lunes, 28 de septiembre de 2020

Reinos de taifas


Que la gestión de los políticos en el asunto de la pandemia está siendo una cagada de proporciones colosales ya nadie se atreve a negarlo. Todo el mundo está descontento, cabreado y encolerizado, hasta el punto de desafiar abiertamente a la autoridad, enfrentándose a policías locales y hasta a anti-disturbios. Lo hemos visto en los informativos. Gente que soporta que los aporreen como si estuvieran defendiendo causas que compensara recibir golpes de porra, gente a la que ni las multas parecen importarles,  adultos a los que no le da vergüenza esgrimir delante de una cámara excusas que ni niños de guardería cuando los pillan a boca descubierta...., etc. Los políticos tampoco parecen muy contentos. He visto y oído en los informativos a la presidenta de la comunidad de Madrid quejarse continuamente de que a su comunidad se le exigen restricciones que no se aplican a otras. Me sorprende su queja. Deberían estar familiarizados  con la realidad, pública y notoria desde hace años, de que los españoles no somos iguales unos a otros. Que nuestras obligaciones, salarios, derechos y deberes dependen de algo que no hemos elegido ni podemos cambiar a voluntad: nuestro lugar de nacimiento.


Las diferencias que existen entre los sueldos de funcionarios que tienen idéntico puesto de trabajo se pueden comprobar por el simple procedimiento  de consultar las páginas web de algunos sindicatos. Aunque ya intuíamos esas diferencias, la comprobación exacta de las mismas, euro a euro, nos cabreó bastante, porque repugnan al más elemental sentido de la justicia.

Dos profesores con la misma antigüedad, el mismo horario de trabajo, las mismas responsabilidades y obligaciones, pueden llegar a tener en su sueldo una diferencia de 402 euros mensuales en concepto de complemento específico, que es el concepto donde se refugia mayormente esta desigualdad. Por el concepto del primer sexenio, la diferencia puede ser de 59 euros mensuales.


En el caso de los médicos las diferencias pueden ser todavía mayores. Las horas de guardia en hospital se pueden pagar a razón de 12’8 euros o a 23, según dónde estemos. En atención primaria la diferencia por horas de guardia es aún más grande. En razón del complemento por capitación (número de enfermos adscritos a un médico), las diferencias pueden llegar a ser de 10.000 euros anuales; el salario bruto de un médico que empieza puede variar de 28.735 a 53.609 euros, es decir, casi el doble; y el complemento de productividad variable va de 7.950 euros anuales en alguna comunidad a no existir en otras. Y el dinero no es lo único. Muchos médicos tienen más fácil trabajar en el extranjero que trasladarse entre diferentes comunidades españolas.

Volviendo a los profesores, trasladarse entre comunidades es casi "misión imposible", incluso sin que exista el impedimento de que te exijan hablar una lengua concreta.


En el caso de otros funcionarios se han detectado diferencias de sueldo de hasta un 50% entre comunidades. Hablando siempre, por supuesto, de personas que realizan el mismo trabajo, con la misma antigüedad y el mismo horario.


Si a esto le sumamos que algunos españoles tienen, además, enormes ventajas fiscales por ciertos privilegios que no tienen razón de existir en nuestros tiempos, nos encontramos con un panorama de tremenda arbitrariedad, que encima está fomentada y propiciada por el Estado.


Hay impuestos que en algunas comunidades no existen, o están muy reducidos, como el de sucesiones. Y donde existe se dan injustificables diferencias.


Además de causar estas diferencias entre unos españoles y otros, en un incomprensible ejercicio de desigualdad, las comunidades autónomas tienen un concepto muy diferente de lo que merece ayuda o subvención y lo que no. El lugar de residencia está causando grandes desigualdades e injusticias porque en algunas comunidades, por ejemplo, hay ayudas directas para excedencias por cuidado de hijos o para guardería, para familias numerosas o partos múltiples.


Hace años leí un informe muy detallado que demostraba que dentro de una misma ciudad los servicios de la sanidad pública, según barrios, oscile entre una calidad alta y el tercermundismo.


Si has nacido en el pueblo X, tendrás derecho a que la Seguridad Social te trate de tal o cual enfermedad, mientras que si vives en el pueblo Y, a sólo 20 km. del anterior, te tendrás que aguantar con tu padecimiento o buscar un médico privado. Según donde vivas tendrás a tu disposición tratamientos innovadores contra el cáncer (o no) o a diferentes pruebas de diagnostico (o no).


 Podrás circular por carreteras mucho mejores, o hacer una gestión ante la Administración se convertirá en algo mucho más costoso y complicado. ¿Quién sabe? Por no hablar de lo que aprenderán tus hijos en el colegio.


Esto no tiene ni pies ni cabeza.





domingo, 27 de septiembre de 2020

El efecto camaleón

 


Una sola vez escribí en un blog una historia inventada, y me quedó bastante graciosilla. No es lo mío, y por eso no me salen de forma natural y espontánea, pero a la vista de los resultados de mi esfuerzo pensé en intentarlo al menos de tarde en tarde.


Pero no hay forma, porque cada día media docena de noticias me devuelven a la cruda realidad: ni en el mejor de los casos lograría imaginar historias comparables a las que los periódicos me arrojan a la cara. Es como si en lugar de periodistas fueran guionistas de Hollywood los que estuvieran detrás de los grandes periódicos.


Pero es verdad que se aprende mucho con la lectura de prensa. Y además de casi todos los temas: historia, geografía, ciencias, tecnología… De todo menos ortografía y redacción.


Hoy he aprendido cómo puede convertirse uno en un perfecto defensor del planeta, y además es tan lógico que debería haberlo imaginado antes. El mecanismo es el mismo que todos conocemos en los camaleones, que se mimetizan con lo que les rodea. Si tomamos a la persona más egoísta, materialista e insensible y se la mantiene en contacto constante con el billete verde el tiempo necesario, ¡se vuelve verde también! Y no me refiero a que adquiera apariencia semejante a extraterrestre de película barata, sino a que se transmuta en un ser concienciado y amante de la naturaleza por encima de todas las cosas.


Hay una señora que en los últimos años ha estado dedicada a la enternecedora actividad de amasar dinero. Se trata de la ex de Paul McCartney que, además de reclamarle una pensión de 14.000 euros diarios en el proceso de divorcio, se ha dedicado a exprimir de la forma más despiadada la gloria reflejada que le ha proporcionado el haber sido su mujer durante muy poquito tiempo (4 años). Tanto, que los abogados que estaban llevando su pleito acaban de abandonarla por su reiterada práctica de vender exclusivas, a lo que ellos se oponían porque pensaban que no beneficiaba a su imagen. También aprovechó el tirón para participar en el equivalente de “Mira quién baila” en EEUU, a pesar de que tiene una pierna ortopédica y una placa en la pelvis a resultas de un accidente de hace años. Como es natural, la pierna se le fue al garete durante una actuación, originando un lamentable espectáculo en directo, cosa que a ella no pareció importarle pues cualquier cantidad, por pequeña que sea, es bienvenida al monedero de la señora Mills. Es que tiene muchos gastos la pobre. Se gastó 147.000 euros en la celebración del cuarto cumpleaños de su hija. Yo, que todavía calculo en pesetas cuando son cantidades muy grandes, tuve que hacer la cuenta con calculadora: casi 24 millones y medio. Normal que no tenga más remedio que ir dando jardazos por ahí. Pobrecita.


En fin, que de tanto y tan prolongado contacto con el dólar, nuestra Heather se nos ha vuelto ecologista, y hace sólo unos meses anunció que se hacía nada menos que vegana, que ella no hace las cosas a medias y eso de ser sólo vegetariana es pan para hoy y hambre para mañana. De todas formas, la transformación no está hecha del todo, y Heather se hace un lío de vez en cuando. Primero dijo que se hacía vegana porque se enteró del abuso a que se somete a los animales en las granjas. Acto seguido, en el alucinante discurso de Heather, esos pobres animales pasan de ser víctimas a ser verdugos y apostilla que los animales de granja son uno de los grandes peligros para el planeta. A ver si nos aclaramos.


El caso es que nuestra personaja, en cuanto tiene un micrófono delante, nos echa un sermón sobre los animales de granja. Propone que bebamos leche de rata o, en su defecto, de gato o perro, lo que sería más “amigable” para el planeta. Es una lástima que nadie le recordara que lo que sería verdaderamente amigable para el planeta es que ella dejara de usar el Mercedes en el que se mueve que, en el colmo de la crueldad, tendrá hasta asientos de piel de vacuno, vaya usted a saber.


Lo que Heather nos propone es que enviemos a la extinción inmediata a todos los animales que sirven para comérselos, ya que una persona que “detesta la crueldad” no pretenderá que sigan existiendo simplemente para ser cruelmente exhibidos en los zoológicos o cruelmente vendidos en las tiendas de animales como mascotas. Si ya no los vamos a explotar ni nos los vamos a comer, los extinguimos y así no sufren. Antes muertos que ordeñados. Por otro lado, no se pueden eliminar las granjas, sino sólo sus actuales habitantes. Las granjas de vacas lecheras tendrán que ser sustituidas por granjas de ratas, de gatos o de perros, ya que si tenemos que beber su leche no habrá más remedio que tenerlos concentrados en algún lugar. No me imagino a los de leche Pascual persiguiendo ratas por las alcantarillas, gatos por los tejados o perros por los descampados. Sería poco práctico y el litro de leche nos saldría a millón. Lo dicho, granjas de ratas y no se hable más.


Finalmente, su proceso de divorcio terminó cuando el juez sentenció que Heather recibiría por su divorcio "solo" 16 millones de libras, más 35.000 libras anuales para la niña. La pobre se enfureció tanto que arrojó un vaso de agua a la cara de la abogada de Paul, dejándola con el pelo empapado.  A la salida del juzgado se pasó 11 minutos despotricando ante los micrófonos de los periodistas contra Paul, "porque ha sido muy cruel". Ella solo piensa en su pobrecita Bea, que "tiene que viajar en clase B, mientras que su padre viaja en clase A". Beatrice solo recibe  35.000 libras al año para gastos de niñera, escuela privada y manutención. También la enfurece que el juez ordenara que se hiciera público el fallo, lo que, según la pobrecita Heather "seguro que se hará de forma que ella quede muy mal"


Yo quiero ser como Heather: rica, sin cerebro y caradura. Ejem… quiero decir… bondadosa, concienciada y desinteresada.




viernes, 25 de septiembre de 2020

La canción del viernes

 Bueno, un poquito de música para celebrar el viernes. Dedicada especialmente a los que necesitan la llegada del viernes para descansar. Para mi ya todos los días de la semana son iguales, con mínimas diferencias entre unos y otros, pero recuerdo perfectamente aquellos tiempos en los que la llegada del viernes era motivo de alegría interna y fuertemente deseada. No sé si la música que he elegido hoy os va a suscitar ese estado de ánimo proclive al descanso y la relajación. A mi no. Me entran muchas ganas de levantarme y bailar. No en balde durante un tiempo dediqué un tiempo a aprender a bailarla. Por muy cansada que estuviera de estudiar o trabajar, esa clase de 9 a 10 de la noche no me la saltaba nunca y, si la profesora no estaba muy cansada y los novios de las demás no estaban demasiado impacientes esperando a la puerta de la calle, solía prolongarse un poco más. Yo tenía claro los beneficios de hacer ejercicio, pero el gimnasio es aburrido, así que bailar flamenco era el sustituto ideal. Y ¡vaya si se hacía ejercicio! Tenía los gemelos de acero inoxidable, de zapatear. Se movía todo: brazos, cintura, hombros... 

Como gaditana, he barrido para casa y he elegido unas alegrías cantadas por Rocío Jurado. No soy ninguna entendida en flamenco. Me falta teoría. Sólo sé decir "esto me gusta", "esto no me gusta", aunque la mayor parte de las veces no sepa explicar por qué. Lo qu sí puedo asegurar es que no me gusta "el flmenquito". Y creo que Rocío Jurado nunca está mejor que cuando canta flamenco. Tiene grabados bastantes fandangos pero a mi los fandangos "me aburren". En cambio, la he oído cantar alegrías, colombianas, y la piel se me eriza. Sencillamente, me emociona .

La letra:

Un puente por la bahía,

dicen que han puesto en mi Cai

un puente por la bahía,

lo pongan o no lo pongan,

tú en tu casa y yo en la mía,

lo pongan o no lo pongan,

tú en tu casa y yo en la mía.


Están las Puertas de Tierra,

en terminándose el puente

están las Puertas de Tierra,

y en hablando yo con tu gente,

ya está formaíta la guerra.


Anda y no riñas, niño,

anda y no riñas,

que este mundo no vale

unas cantiñas.


Y un payo de Puerto Real,

una gitana de Cai

y un payo de Puerto Real

se enamoraban de noche

por encima de la mar.


Qué cosas se dirían,

me las figuro,

pero que se querían,

eso seguro.


Cuenta la gente, mare,

ay, cuenta la gente,

ay, que armaron  una fiesta

bajo del puente.







martes, 22 de septiembre de 2020

Una gaditana en Sevilla (2)

En primer lugar pido disculpas por haberme retrasado un día en publicar la segunda parte, pero no me ha sido posible, y además me he entusiasmado escribiendo y esto ha quedado más largo de lo que creía.

Habíamos dejado a Heinrich negociando con los turcos  permiso para excavar en Hissarlick. Tenía razón Schliemann al razonar que el primer paso era convertirse en millonario. Aquello le habría de costar mucho dinero. Schliemann debía pagar los obreros, cualquier gasto que surgiese, todo. El gobierno turco solo puso un hombre para que vigilase los hallazgos que se produjeran, pues el trato incluía que la mitad de todo lo que se encontrase debía quedarse en Turquía. En aquella época las excavaciones se realizaban empleando a masas de hombres que cavaban zanjas muy anchas. Schliemann contrató a un gran número de hombres. Vamos, prácticamente a cualquiera que pudiera usar una pala, un azadón o un pico. Schliemann sabía que el arqueólogo Frank Calvert había excavado en aquella colina sin éxito, pero no se desanimó. Los primeros restos constructivos aparecieron y Schliemann estuvo seguro de que debía perseverar.

Grandes fragmentos de muralla con puertas aparecieron, pero Schliemann continuó excavando y encontró "varias Troyas" cada una reedificada sobre la anterior. Así, Schliemann llamó a esos niveles Troya I hasta Troya IX, aunque algunos, como Troya VII, estaban subdivididos en a, b, c, etc.... (de la edad de bronce al periodo romano)










Aquella excavación parecía no tener fin. Aparecieron "niveles de incendio", con capas de cenizas, maderas quemadas que indicaban que la ciudad había sido incendiada varias veces, y después reconstruida y repoblada. Pero  Schliemann estaba obsesionado por la Troya homérica, la que había dado lugar a la guerra narrada en la Iliada. Y no parecía ser capaz de identificar qué nivel era el que le interesaba, pues ningún hallazgo podía establecer sin dudas el nivel o estrato contemporáneo del desarrollo de los poemas homéricos. La víspera del cierre de lo trabajos, en 1.873, Sophia volvió a una zona cuya excavación había abandonada por considerarse poco prometedora, y le llamó la atención  algo que brillaba entre la tierra. Fue a contárselo a su marido. Este convocó a los trabajadores y les dijo que, con motivo de su cumpleaños, les daba el día libre para que lo celebraran a su salud en las tabernas del pueblo y que la jornada se les pagaría aunque no hicieran su jornada de trabajo. Todos se fueron bastante contentos y así sin testigos, Heinrich y Sophia volvieron al lugar y con sus mismas manos rebuscaron en el punto que Sophia había identificado. Comenzaron a salir objetos de oro, joyas, armas de prestigio. Una lista no exhaustiva de lo hallado podría ser:

Un escudo de bronce, u
n disco grande, provisto de un ónfalos​ y de un largo mango aplanado terminado en una serie de discos pequeños., un caldero de cobre con asas, un artefacto de cobre desconocido, quizás el cerrojo de un arcón, una jarra grande de plata que contenía dos diademas de oro. ( llamadas después las "Joyas de Helena"),​ 8.750 anillos de oro, botones y otros objetos pequeños (collares y pendientes), seis brazaletes de oro, dos copas de oro, un vaso de cobre, una botella de oro labrado, dos copas, una de oro labrado, y la otra de oro fundido, varias copas de terracota, una copa de electrum (mezcla de oro y plata), seis hojas de cuchillo de plata forjada, tres vasos de plata con partes soldadas de cobre, más copas y vasos de plata, trece puntas de lanza, de cobre, catorce hachas de cobre, siete dagas de cobre, otros artefactos de cobre con la llave de un arcón.

Se dice que Schliemann pidió a Sophia su chal, lo extendió, depositó todo encima y, envolviéndolo en el chal, lo llevó a la tienda de campaña que compartía con Sophia, donde ya, con privacidad, observaron detenidamente cada pieza. Hay quien dice que las cosas no ocurrieron así, pero sólo un testigo visual podría decir si fue así o no, y eso no existe, por lo que nunca se podrá saber cómo fue el hallazgo y la extracción del tesoro. Para  Schliemann era la prueba definitiva. Aquello solo podía haber pertenecido a un gran rey, y para Schliemann ese rey solo podía ser Príamo, padre de Héctor y Paris. A partir de ese momento Schliemann ya no dudó que había descubierto la Troya homérica, solo que se había pasado continuando la excavación a niveles anteriores (el tesoro estaba en lo que Schliemann había llamado Troya II).  Schliemann no estaba dispuesto a dividir el conjunto dando la mitad a Turquía, de forma que sacó el tesoro a escondidas poco a poco de Turquía, enviándolo a Grecia, donde la familia de Sophia lo custodió. Cuando Schliemann lo dio a conocer, los arqueólogos "académicos" intentando ridiculizarlo y desacreditarlo, criticaron sus técnicas de excavación y hasta  lo acusaron de haber falsificado el tesoro.

Ante esto, y como opinión propia y sin nada que ver con el libro, mi opinión es:

- Hubo mucha envidia contra Schliemann, porque todos esos arqueólogos no disponían de fondos para financiar excavaciones y tenían que esperar a que alguien pusiera una cantidad importante en sus manos.

- Es cierto que Schliemann era "un aficionado", pero las técnicas de excavación que usaban los contemporáneos de Schliemann, también nos horrorizarían hoy.

- No hay ninguna seguridad para atribuir ese tesoro a Príamo o su época. Pero hoy día no hay razones para sospechar que sea falsificado. Es verdadero, aunque muy posiblemente anterior a la época de los hechos relatados por Homero. La capa en la que el tesoro de Príamo fue supuestamente encontrado fue la de Troya II, mientras que Príamo, según la tradición, habría sido habitante de Troya VI o VIIa, que fueron ocupadas cientos de años después.

- Demostró la existencia histórica de esa ciudad, aun cuando en su apreciación cometió errores de cronología.

Cuando H. Schliemann descubrió, bajo el suelo de Hissarlik, las murallas troyanas no sólo inició la reconstrucción histórica de la, hasta entonces, mítica ciudad, sino que abrió un venero inapreciable para la arqueología. Con posterioridad, las excavaciones de Dörpfeld y de Blegen mostraron, en ese solar, la existencia de nueve ciudades superpuestas a lo largo de los siglos.

- Hay que reconocer que Schliemann, aunque fuera un "aficionado" tuvo el mérito de haber sido el primer arqueólogo en documentar fotográficamente sus hallazgos.

Por el hecho de haber trasladado ilegalmente a Grecia,  sin la debida autorización de las autoridades turcas, ese tesoro, Schliemann fue acusado por el gobierno otomano y condenado a abonar una multa que el arqueólogo pagó quintuplicada con la condición de que le permitieran retener parte de ese hallazgo y le renovaran el permiso para seguir excavando. En cumplimiento de ese acuerdo dejó la parte convenida con destino al antiguo museo de Constantinopla.

En cuanto al citado tesoro, con los años, contra la voluntad de su esposa que quería lo donara al gobierno griego, Schliemann lo confió al cuidado del entonces Imperio alemán, depositándolo en el Reichsbank de Berlín, pero estos objetos desaparecieron en en medio del caos de los últimos días de la Segunda Guerra Mundial sin que nada se supiera de su destino durante décadas. Hace pocos años, la directora de uno de los museos de Moscú, el Museo Pushkin, declaró que el llamado «tesoro de Príamo» estaba en sus depósitos.  Se supo que, para preservarlo de los bombardeos se empaquetó en cajas y se trasladó a un refugio subterráneo. En algún momento, se llevó a los almacenes del Museo Pushkin de Moscú. A pesar de que las cajas estaban correctamente rotuladas e identificadas quedaron olvidadas. Mientras tanto, el mundo entero creía que el tesoro ya no existía. Hace pocos años, la directora de ese museo reconoció que el tesoro estaba entre sus depósitos y que lo expondría para que el público pudiera apreciarlo, y así lo hizo; de esa muestra valiente y memorable, resta un catálogo. Esa actitud, como es de imaginar, dio origen a un conflicto judicial de alcance internacional donde turcos, griegos, alemanes y rusos litigaron –y litigan– por su pertenencia.

Schliemann esperaba para reemprender las excavaciones, pero como la autorización de los turcos para reiniciar las tareas arqueológicas se demoraba más de lo razonable, marchó a Grecia con el propósito de excavar en Micenas.


En Micenas, 
Schliemann hizo lo mismo que había hecho en Troya, seguir al pie de la letra a los clásicos, en este caso al geógrafo Pausanias, concretamente la Descripción de Grecia. Anteriormente los eruditos habían interpretado erróneamente las indicaciones de las tumbas de las que hablaba Pausanias, creyendo que estaban ubicadas todas fuera de la muralla de la acrópolis. (menos mal que era "un aficionado sin estudios") En las excavaciones halló cinco tumbas (en un recinto que ha sido llamado Círculo funerario A) con un total de 20 cadáveres, y en torno a ellos abundantes y ricos ajuares funerarios, con numerosos objetos de oro, bronce, marfil y ámbar. Además halló sesenta dientes de jabalí y un numeroso grupo de sellos con grabados de escenas religiosas, de luchas o de caza. Entre estos hallazgos estaba la llamada máscara de Agamenón, fechada, sin embargo, varios siglos antes de la cronología que tradicionalmente se atribuye al legendario rey. 


   Aunque desde que la hallara, Schliemann llamara "Mascara de Agamenón" a la fabulosa máscara funeraria que pertenecía a uno de los ajuares funerarios, hoy se sabe que no era la tumba del jefe de la coalición griega que luchó en Troya, sino que el conjunto de tumbas era un heroon, es decir, 
 un santuario dedicado por los antiguos griegos y romanos (y en ciertos casos por otros pueblos como los iberos) como lugar de culto o conmemoración de un héroe, erigido frecuentemente sobre su supuesta tumba o cenotafio.El culto habitualmente se centraba alrededor del heroon, en el cual se creía reposaban los restos del héroe (reliquias). Se le hacían ofrendas, comidas y se hacía consideración de que el héroe aún estaba vivo y compartía esas ofrendas. La "posesión" de un héroe por una determinada ciudad era visto como algo fundamental para el buen devenir de ésta.

Aún realizó Scliemann mas excavaciones exitosas:

En 1876 había iniciado unos pequeños sondeos en Tirinto, y en 1877 volvió a Ítaca, exploró la isla en busca de restos arqueológicos y realizó algunos sondeos, pero sin resultados.

En 1880 excavó en Orcómeno, donde encontró un tipo de cerámica que llamó cerámica minia. También descubrió una tumba del tipo tholos, de época micénica.

En 1882-1884, junto con Wilhelm Dörpfeld -un joven arquitecto y arqueólogo alemán ya célebre por sus campañas en Olimpia-, regresó para excavar a mayor escala, inspirado en los datos que sobre esta ciudad habían escrito Homero y Pausanias. Desenterró un palacio micénico de considerables dimensiones.

Schliemann volvió durante tres campañas a Troya. En ellas, su colaborador más valioso fue el citado Wilhelm Dörpfeld. Por los hallazgos de cerámica en estas campañas, Schliemann admitió su error en su creencia inicial de que el estrato de Troya II era el correspondiente a la ciudad homérica, y en cambio ésta debía identificarse con Troya VI. Uno de los hallazgos más llamativos de la última campaña fue el denominado tesoro L, que constaba de cuatro hachas ceremoniales, que trasladó también ilegalmente a Grecia.

Bueno, no quiero aburrir. Leed el libro. En el hay cosas que no he contado. Está descatalogado pero, si no os importa comprar libros de segunda mano, lo podéis encontrar en la Casa del Libro y en Todocolección. Que no me llevo ninguna comisió ¿eh? Simplemente es que cuando algo me gusta mucho, me da mucho coraje que otras personas no disfruten de ello.

Prometo escribir una tercera parte sobre "La vida privada de la Mona Lisa".


domingo, 20 de septiembre de 2020

Una gaditana en Sevilla (1)

 


A primeros de octubre de 1.979 me marché a Sevilla para estudiar la especialidad (es decir, 4º y 5º de carrera). En realidad, mis padres me dejaron en el Colegio Mayor varios días antes de que empezaran las clases porque se iban de viaje y así me dejaban ya en el lugar donde iba a vivir y se podían ir sin preocupaciones, dejando cerrada la casa de Cádiz. Pero el Colegio Mayor estaba vacío porque las 120 alumnas que allí viviríamos llegarían a lo justo para empezar las clases. Estuve como una semana sola en todo el edificio. Estaba un poco aburrida: nadie con quien hablar. En cuanto curioseé la biblioteca, ya no tenía nada más que hacer en aquel edificio hasta que llegara alguien más. El desayuno, que era autoservicio, se podía tomar hasta las 10:00. Así que me levantaba  A las 09: 45, me ponía mi uniforme de andar por casa, unos vaqueros viejos y un jersey de cuello alto verde calentito y "cariñoso", Sí, Juan José, ese que recuerdas tan bien ("cariñoso", así llama una conocida mía a esos jerseys ya viejos pero tan cómodos que te los sigues poniendo hasta que se caen a pedazos)  y bajaba a desayunar antes de que recogieran del comedor las cosas del desayuno. Ya después, tranquilamente, me duchaba sin prisas (no había nadie que estuviera metiendo prisa fuera). Después arreglaba mi cuarto y ya podía vestirme para ir a la calle. Empecé explorando los alrededores, localizando qué tenía cerca que me pudiera ser útil:  tenía muy cerca El Corte Inglés, y la Biblioteca publica. Uno de los primeros días me presenté allí con mi carnet de la Biblioteca Pública de Cádiz y me hicieron uno para la de Sevilla; suponiendo que me pedirían fotos de carnet en la Facultad me hice de un buen montón de ellas, organicé lo que sería mi mesa de estudio en mi habitación con folios, bolis, etc. Ya provista de todo lo que pensé que necesitaría para empezar, me dediqué a hacer el camino a la Facultad probando varias rutas diferentes (ninguna era muy larga, pero cronometré cuanto tardaba en cada una por si iba más o menos apurada de tiempo). Así era yo: metódica, superorganizada, obsesivamente puntual, ordenada y previsora.  Tenía a dos pasos la parada del microbús circular, por si alguna vez iba apurada de tiempo o llovía o hacía demasiado frío para volver andando (Arte era en turno de tarde, de 16:00 a 21:00, de forma que al salir ya era noche cerrada). Hecho todo esto, ya no se me ocurría qué más hacer hasta que empezara a llegar el resto de la gente, que incluía a mis tres amigas del colegio, que estaban allí desde  1º porque estudiaban carreras que no había en Cádiz, además de alguna otra que, aunque había varias más que, sin ser amigas, amigas, habían sido compañeras de clase (estuve en el mismo colegio desde 1º de Primaria hasta 6º de Bachillerato). Después de la cena tenía la sala de la televisión para mi sola. El primer sábado que pasé en Sevilla amaneció gris, con viento y lluvia.   Después de comer me fui a la calle y me puse en dirección al Corte Inglés. No tenía nada que comprar pero, al menos, me entretendría curioseando. No llegué a entrar. En la puerta solían pones unos grandes cajones con cosas a precio de saldo. Y aquella tarde eran libros de bolsillo a 50 pesetas. No pude resistir la tentación y me puse a mirar, del primero al último, no se me fuera a escapar algo. Al final me llevé 5, total, 250 pesetas, algo perfectamente asumible por mi entonces, una estudiante que no tenía ni un duro en el bolsillo. Yo sabía que mis padres estaban haciendo un sacrificio para que yo viviera bien y cómoda en el Colegio Mayor, sin tener que ocuparme más que de estudiar, sin estar pendiente de la compra, la cocina, la lavadora, etc. Mi padre me enviaba todos los meses un giro de 2.000 pesetas. Me llamaba por teléfono todos los viernes a las 13:00 y me preguntaba si necesitaba algo más. Y yo me había jurado que jamás le pedíría ni un duro más. Y lo cumplí los dos cursos que estuve allí. Hay que tener en cuenta que yo tendría que pagarme fotocopias, un paquete de folios si lo necesitaba, transporte si fuera necesario, una cerveza, una entrada de cine o cualquier cosa que hiciera en la calle en un fin de semana si salía. En fin, que me volví al Colegio Mayor con mis 5 libros, que eran: "El tesoro griego", de Irving Stone; "La vida privada de la Mona Lisa", de Pierre la Mure; dos novelas de Georgette Heyer (Sí, yo entonces, con 20 años, leía novelas románticas); y un tomo de una antología de relatos de ciencia-ficción) 

Pues bien, todo este larguísimo prólogo viene porque hoy pensaba a hablar de libros. En estos últimos días uno de mis contactos en Fb, Jorge Carlos Hernández,  compartió un texto y yo recordé aquellos libros comprados en Sevilla, aquellos días. Y decidí que valía la pena recomendarlos. Y aquí estoy, muy segura de mi recomendación. Voy a hacer un spoiler en todo regla, pero no importa si así consigo despertar interés en la historia.

El tesoro griego es la historia de Heinrich y Sophia Schliemann en su momento más extraordinario: el descubrimiento de Troya.

Schliemann es un personaje extraordinario. Hijo de un pastor protestante prusiano, pobre pero bastante culto, nació en 1.822. En la Navidad de 1.829 el niño recibió como regalo un volumen de historia universal de Georg Ludwig Jerrers. El niño quedó particularmente impresionado por un grabado que representaba a Eneas con su padre Anquises y su hijo Ascanio huyendo de Troya en llamas.

El grabado que impresionó
al niño Schliemann
Hay que tener en cuenta de que en aquella época se pensaba que Troya no había existido y que todo lo relatado por Homero en la Iliada y la Odisea era leyendas. Todos los  historiadores y arqueólogos eran unánimes en ésto. El niño se dijo: "cuando sea mayor descubriré Troya y demostraré que esto es verdad".

Empezó a estudiar secundaria, pero a los 14 años tuvo que dejr los estudios por dificultades económicas de su padre y empezó a trabajar como mozo en una tienda de comestibles. Al terminar la jornada, dormía debajo del mostrador. Sus sueños infantiles no se le habían olvidado y razonó: lo primero que tengo que hacer es hacerme millonario, así, con naturalidad,  como si fuera fácil Después de 5 años decidió emigrar a Venezuela buscando más oportunidades, pero el barco naufragó frente a las costas de Holanda. Schliemann se quedó en ese país trabajando como escribiente en una oficina. Decidido a progresar, comenzó a aprender idiomas, para lo que tenía una extraordinaria facilidad. El método que empleaba era muy curioso: iba leyendo el mismo libro en un idioma que dominara y en el idioma que deseaba aprender. Así, sin ningún profesor, llegó a dominar 15 idiomas, uno tras otro, tanto lenguas vivas como muertas. Cuando su empresa abre una sucursal en Rusia, como Heinrich ya dominaba ruso, sus jefes le  proponen trasladarse alli. Allí se desenvolvió tan bien que se independizó e hizo su primera fortuna. En 1.852 se casó con la hija de un rico comerciante ruso. Tuvieron tres hijos pero el matrimonio finalmente fracasó y terminó en divorcio, Continuó ampliando sus negocios y se estableció temporalmente en California, donde se hizo banquero y consiguió su "segunda fortuna". De vuelta a Europa, aprovechando el bloqueo provocado por la guerra de Crimea, se dedicó al comercio a gran escala, aprovisionando al ejército.

Con una fortuna más que sólida e inteligentementemente invertida, se dispuso a segui con su plan.  trasladarse a París, comenzó a estudiar Ciencias de la Antigüedad y Lenguas Orientales en la Universidad de la Sorbona. Y la siguiente fase de su plan: lo siguiente es casarse con una mujer griega, lo que pensaba que le ayudaría a su plan de encontrar Troya. Se traslada a Atenas y pone un anuncio en el periódico: Caballero acomodado busca esposa. Es indispensable que domine el griego clásico y tenga una buena educación. Al día siguiente la cola de mujeres rodeaba por completo la manzana de su hotel. Heinrich las entrevistó a todas, pero ninguna le convenció. Se lo comentó un poco desilusionado a un amigo sacerdote griego  que había sido compañero de estudios y al que Schliemann había contratado como profesor de griego, que le dijo "Creo que conozco a la persona que estás buscando. Déjalo en mis manos". Y aquel amigo organizó un encuentro entre Schliemann y una sobrina suya. Sophia Engastromenos era la hija de una familia rica que se había arruinado. En ese momento su padre tenía una tienda de tejidos. Sophia tenía 14 años y acababa de salir de un prestigioso colegio donde había recibido una aducación de élite.

Recreación del encuentro entre Sophia
y Heinrich en la miniserie ""El tesoro griego"
Su padre le preguntó si estaría dispuesta a sacrificarse casándose con un señor mayor (Schliemann tenía 47 años) para que sus hermanos varones fueran a la universidad Sophia acepta y se organiza una merienda en la casa de verano para que la familia Engastromenos y Schliemann se conocieran. Schliemann se presentó y después dejaron solos a la pareja para que se conocieran a la espera de si congenianban y Sophia aceptaba elplan Heinrich le propuso dar un paseo en barca y así, alejados de la casa, los dos hablaron sinceramente: Heinrich le dijo que, si se casaban no esperara vivir como una rica dama ociosa y le explicó el sueño de su vida, que dormirían en catres de campaña al pie de la excavación y que pisaría más barro que alfombras. 
Foto de boda de Heinrich y Sophia
A Sophia se le iluminaron los ojos y a él le gustó su disposición. Sophia, por su parte, confesó lo que su familia esperaba de él: que se hiciera cargo de costear los estudios universitarios de sus hermanos varones. Heinrich estuvo de acuerdo. Cuando volvieron del paseo comunicaron a la familia de Sophia que ambos estaban de acuerdo. Y la boda se celebró.

En cuanto se hubieron casado, Heinrich estuvo seguro de que ya tenía su "talismán" para encontrar Troya y se puso inmediatamente manos a la obra. Como él partía del convencimiento del núcleo real de lo que todo el mundo creía un mito. Se dispuso a seguir al pie de la letra cualquier indicación geográfica que apareciera en los poemas de Homero. Si Homero contaba que desde las murallas de Troya se veía la flota griega, Schliemann restringia su búsqueda a los lugares que estuviera a una determinada distancia de la costa; si Homero hablaba de un manantial donde brotaba agua fría y caliente, Schlieman, buscaba, dentro de la zona anterior un lugar de esas características; y así, acotando, acotando, con los textos de Homero en la mano Schliemann se fijó en un elevación en un lugar llamado Hissarlik y dijo: allí tiene que ser e inmediatamente se puso a negociar un permiso de excavación con las autoridades turcas.

Bueno, me vais a perdonar pero llevo horas escribiendo y me duele la espalda. Prometo que mañana sigo la historia. 



 

 





viernes, 18 de septiembre de 2020

La canción del viernes

Este viernes toca bolero de origen nacional. Esta canción la compuso Nacho Cano para Ana Torroja, pero ésta nunca la grabó. La que lo hizo fue Ana Belén, que la sacó en 1.989 en el álbum "Rosa de amor y fuego". Ahí va la letra, que se puede cantar y bailar a la vez, susurrando a la oreja de la pareja.... ¡Éxito seguro!


Lía, con tu pelo

 un edredón de terciopelo

que me pueda guarecer

si me encuentra en cueros al amanecer.



Lía entre tus labios a los míos

respirando en el vacío aprenderé

como por la boca muere y mata el pez.



Lías telarañas

que enmarañan mi razón.

Que te quiero mucho, y es sin ton ni son.

Lías cada día con el día posterior,

y entre día y día...

Lía con tus brazos

un nudo de dos lazos,

que me ate a tu pecho amor.


Lía con tus besos

la parte de mis sesos

que manda en mi corazón.


Lías tus miradas a mi falda

por debajo de mi espalda, digo yo

que mejor que el ojo, pongas la intención.


Líame a la pata de la cama

no te quedes con las ganas de saber

cuanto amor nos cabe de una sola vez.

Lías cigarrillos de cariño y sin papel,

para que los fume dentro de tu piel.

Y entre lío y lio...


Lía con tus brazos

un nudo de dos lazos,

que me ate a tu pecho amor.


Lía con tus besos

la parte de mis sesos

que manda en mi corazón.




lunes, 14 de septiembre de 2020

Encerronas

Yo tuve una época en la que todos los tarados de los alrededores se enamoraban de mí. Prefiero no detenerme a pensar qué es lo que podía atraer a tal cantidad de gente rara y repulsiva. Para mi tranquilidad espiritual, fingiré creer que siempre sucede lo que en las películas: que el psicópata horrendo y asqueroso siempre se fija en la chica monísima.

No vayáis a creer que estoy exagerando. No soy una persona cruel, inhumana o despiadada. Cuando digo que eran tarados, raros y repulsivos estoy simplemente definiendo. Además, en general fueron muy insistentes. No se conformaron con un mensaje clarito de “aquí no tienes nada que hacer”, sino que algunos recurrieron además a estratagemas tan burdas que encima me sentí ofendida porque de aquello parecía desprenderse que me consideraban estúpida, y porque solicitaron y obtuvieron la colaboración de personas de mi confianza.

El primer caso fue Guillermo, y además no me molesto en cambiar el nombre como justo castigo a su comportamiento. Si alguien lo reconoce, no me importa lo más mínimo. Se lo merece.

Guillermo era feo, el tío más feo que yo he conocido nunca. Tenía la cara tan estrecha que los ojos los tenía a los lados, como un pescado. Era calvo, pero en aquellos tiempos todavía no estaba de moda llevar la cabeza rapada, y usaba un peluquín gris que daba una grima horrorosa. Era enclenque, y el cuello de la camisa le quedaba inmenso. Su pescuecillo era como el de un pollo, no se comprendía cómo podía sostener un cabezón enorme. Seguramente si se hubiera arreglado de otra forma habría tenido mejor aspecto, pero el peluquín, un bigote grande y la ropa que llevaba parecían escogidos para darle un aspecto ridículo. En una ocasión se empeñó en acompañarme a una fiesta de Carnaval, y terminé asegurándole que no iría. Por supuesto, yo fui y él,  acostumbrado a mis escaqueos, no se lo creyó y se presentó disfrazado nada menos que de El Zorro (los complejos no iban con él). Me pasé toda la noche escondiéndome de un lado para otro.

Guillermo no parecía cortarse ni un pelo, a pesar de todo, porque perseguía a todas las chicas con una pesadez que daban ganas de asesinarlo. Cualquiera que se le cruzara le servía. No tenía preferencias en cuanto a físico o carácter. Aunque le dijeras a las claras que no te llamara más, seguía insistiendo como si tuvieras la obligación de prestarle atención. Es verdad que hay hombres que piensan que porque se han fijado en ti, tú ya tienes la obligación de corresponderle, pero creo que este además utilizaba su fealdad y lo ridículo de su aspecto para hacerte sentir como si fueras una racista o algo así si no querías salir con él. Conmigo no coló, porque en nunca me he sentido obligada a sacrificarme en el altar de nadie compensándolo por el hecho de ser feo o desgraciado.

El caso es que llamaba a mi casa a todas horas, constantemente. Llegó un momento en que no cogía el teléfono porque ya no podía soportarlo más. Mi madre cogía el teléfono y filtraba las llamadas para mi. y no sabía cómo hacérselo comprender sin decirle a las claras todo lo que pensaba de él. Mi madre pensaba que yo era una exagerada, y decía que era imposible que fuera tal como yo lo describía y que le daba pena. Hasta que un día en que las dos íbamos de compras, nos lo cruzamos de pronto en una calle. Estaba tan cerca que no me dio tiempo de advertir a mi madre, y me limité a bajar la cabeza y a mirar al suelo mientras andaba. Mi madre, sin que yo le hubiera avisado, comprendió inmediatamente que aquel tipo debía ser Guillermo, e impresionada por su aspecto se quedó boquiabierta mirándolo mientras se cruzaba con nosotras. En cuanto pasó, no tuve más que decir que sí con la cabeza y nos comprendimos sin palabras. Me aseguró que no había exagerado en absoluto.

Como mi madre tampoco tenía ya contemplaciones con él cuando llamaba por teléfono, recurrió a otro plan. Cuando yo estaba en mitad de la carrera llegó a mi clase una chica que había empezado a estudiar en Granada, pero se casó y se vino a vivir a Cádiz, por lo que se incorporó a mi clase en 3º. Nos hicimos bastante amigas, y su marido también me resultaba muy simpático. Un día me dijo que estaba sola porque él estaba en un viaje de trabajo, y que me invitaba a comer en su casa.

Lo estábamos pasando bastante bien, cotilleando sobre todo el mundo en la Facultad, cuando sonó el timbre. Ella fue a abrir la puerta y entró al salón con… Guillermo. Resulta que era primo del marido, y el tema de la invitación a comer estaba preparado para que me cogiera allí por sorpresa. Si aquello hubiera pasado en estos tiempos estaríamos hablando de acoso, seguramente. Yo me limité a levantarme y, sin dirigirle la palabra a Guillermo me despedí de mi amiga, le di las gracias por la comida, y hasta el día de hoy. Aquella tontería acabó con nuestra amistad. A los pocos meses me marché a Sevilla a continuar la carrera y lo perdí de vista. O eso creía yo. En el Colegio Mayor vivía también una antigua compañera de colegio y un día, viendo fotos, aparece en una el monstruito. Resulta que también era primo de esta niña. Yo me puse como una hidra y le dije que si lo veía aparecer por allí formaba un escándalo. Y, efectivamente, Guillermo le había propuesto aparecer por allí con la excusa de verla a ella para volver a encontrarse conmigo. Afortunadamente no llegó a hacerlo porque esta chica le advirtió.

La otra encerrona ocurrió algunos años (no muchos) después. Yo ya estaba en el Museo y llegó por allí un chico rarísimo, que no hablaba nada y tampoco te miraba a la cara directamente. De hecho, inclinaba la cabeza como si estuviera mirando al suelo, pero luego te miraba medio de refilón, con una expresión de psicópata total. Yo lo comentaba con el resto de la gente, y todo el mundo me decía que con los demás no era así, que era simplemente tímido.

La criatura, que se llamaba Luis, era de ese tipo de personas que parece que no les corre la sangre por las venas, muy lento en todo, y sin expresión en el rostro. Si lo veo de personaje en una película de crímenes apuesto por él como asesino loco desde la primera escena. Este no me decía nada, pero me seguía por todas partes con esa mirada y ese silencio. Además, cuando le explicaba cómo tenía que hacer algo daba la impresión de que no entendía nada, como si tuviera la cabeza en otro sitio.

Un día, una de las secretarias, que era una señora ya mayor a punto de jubilarse, me dice que ha quedado a media mañana con un abogado en el bar del Hotel Atlántico y que por favor la acompañe, que le da apuro ir sola. Llegamos al lugar y esperamos tomando un refresco. A los cinco minutos llega Luis… ¡con su padre! Por lo visto habían preparado todo eso para que el padre me conociera. Aquello ya me pareció demasiado y no habían hecho más que sentarse a nuestra mesa cuando le dije a la secretaria que ya que estaba acompañada, yo me marchaba, que tenía mucho que hacer. Y los dejé a todos con un palmo de narices. Más tarde en el Museo les monté a los dos un pollo de mucho cuidado.

Pasé todavía un tiempo preguntándome con angustia por qué se fijaban en mí aquellos tipos tan raros. Hubo todavía algún otro, pero por lo menos no hubo más encerronas.

Sic transit gloria mundi

Ese patético anciano que es Keith Richards, no sabiendo cómo llamar la atención una vez que ya nadie se asusta de ver su careto, ha soltado la gracia de contar que durante una juerga se esnifó las cenizas de su padre. Creo que no es necesario comentar más sobre esto, independientemente de que sea verdad o no. Pero esta noticia, que está saliendo en todos los periódicos digitales, es una muestra de las cosas tan raras que están ocurriendo con las cenizas de los difuntos y poniendo de relieve la falta de responsabilidad de muchas personas que se hacen cargo de ellas.

Hace sólo unos días un conocido mío las pasó canutas para esparcir las cenizas de su madre. Decidieron echarlas al mar desde el puente que cruza la Bahía. Primero se vieron metidos en un atasco que duró horas, luego se encontraron con que el puente está en obras y aquello era un hervidero de vallas, luces rojas, operarios y demás parafernalia, y que no los dejaban acercarse a la barandilla. Cuando al fin llegaron, resultó que la marea estaba baja y si hubieran echado las cenizas no hubieran llegado al agua. Total, un sainete que contrastaba vivamente con el estado de ánimo de la familia. Finalmente algunos de los miembros más jóvenes de la familia tuvieron que bajar entre las rocas para poder echarlas al mar. Yo, que conocí a la señora en cuestión, realmente siento pena al imaginar toda esa peripecia tan poco digna. Estoy segura de que ella les hubiera dado a los hijos bofetadas hasta en el cielo de la boca si hubiera sabido en lo que se iba a convertir el día de su “entierro”.

Conozco también a una señora que tiene las cenizas de su marido en el salón de su casa, encima de un mueble. Supongo que la familia estará acostumbrada, pero no deja de ser algo violento, sobre todo para las visitas.

Por no hablar de que es inevitable que ocurran episodios trágico-cómicos con las cenizas. Todos conocemos alguno. Y teniendo en cuenta que hablamos de los restos de una persona, todo esto parece demasiado frívolo e irresponsable. Yo, lo más disparatado que he oído fue lo de un hombre que quiso esparcir las cenizas de su padre en el campo de futbol del equipo del que eran seguidores. Como no lo consiguió, las puso en un tetra-brik y las llevaba al futbol cada vez que había partido.

Otro aspecto a considerar es que algunos lugares están condenados a convertirse en destino de las cenizas hasta extremos abusivos. Hace algún tiempo el ayuntamiento de Almonte tuvo que prohibir que se esparcieran cenizas mortuorias en El Rocío. Lo que empezó siendo cuestión de unas pocas personas en poco tiempo se había convertido en una moda descontrolada seguida por varios cientos de personas cada año. Y además la gente no se conformaba con echar las cenizas en lo que en realidad es vía pública o espacio natural protegido, sino que también ponían cruces y arrojaban ramos y coronas de flores en el momento de esparcir las cenizas y en los aniversarios. Yo no he estado, pero me ha comentado gente que el aspecto del lugar llegaba a ser bastante desagradable, incrementado por el hecho de que las urnas vacías se veían tiradas por el camino. Según las palabras de un periodista, aquello parecía Benarés. Y es que ante la muerte los seres humanos no podemos resistirnos a montar todo un espectáculo y en el caso de los rocieros éste incluía también altarcillos, fotos del difunto con el atuendo rociero y una serie de accesorios junto a los cuales el tema de las cenizas era lo de menos.

Tenía idea de que  iba a discutirse en el Parlamento una ley que regula todas estas cosas pero, si se ha aprobado algo en este sentido no la he encontrado aún en la página del BOE. Lo que debería ser una cuestión de sentido común, simplemente, va a tener que ser regulado por la ley, y es que hay demasiado pirado suelto que ha decidido que su funeral se convierta en un happennig sesentero. En estos días ha salido también la noticia de un pleito que en Alemania ha enfrentado a abuela y nieta. La primera ha acudido a la justicia para lograr que su hijo fallecido sea enterrado en el panteón familiar, impidiendo que la segunda encargue convertir las cenizas de su padre  en un brillante. Pero esto no es lo más chusco: un empleado de un museo ha dispuesto que sus cenizas sean arrojadas a los ojos de los administradores del Museo Británico, y un crítico de arte ha decidido que las suyas sean mezcladas con migas de pan y desperdigadas luego por las escaleras de entrada de la National Gallery de Londres, para que se las coman las palomas (1).

Por otra parte, ¡qué obras de arte hubiera perdido la humanidad si esta costumbre hubiera sido masiva! No tendríamos ni las pirámides de Egipto ni el Taj Mahal, para empezar. La industria turística mundial pagaría las consecuencias de este aventamiento general de cenizas. ¡Con lo que le gusta a la gente, además, acudir a donde está enterrada una persona famosa! Que se lo digan si no al hermano de Lady Di, que se está haciendo de oro, o a los parisinos, cuyo cementerio Pere Lachaise es uno de los principales atractivos turísticos de la ciudad. Y es que es muy difícil resistirse a pasear por un sitio donde están, en bonitas tumbas y monumentos, los restos de gente como Miguel Ángel Asturias, Balzac, Bizet, Maria Callas, Chopin, Corot, Jacques-Louis David, Delacroix, Molière, Modigliani, Jim Morrison, Édith Piaf, Proust, Rudolf Nureyev, Rossini u Oscar Wilde, por nombrar sólo a unos cuantos. Yo misma soy incapaz de sustraerme a la tentación de, cada vez que visito Londres, acudir a la abadía de Westminster y visitar “El rincón de los poetas”, donde están enterrados Chaucer, Dickens, Rudyard Kipling, Lord Byron, Haendel, Milton, Isaac Newton y Charles Darwin, por ejemplo. Es extraña la atracción que ejercen sobre nosotros los restos de las personas que admiramos, sobre todo cuando se dan en una concentración tan elevada como en estos lugares.

Pero también las tumbas de personajes célebres parece que atraen a chalados. Y en el mencionado cementerio de Pere Lachaise lo saben bien. Por épocas se ven obligados a proteger del público ciertas tumbas, como la de Víctor Noir, periodista que fue asesinado en 1870. No es que este personaje sea importante, pero su tumba tiene una estatua de bronce que lo representa yacente, tal como cayó muerto. Y como la estatua tiene la particularidad de presentar una entrepierna bastante abultada, se ha convertido en objeto de culto fetichista por parte de muchas mujeres que se restriegan contra la parte en cuestión para superar sus dificultades en quedar embarazadas. De hecho, mientras que toda la estatua presenta la pátina verdosa propia de un objeto de bronce que está al aire libre, la mencionada protuberancia está dorada y brillante, gracias al continuo frotamiento. Como quedaba un poco extraño ver continuamente a mujeres tumbadas sobre el sepulcro restregándose contra la estatua, tuvieron que colocar una valla, aunque creo que últimamente fue retirada.

También estuvo protegida del público la tumba de Oscar Wilde, cuyo monumento funerario aparecía siempre lleno de huellas de carmín. Esta predilección no acabo de comprenderla, puesto que Wilde era un homosexual que decía cosas bastante ofensivas de las mujeres (2). En fin, siempre hubo señoras a las que les excita que las insulten.

Aunque Cádiz es muy chiquito, aquí no nos privamos de nada. En el cementerio tenemos la tumba del famoso don Rosendo, que era un comerciante del siglo XIX que, según cuentan, era bastante caritativo. Ya en tiempos mucho más recientes se corrió entre el pueblo la noticia de que don Rosendo era como un santo, y que hacía milagros que se le pedían. El frente de su nicho estaba siempre cubierto de velas y flores frescas, hasta varios metros. Últimamente, con el cierre del cementerio de Cádiz, ya sólo quedan allí los restos de las personas que nadie reclama, y el pobre don Rosendo se ha quedado solito, porque el cementerio de Cádiz ya no recibe visitas. Cuando lo trasladen a Chiclana con todos los demás, volverá a ser visitado y agasajado. Y aquí paz y luego gloria (nunca mejor dicho).

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(1) Estas anécdotas y muchas otras cosas curiosas e interesantes se pueden leer en el libro “Bailando sobre la tumba”, en el que el antropólogo Nigel Barley hace un recorrido por costumbres funerarias de todo el mundo.

(2) Frases populares de Oscar Wilde sobre las mujeres:

- La historia de la mujer es la historia de la peor clase de tiranías que el mundo ha conocido. La tiranía del débil sobre el fuerte. La única tiranía duradera.
- Si usted quiere saber lo que una mujer dice realmente, mírela, no la escuche.
- Cómo tener confianza de una mujer que le dice a uno su verdadera edad. Una mujer capaz de decir esto es capaz de decirlo todo.
- No hay nada como el amor de una mujer casada. Es una cosa de la que ningún marido tiene la menor idea.
Las mujeres han sido hechas para ser amadas, no para ser comprendidas.





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viernes, 4 de septiembre de 2020

La canción del viernes



Hace ya bastantes años yo seguía con asiduidad una serie de televisión titulada "Caso abierto". Trataba de un Departamento de la policía dedicado a volver a investigar casos que en su día fueron archivados sin solucionar. La mayoría dormían casi olvidados en polvorientas cajas de cartón amontonadas en un almacén, con la dificultad de que en muchos casos los testigos habían muerto o costaba localizarlos de nuevo. Las pistas estaban "frías". Pero la detective Lily Rush y su equipo eran sensacionales y conseguían solucionar muchos de ellos, trayendo paz y la posibilidad de olvidar a las familias de las víctimas. La serie tenía una banda sonora sensacional. En cada episodio sonaban varias canciones de la época en la que hubieran ocurrido los casos. En uno de los episodios sonó un canción que me encantó, pero no supe ni el título ni quien la cantaba (la serie obtuvo tres veces un premio a la mejor música de series). Me resigné a no volver a escucharla. Pero años después, navegando por internet llegué por casualidad a una web dedicada a aquella serie, y ¡oh maravilla!, la web incluía una tabla en la que figuraban todos los episodios de las distintas temporadas (7), con la lista de las canciones incluidas en cada episodio. Localicé el episodio por la sinopsis del mismo. Lo recordaba perfectamente: trataba del asesinato de un jugador de baseball bastante conocido que había aparecido muerto de una paliza en un callejón. Lily y su equipo localizaron a un amigo de la víctima que les dio la pista del móvil del crimen, dándoles así la pista para llegar a los culpables: la víctima era gay, pero como era un deportista popular no quería salir del armario, lo que supondría el fin de su carrera deportiva. Y fue muerto de una paliza por un grupo homófobo a la salida de un local clandestino para gays.

Total, que localicé la canción que se llamaba "Turn, turn, turn". Con esa información ya supe que la había compuesto un cantante folk llamado Pete Seeger, muy vinculado a movimientos pacifistas. La canción reproduce un texto muy conocido del Eclesiastés, al que Seeger no añadió más que la última estrofa (con una mención a la guerra) y el título. Y claro, la música.  Varias de las canciones de Seeger se hicieron populares en todo el mundo  cantadas por Víctor Jara. Por su vinculación con los movimientos pacifistas, Seeger fue perseguido, por el Comité de Actividades Antinorteamericanas, siendo condenado a 12 meses de cárcel y 17 meses de censura en cualquier medio de comunicación. Con los años, las cosas cambiaron para el autor. En 1994 recibió la Medalla Nacional de las Artes y en 1997 el Grammy en la categoría Folk. En enero de 2009, durante la Ceremonia de Asunción Presidencial de Barack Obama, Pete Seeger tocó junto a Bruce Springsteen y a otros artistas en el Lincoln Memorial de Washington D.C.

Turn, turn, turn,  en concreto fue incluida en el segundo álbum del grupo The byrds. dando además nombre al disco. He encontrado en You tube la canción, cantada por The byrds, pero no me gusta el sonido que le dan, la cantan de una forma muy chillona, todo lo contrario a como aparecía en la serie. Al final, he decidido poneros tres versiones: la de The Byrds, la de Bruce Springteen, y la de Judy Collins (la cantante para quien fue compuesta). Así cada cual puede elegir su preferida. Feliz fin de semana a todos






Y la letra:

To every thing, turn, turn, turn
There is a season, turn, turn, turn
And a time to every purpose under heaven

A time to be born, a time to die
A time to plant, a time to reap
A time to kill, a time to heal
A time to laugh, a time to weep

To everything, turn, turn, turn
There is a season, turn, turn, turn
And a time to every purpose under heaven

A time to build up, a time to break down
A time to dance, a time to mourn
A time to cast away stones
A time to gather stones together

To everything, turn, turn, turn
There is a season, turn, turn, turn
And a time to every purpose under heaven

A time of love, a time of hate
A time of war, a time of peace
A time you may embrace
A time to refrain from embracing

To everything, turn, turn, turn
There is a season, turn, turn, turn
And a time to every purpose under heaven

A time to gain, a time to lose
A time to rend, a time to sew
A time for love, a time for hate
A time for peace, I swear it's not too late

La canción del viernes

Este viernes damos un salto en el tiempo hacia atrás La canción fue escrita cuando yo ni siquiera había nacido, en 1.954. Su título original fue "In others words" , pero acabó llamándose popularmente "Fly me to the moon" por su primera estrofa. Finalmente sus editores le cambiaron el nombre y se quedó con "Fly me to the moon". La han cantado muchos cantantes, desde  Felicia Sanders, la cantante original, hasta Nat King Cole, Paul Anka, Ella Fitzgerald, Judy Garland  o Doris Day, aunque para mi nadie como Frank Sinatra. Cuando Sinatra realizó su versión en 1.964, ya se habían realizado más de 100 versiones, y en 1.995 ya se había grabado más de 300 veces. Bajad las luces, poned a pantalla completa, y ¡adelante! No os pongo la letra porque aparece en el vídeo, en versión original y en español. Feliz fin de semana a todos.