directora les dijo que ya no había despedida porque ya no se marchaban del instituto. Ellos insistían. Querían su despedida, aunque ya no tuviera sentido. En medio de la discusión, uno levantó la mano y soltó lo que le parecía el argumento definitivo para zanjar el tema: "Si Carmina estuviera aquí, esto no estaría pasando". Cuando me lo contaron, me emocioné. Los alumnos daban por hecho que yo, por darles gusto, me pelearía con quien fuera menester para que tuvieran su fiestecilla. En ese momento quise creer que ellos se daban cuenta de lo que yo disfrutaba con mi trabajo y que era capaz de transmitirlo en clase. 

En fin, vuelvo  a mi narración original. Un día en el que quería compartir algo y no se me ocurría qué escribir, puse un vídeo de Youtube con una canción y en los siguientes viernes seguí compartiendo vídeos con canciones que me gustaban, Después de varios viernes se me pasó. La semana siguiente decidí que mis canciones favoritas no tenían por que gustarles a todos y decidí suspenderlas, porque, además, había encontrado algo para sustituirlas.

En esas recomendaciones que te hace Youtube cuando entras en la página, encontré un tesoro. La Fundación Juan March tiene un canal en Youtube, al que suben conferencias, conciertos, recitales.... A veces son conferencias sueltas, a veces ciclos sobre un tema. En los últimos tiempos he disfrutado de varias conferencias maravillosamente interesantes. Insertaré aquí algunas. Si no os atrae la novedad. lo decís y en paz.

Estarán seleccionadas. Prometo que las veré yo antes y solo traeré lo mejor de lo mejor. Voy a empezar con un ciclo de tres que me han despertado un poquito de envidia, no lo niego. Ya me gustaría a mi unir la maravillosa erudición y la facilidad de comunicación de que hace gala el orador que he escogido para empezar. El tema es el deporte en la antigua Grecia, con unas historias curiosísimas, ilustradas con unas perfectas presentaciones de imágenes. Son tres: 


¿Por qué practicaban deporte los griegos antiguos? 



Los Juegos Olímpicos en la Grecia antigua



La importancia social del deporte en la Grecia antigua



Recomiendo entrar en la web de Youtube y ponerlo a pantalla completa. Si creéis que sabéis mucho sobre ese tema, os sorprenderéis con la cantidad de datos curiosos y poco conocidos 

En estos días, viendo los vídeos de las tres magníficas conferencias sobre el deporte en Grecia en el canal de la Fundación Juan March en Youtube y me vino a la memoria aquel suceso de la plagiadora, y comencé a preguntarme si el orador podía ser el autor de aquel artículo copiado con el que tuve ese brevísimo contacto por correo electrónico. Le escribí, y, efectivamente, es el mismo. Ahora ya es catedrático y sus alumnos son unas personas muy afortunados. Por favor,  espero vuestros comentarios.