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miércoles, 4 de mayo de 2022

¿Una nueva clase de hombre?

 

Mientras leo un periódico en internet, un banner con mucho movimiento no deja de molestarme, así que finalmente no puedo evitar echarle un vistazo, a ver si así desaparece. Anuncia la revista MAN, con un eslógan que dice “PARA UNA NUEVA CLASE DE HOMBRE“.

Me da la risa tratar de imaginar cuál debe ser esa nueva clase de hombre y cómo debe haber cambiado, en consecuencia, la susodicha revista. Sé lo que me voy a encontrar pero, para que no se diga que hago juicios temerarios, pincho en el banner para comprobar. Y me encuentro:

– A Giselle Bundchen en bragas y sujetador.

– A Miranda Kerr en bikini.

– A Lily Aldridge también en bragas y sujetador, esta vez en encaje rojo.

– A Halle Berry en bikini.

– A Bárbara Palvin (una modelo húngara, por lo visto) en bikini.

– A Noelia López (una modelo sevillana) en bikini.

En cada uno de estos apartados, si pinchas te encuentras dos o tres líneas de texto y una galería de fotos de las respectivas.

– Tres mini-mini artículos, por llamarlos algo (tres párrafos, una línea de texto y dos párrafos de texto, respectivamente) sobre un deportivo Jaguar, ropa para hacer deporte y una marca de ginebra.

Y, claro, la portada, que es Bar Rafaeli con pose de fulana barata, en este caso vestida, aunque sea con unos shorts vaqueros cortísimos y una blusa medio abierta de forma que se vea bien su sujetador de encaje blanco.

Una vez que tengo claro cuáles son los gustos e intereses de la nueva clase de hombre, ¿alguien podría decirme cuáles eran los de la etapa anterior?

miércoles, 10 de noviembre de 2021

¡Qué pena morirse..!

 


La frase del principio, que es una frase célebre de don Marcelino Menéndez Pelayo, la suscribo de pe a pa. La repito completa, para que me comprendáis mejor: ¡Qué pena morirse ahora, cuando me queda tanto por leer! Y es que, a todo lo que he leído, me gustaría sumar a) lo que me gustaría releer, b) muchas cosas ya escritas que andan en busca de editor (como los personajes de Pirandello que andaban en busca de autor), c) Todo eso que aún no se han escrito pero que quizás ya anda rondando la mente de mis autores favoritos y, sobre todo, d) que no paro de descubrir autores que son nombres mil veces oídos cuya lectura vas aplazando, pensando que la vida es muuuuy larga y, de golpe, te das cuenta que aquello tan largo ha pasado muy rápido.

Mi último descubrimiento ha sido Stefan Zweig, uno de esos autores repetidamente postergados. Más que descubrimiento yo diría redescubrimiento.  Hace muchos años vi un película preciosa titulada "Carta de una desconocida" Para empezar la recomiendo vivamente a todo amante del cine clásico. Luego  supe que el guión era una adaptación de una historia de Stefan Zweig, dirigido por Max Ophüls en 1.948. Pasaron los años y yo no terminaba de hincarle el diente a otros libros de ese autor. Siempre había algo más urgente que se metía por medio. Hace uno años, cuando me pasé al libro electrónico, me recomendaron una página web (epub libre) donde me podía descargar gratuitamente miles de libros. Cuando comenzaron a  cerrar aquellas páginas de descargas de películas y series supe que las de libros serían las próximas y cada día entraba para ver las novedades, aprovechando para descargarme de paso novelas policiacas e históricas. Así he acumulado unos 
3.000 libros en mi disco duro. Ahora sé que hice bien porque esa y otras páginas ya no existen (aunque creo que volverán, porque no se puede poner puertas al campo), pero yo tengo mi reserva para algunos años. Y en un momento en que no tenía otra lectura que me apremiara empecé a leer la biografía de María Antonieta de Zweig. Y fue todo un descubrimiento. Porque Zweig tiene una forma muy particular de abordar los personajes. Son lo que alguien llamó "biografías psicológicas". Zweig se centra en explicar la psicología del personaje, con una agudeza admirable. Conocí otra María Antonieta y comprendí, por fin, por que había vivido como lo hizo. Continué con la de María Estuardo y ocurrió lo mismo. Una nueva María muy distinta, desconocida, apareció ante mis ojos y se me hizo totalmente comprensible su trayectoria vital, el sentido de sus acciones, el por qué de sus decisiones. Ahora me queda la de Fouché. Después trataré de conseguir las de Erasmo, Balzac y otras. También tengo un buen montón de sus obras de ficción, novelas, cuentos, etc. Y, en fin, esto es lo hoy tenía para contar, por si alguien tiene tiempo y ganas y busca recomendaciones (suponiendo que se fíe de mi criterio). 







martes, 22 de septiembre de 2020

Una gaditana en Sevilla (2)

En primer lugar pido disculpas por haberme retrasado un día en publicar la segunda parte, pero no me ha sido posible, y además me he entusiasmado escribiendo y esto ha quedado más largo de lo que creía.

Habíamos dejado a Heinrich negociando con los turcos  permiso para excavar en Hissarlick. Tenía razón Schliemann al razonar que el primer paso era convertirse en millonario. Aquello le habría de costar mucho dinero. Schliemann debía pagar los obreros, cualquier gasto que surgiese, todo. El gobierno turco solo puso un hombre para que vigilase los hallazgos que se produjeran, pues el trato incluía que la mitad de todo lo que se encontrase debía quedarse en Turquía. En aquella época las excavaciones se realizaban empleando a masas de hombres que cavaban zanjas muy anchas. Schliemann contrató a un gran número de hombres. Vamos, prácticamente a cualquiera que pudiera usar una pala, un azadón o un pico. Schliemann sabía que el arqueólogo Frank Calvert había excavado en aquella colina sin éxito, pero no se desanimó. Los primeros restos constructivos aparecieron y Schliemann estuvo seguro de que debía perseverar.

Grandes fragmentos de muralla con puertas aparecieron, pero Schliemann continuó excavando y encontró "varias Troyas" cada una reedificada sobre la anterior. Así, Schliemann llamó a esos niveles Troya I hasta Troya IX, aunque algunos, como Troya VII, estaban subdivididos en a, b, c, etc.... (de la edad de bronce al periodo romano)










Aquella excavación parecía no tener fin. Aparecieron "niveles de incendio", con capas de cenizas, maderas quemadas que indicaban que la ciudad había sido incendiada varias veces, y después reconstruida y repoblada. Pero  Schliemann estaba obsesionado por la Troya homérica, la que había dado lugar a la guerra narrada en la Iliada. Y no parecía ser capaz de identificar qué nivel era el que le interesaba, pues ningún hallazgo podía establecer sin dudas el nivel o estrato contemporáneo del desarrollo de los poemas homéricos. La víspera del cierre de lo trabajos, en 1.873, Sophia volvió a una zona cuya excavación había abandonada por considerarse poco prometedora, y le llamó la atención  algo que brillaba entre la tierra. Fue a contárselo a su marido. Este convocó a los trabajadores y les dijo que, con motivo de su cumpleaños, les daba el día libre para que lo celebraran a su salud en las tabernas del pueblo y que la jornada se les pagaría aunque no hicieran su jornada de trabajo. Todos se fueron bastante contentos y así sin testigos, Heinrich y Sophia volvieron al lugar y con sus mismas manos rebuscaron en el punto que Sophia había identificado. Comenzaron a salir objetos de oro, joyas, armas de prestigio. Una lista no exhaustiva de lo hallado podría ser:

Un escudo de bronce, u
n disco grande, provisto de un ónfalos​ y de un largo mango aplanado terminado en una serie de discos pequeños., un caldero de cobre con asas, un artefacto de cobre desconocido, quizás el cerrojo de un arcón, una jarra grande de plata que contenía dos diademas de oro. ( llamadas después las "Joyas de Helena"),​ 8.750 anillos de oro, botones y otros objetos pequeños (collares y pendientes), seis brazaletes de oro, dos copas de oro, un vaso de cobre, una botella de oro labrado, dos copas, una de oro labrado, y la otra de oro fundido, varias copas de terracota, una copa de electrum (mezcla de oro y plata), seis hojas de cuchillo de plata forjada, tres vasos de plata con partes soldadas de cobre, más copas y vasos de plata, trece puntas de lanza, de cobre, catorce hachas de cobre, siete dagas de cobre, otros artefactos de cobre con la llave de un arcón.

Se dice que Schliemann pidió a Sophia su chal, lo extendió, depositó todo encima y, envolviéndolo en el chal, lo llevó a la tienda de campaña que compartía con Sophia, donde ya, con privacidad, observaron detenidamente cada pieza. Hay quien dice que las cosas no ocurrieron así, pero sólo un testigo visual podría decir si fue así o no, y eso no existe, por lo que nunca se podrá saber cómo fue el hallazgo y la extracción del tesoro. Para  Schliemann era la prueba definitiva. Aquello solo podía haber pertenecido a un gran rey, y para Schliemann ese rey solo podía ser Príamo, padre de Héctor y Paris. A partir de ese momento Schliemann ya no dudó que había descubierto la Troya homérica, solo que se había pasado continuando la excavación a niveles anteriores (el tesoro estaba en lo que Schliemann había llamado Troya II).  Schliemann no estaba dispuesto a dividir el conjunto dando la mitad a Turquía, de forma que sacó el tesoro a escondidas poco a poco de Turquía, enviándolo a Grecia, donde la familia de Sophia lo custodió. Cuando Schliemann lo dio a conocer, los arqueólogos "académicos" intentando ridiculizarlo y desacreditarlo, criticaron sus técnicas de excavación y hasta  lo acusaron de haber falsificado el tesoro.

Ante esto, y como opinión propia y sin nada que ver con el libro, mi opinión es:

- Hubo mucha envidia contra Schliemann, porque todos esos arqueólogos no disponían de fondos para financiar excavaciones y tenían que esperar a que alguien pusiera una cantidad importante en sus manos.

- Es cierto que Schliemann era "un aficionado", pero las técnicas de excavación que usaban los contemporáneos de Schliemann, también nos horrorizarían hoy.

- No hay ninguna seguridad para atribuir ese tesoro a Príamo o su época. Pero hoy día no hay razones para sospechar que sea falsificado. Es verdadero, aunque muy posiblemente anterior a la época de los hechos relatados por Homero. La capa en la que el tesoro de Príamo fue supuestamente encontrado fue la de Troya II, mientras que Príamo, según la tradición, habría sido habitante de Troya VI o VIIa, que fueron ocupadas cientos de años después.

- Demostró la existencia histórica de esa ciudad, aun cuando en su apreciación cometió errores de cronología.

Cuando H. Schliemann descubrió, bajo el suelo de Hissarlik, las murallas troyanas no sólo inició la reconstrucción histórica de la, hasta entonces, mítica ciudad, sino que abrió un venero inapreciable para la arqueología. Con posterioridad, las excavaciones de Dörpfeld y de Blegen mostraron, en ese solar, la existencia de nueve ciudades superpuestas a lo largo de los siglos.

- Hay que reconocer que Schliemann, aunque fuera un "aficionado" tuvo el mérito de haber sido el primer arqueólogo en documentar fotográficamente sus hallazgos.

Por el hecho de haber trasladado ilegalmente a Grecia,  sin la debida autorización de las autoridades turcas, ese tesoro, Schliemann fue acusado por el gobierno otomano y condenado a abonar una multa que el arqueólogo pagó quintuplicada con la condición de que le permitieran retener parte de ese hallazgo y le renovaran el permiso para seguir excavando. En cumplimiento de ese acuerdo dejó la parte convenida con destino al antiguo museo de Constantinopla.

En cuanto al citado tesoro, con los años, contra la voluntad de su esposa que quería lo donara al gobierno griego, Schliemann lo confió al cuidado del entonces Imperio alemán, depositándolo en el Reichsbank de Berlín, pero estos objetos desaparecieron en en medio del caos de los últimos días de la Segunda Guerra Mundial sin que nada se supiera de su destino durante décadas. Hace pocos años, la directora de uno de los museos de Moscú, el Museo Pushkin, declaró que el llamado «tesoro de Príamo» estaba en sus depósitos.  Se supo que, para preservarlo de los bombardeos se empaquetó en cajas y se trasladó a un refugio subterráneo. En algún momento, se llevó a los almacenes del Museo Pushkin de Moscú. A pesar de que las cajas estaban correctamente rotuladas e identificadas quedaron olvidadas. Mientras tanto, el mundo entero creía que el tesoro ya no existía. Hace pocos años, la directora de ese museo reconoció que el tesoro estaba entre sus depósitos y que lo expondría para que el público pudiera apreciarlo, y así lo hizo; de esa muestra valiente y memorable, resta un catálogo. Esa actitud, como es de imaginar, dio origen a un conflicto judicial de alcance internacional donde turcos, griegos, alemanes y rusos litigaron –y litigan– por su pertenencia.

Schliemann esperaba para reemprender las excavaciones, pero como la autorización de los turcos para reiniciar las tareas arqueológicas se demoraba más de lo razonable, marchó a Grecia con el propósito de excavar en Micenas.


En Micenas, 
Schliemann hizo lo mismo que había hecho en Troya, seguir al pie de la letra a los clásicos, en este caso al geógrafo Pausanias, concretamente la Descripción de Grecia. Anteriormente los eruditos habían interpretado erróneamente las indicaciones de las tumbas de las que hablaba Pausanias, creyendo que estaban ubicadas todas fuera de la muralla de la acrópolis. (menos mal que era "un aficionado sin estudios") En las excavaciones halló cinco tumbas (en un recinto que ha sido llamado Círculo funerario A) con un total de 20 cadáveres, y en torno a ellos abundantes y ricos ajuares funerarios, con numerosos objetos de oro, bronce, marfil y ámbar. Además halló sesenta dientes de jabalí y un numeroso grupo de sellos con grabados de escenas religiosas, de luchas o de caza. Entre estos hallazgos estaba la llamada máscara de Agamenón, fechada, sin embargo, varios siglos antes de la cronología que tradicionalmente se atribuye al legendario rey. 


   Aunque desde que la hallara, Schliemann llamara "Mascara de Agamenón" a la fabulosa máscara funeraria que pertenecía a uno de los ajuares funerarios, hoy se sabe que no era la tumba del jefe de la coalición griega que luchó en Troya, sino que el conjunto de tumbas era un heroon, es decir, 
 un santuario dedicado por los antiguos griegos y romanos (y en ciertos casos por otros pueblos como los iberos) como lugar de culto o conmemoración de un héroe, erigido frecuentemente sobre su supuesta tumba o cenotafio.El culto habitualmente se centraba alrededor del heroon, en el cual se creía reposaban los restos del héroe (reliquias). Se le hacían ofrendas, comidas y se hacía consideración de que el héroe aún estaba vivo y compartía esas ofrendas. La "posesión" de un héroe por una determinada ciudad era visto como algo fundamental para el buen devenir de ésta.

Aún realizó Scliemann mas excavaciones exitosas:

En 1876 había iniciado unos pequeños sondeos en Tirinto, y en 1877 volvió a Ítaca, exploró la isla en busca de restos arqueológicos y realizó algunos sondeos, pero sin resultados.

En 1880 excavó en Orcómeno, donde encontró un tipo de cerámica que llamó cerámica minia. También descubrió una tumba del tipo tholos, de época micénica.

En 1882-1884, junto con Wilhelm Dörpfeld -un joven arquitecto y arqueólogo alemán ya célebre por sus campañas en Olimpia-, regresó para excavar a mayor escala, inspirado en los datos que sobre esta ciudad habían escrito Homero y Pausanias. Desenterró un palacio micénico de considerables dimensiones.

Schliemann volvió durante tres campañas a Troya. En ellas, su colaborador más valioso fue el citado Wilhelm Dörpfeld. Por los hallazgos de cerámica en estas campañas, Schliemann admitió su error en su creencia inicial de que el estrato de Troya II era el correspondiente a la ciudad homérica, y en cambio ésta debía identificarse con Troya VI. Uno de los hallazgos más llamativos de la última campaña fue el denominado tesoro L, que constaba de cuatro hachas ceremoniales, que trasladó también ilegalmente a Grecia.

Bueno, no quiero aburrir. Leed el libro. En el hay cosas que no he contado. Está descatalogado pero, si no os importa comprar libros de segunda mano, lo podéis encontrar en la Casa del Libro y en Todocolección. Que no me llevo ninguna comisió ¿eh? Simplemente es que cuando algo me gusta mucho, me da mucho coraje que otras personas no disfruten de ello.

Prometo escribir una tercera parte sobre "La vida privada de la Mona Lisa".


domingo, 20 de septiembre de 2020

Una gaditana en Sevilla (1)

 


A primeros de octubre de 1.979 me marché a Sevilla para estudiar la especialidad (es decir, 4º y 5º de carrera). En realidad, mis padres me dejaron en el Colegio Mayor varios días antes de que empezaran las clases porque se iban de viaje y así me dejaban ya en el lugar donde iba a vivir y se podían ir sin preocupaciones, dejando cerrada la casa de Cádiz. Pero el Colegio Mayor estaba vacío porque las 120 alumnas que allí viviríamos llegarían a lo justo para empezar las clases. Estuve como una semana sola en todo el edificio. Estaba un poco aburrida: nadie con quien hablar. En cuanto curioseé la biblioteca, ya no tenía nada más que hacer en aquel edificio hasta que llegara alguien más. El desayuno, que era autoservicio, se podía tomar hasta las 10:00. Así que me levantaba  A las 09: 45, me ponía mi uniforme de andar por casa, unos vaqueros viejos y un jersey de cuello alto verde calentito y "cariñoso", Sí, Juan José, ese que recuerdas tan bien ("cariñoso", así llama una conocida mía a esos jerseys ya viejos pero tan cómodos que te los sigues poniendo hasta que se caen a pedazos)  y bajaba a desayunar antes de que recogieran del comedor las cosas del desayuno. Ya después, tranquilamente, me duchaba sin prisas (no había nadie que estuviera metiendo prisa fuera). Después arreglaba mi cuarto y ya podía vestirme para ir a la calle. Empecé explorando los alrededores, localizando qué tenía cerca que me pudiera ser útil:  tenía muy cerca El Corte Inglés, y la Biblioteca publica. Uno de los primeros días me presenté allí con mi carnet de la Biblioteca Pública de Cádiz y me hicieron uno para la de Sevilla; suponiendo que me pedirían fotos de carnet en la Facultad me hice de un buen montón de ellas, organicé lo que sería mi mesa de estudio en mi habitación con folios, bolis, etc. Ya provista de todo lo que pensé que necesitaría para empezar, me dediqué a hacer el camino a la Facultad probando varias rutas diferentes (ninguna era muy larga, pero cronometré cuanto tardaba en cada una por si iba más o menos apurada de tiempo). Así era yo: metódica, superorganizada, obsesivamente puntual, ordenada y previsora.  Tenía a dos pasos la parada del microbús circular, por si alguna vez iba apurada de tiempo o llovía o hacía demasiado frío para volver andando (Arte era en turno de tarde, de 16:00 a 21:00, de forma que al salir ya era noche cerrada). Hecho todo esto, ya no se me ocurría qué más hacer hasta que empezara a llegar el resto de la gente, que incluía a mis tres amigas del colegio, que estaban allí desde  1º porque estudiaban carreras que no había en Cádiz, además de alguna otra que, aunque había varias más que, sin ser amigas, amigas, habían sido compañeras de clase (estuve en el mismo colegio desde 1º de Primaria hasta 6º de Bachillerato). Después de la cena tenía la sala de la televisión para mi sola. El primer sábado que pasé en Sevilla amaneció gris, con viento y lluvia.   Después de comer me fui a la calle y me puse en dirección al Corte Inglés. No tenía nada que comprar pero, al menos, me entretendría curioseando. No llegué a entrar. En la puerta solían pones unos grandes cajones con cosas a precio de saldo. Y aquella tarde eran libros de bolsillo a 50 pesetas. No pude resistir la tentación y me puse a mirar, del primero al último, no se me fuera a escapar algo. Al final me llevé 5, total, 250 pesetas, algo perfectamente asumible por mi entonces, una estudiante que no tenía ni un duro en el bolsillo. Yo sabía que mis padres estaban haciendo un sacrificio para que yo viviera bien y cómoda en el Colegio Mayor, sin tener que ocuparme más que de estudiar, sin estar pendiente de la compra, la cocina, la lavadora, etc. Mi padre me enviaba todos los meses un giro de 2.000 pesetas. Me llamaba por teléfono todos los viernes a las 13:00 y me preguntaba si necesitaba algo más. Y yo me había jurado que jamás le pedíría ni un duro más. Y lo cumplí los dos cursos que estuve allí. Hay que tener en cuenta que yo tendría que pagarme fotocopias, un paquete de folios si lo necesitaba, transporte si fuera necesario, una cerveza, una entrada de cine o cualquier cosa que hiciera en la calle en un fin de semana si salía. En fin, que me volví al Colegio Mayor con mis 5 libros, que eran: "El tesoro griego", de Irving Stone; "La vida privada de la Mona Lisa", de Pierre la Mure; dos novelas de Georgette Heyer (Sí, yo entonces, con 20 años, leía novelas románticas); y un tomo de una antología de relatos de ciencia-ficción) 

Pues bien, todo este larguísimo prólogo viene porque hoy pensaba a hablar de libros. En estos últimos días uno de mis contactos en Fb, Jorge Carlos Hernández,  compartió un texto y yo recordé aquellos libros comprados en Sevilla, aquellos días. Y decidí que valía la pena recomendarlos. Y aquí estoy, muy segura de mi recomendación. Voy a hacer un spoiler en todo regla, pero no importa si así consigo despertar interés en la historia.

El tesoro griego es la historia de Heinrich y Sophia Schliemann en su momento más extraordinario: el descubrimiento de Troya.

Schliemann es un personaje extraordinario. Hijo de un pastor protestante prusiano, pobre pero bastante culto, nació en 1.822. En la Navidad de 1.829 el niño recibió como regalo un volumen de historia universal de Georg Ludwig Jerrers. El niño quedó particularmente impresionado por un grabado que representaba a Eneas con su padre Anquises y su hijo Ascanio huyendo de Troya en llamas.

El grabado que impresionó
al niño Schliemann
Hay que tener en cuenta de que en aquella época se pensaba que Troya no había existido y que todo lo relatado por Homero en la Iliada y la Odisea era leyendas. Todos los  historiadores y arqueólogos eran unánimes en ésto. El niño se dijo: "cuando sea mayor descubriré Troya y demostraré que esto es verdad".

Empezó a estudiar secundaria, pero a los 14 años tuvo que dejr los estudios por dificultades económicas de su padre y empezó a trabajar como mozo en una tienda de comestibles. Al terminar la jornada, dormía debajo del mostrador. Sus sueños infantiles no se le habían olvidado y razonó: lo primero que tengo que hacer es hacerme millonario, así, con naturalidad,  como si fuera fácil Después de 5 años decidió emigrar a Venezuela buscando más oportunidades, pero el barco naufragó frente a las costas de Holanda. Schliemann se quedó en ese país trabajando como escribiente en una oficina. Decidido a progresar, comenzó a aprender idiomas, para lo que tenía una extraordinaria facilidad. El método que empleaba era muy curioso: iba leyendo el mismo libro en un idioma que dominara y en el idioma que deseaba aprender. Así, sin ningún profesor, llegó a dominar 15 idiomas, uno tras otro, tanto lenguas vivas como muertas. Cuando su empresa abre una sucursal en Rusia, como Heinrich ya dominaba ruso, sus jefes le  proponen trasladarse alli. Allí se desenvolvió tan bien que se independizó e hizo su primera fortuna. En 1.852 se casó con la hija de un rico comerciante ruso. Tuvieron tres hijos pero el matrimonio finalmente fracasó y terminó en divorcio, Continuó ampliando sus negocios y se estableció temporalmente en California, donde se hizo banquero y consiguió su "segunda fortuna". De vuelta a Europa, aprovechando el bloqueo provocado por la guerra de Crimea, se dedicó al comercio a gran escala, aprovisionando al ejército.

Con una fortuna más que sólida e inteligentementemente invertida, se dispuso a segui con su plan.  trasladarse a París, comenzó a estudiar Ciencias de la Antigüedad y Lenguas Orientales en la Universidad de la Sorbona. Y la siguiente fase de su plan: lo siguiente es casarse con una mujer griega, lo que pensaba que le ayudaría a su plan de encontrar Troya. Se traslada a Atenas y pone un anuncio en el periódico: Caballero acomodado busca esposa. Es indispensable que domine el griego clásico y tenga una buena educación. Al día siguiente la cola de mujeres rodeaba por completo la manzana de su hotel. Heinrich las entrevistó a todas, pero ninguna le convenció. Se lo comentó un poco desilusionado a un amigo sacerdote griego  que había sido compañero de estudios y al que Schliemann había contratado como profesor de griego, que le dijo "Creo que conozco a la persona que estás buscando. Déjalo en mis manos". Y aquel amigo organizó un encuentro entre Schliemann y una sobrina suya. Sophia Engastromenos era la hija de una familia rica que se había arruinado. En ese momento su padre tenía una tienda de tejidos. Sophia tenía 14 años y acababa de salir de un prestigioso colegio donde había recibido una aducación de élite.

Recreación del encuentro entre Sophia
y Heinrich en la miniserie ""El tesoro griego"
Su padre le preguntó si estaría dispuesta a sacrificarse casándose con un señor mayor (Schliemann tenía 47 años) para que sus hermanos varones fueran a la universidad Sophia acepta y se organiza una merienda en la casa de verano para que la familia Engastromenos y Schliemann se conocieran. Schliemann se presentó y después dejaron solos a la pareja para que se conocieran a la espera de si congenianban y Sophia aceptaba elplan Heinrich le propuso dar un paseo en barca y así, alejados de la casa, los dos hablaron sinceramente: Heinrich le dijo que, si se casaban no esperara vivir como una rica dama ociosa y le explicó el sueño de su vida, que dormirían en catres de campaña al pie de la excavación y que pisaría más barro que alfombras. 
Foto de boda de Heinrich y Sophia
A Sophia se le iluminaron los ojos y a él le gustó su disposición. Sophia, por su parte, confesó lo que su familia esperaba de él: que se hiciera cargo de costear los estudios universitarios de sus hermanos varones. Heinrich estuvo de acuerdo. Cuando volvieron del paseo comunicaron a la familia de Sophia que ambos estaban de acuerdo. Y la boda se celebró.

En cuanto se hubieron casado, Heinrich estuvo seguro de que ya tenía su "talismán" para encontrar Troya y se puso inmediatamente manos a la obra. Como él partía del convencimiento del núcleo real de lo que todo el mundo creía un mito. Se dispuso a seguir al pie de la letra cualquier indicación geográfica que apareciera en los poemas de Homero. Si Homero contaba que desde las murallas de Troya se veía la flota griega, Schliemann restringia su búsqueda a los lugares que estuviera a una determinada distancia de la costa; si Homero hablaba de un manantial donde brotaba agua fría y caliente, Schlieman, buscaba, dentro de la zona anterior un lugar de esas características; y así, acotando, acotando, con los textos de Homero en la mano Schliemann se fijó en un elevación en un lugar llamado Hissarlik y dijo: allí tiene que ser e inmediatamente se puso a negociar un permiso de excavación con las autoridades turcas.

Bueno, me vais a perdonar pero llevo horas escribiendo y me duele la espalda. Prometo que mañana sigo la historia. 



 

 





miércoles, 29 de julio de 2020

¡Ojalá me lo hubieran explicado así!

En primer curso de carrera (años comunes de Geografía e Historia)  tuve 5 asignaturas: Geografía, Latín, Historia de la Filosofía Antigua y Medieval, Prehistoria e Historia Antigua. Esta última fue mi preferida y Prehistoria. la que menos me gustó. Posiblemente porque me la explicaron mal. El profesor la daba sin ganas, sin entusiasmo A él lo que le gustaba era la Arqueología Medieval y su desgana se transmitía, creo que incluso a su pesar, porque eso suele pasar. La asignatura que explicas tiene que entusiasmarte o no llegarás a los alumnos.

Yo no descubrí la belleza de las Matemáticas hasta 5º de bachillerato. No porque la profesora fuera simpática o pasara la mano, que ninguna de las dos cosa era, sino porque le ENTUSIASMABA la asignatura y desde entonces las Matemáticas me parecieron un divertimento total y absoluto. Además de las tareas "obligatorias" yo tenía de motu proprio  un cuaderno gordo que llené de problemas de integrales y cosas parecidas, que resolvía como pasatiempo.

Uno siempre sabe cuando ha dado una buena clase. Y yo, las mejores clases que he dado han sido sobre temas que ni siquiera estaban en el temario, pero que me fascinaban.

Ahora me doy cuenta de que la Prehistoria me podía haber gustado si me la hubieran explicado de otra forma, porque disfruto MUCHO con documentales o libros que tocan el tema, como el caso de este libro.

Así que recomiendo este libro a todo aquel que quisiera saber sobre el tema de la evolución de la especie humana pero tenga miedo de encontrarse con algo farragoso y complicado. Nada de eso.

Tres revoluciones importantes conformaron el curso de la historia: la revolución cognitiva marcó el inicio de la historia hace unos 70.000 años. La revolución agrícola la aceleró hace unos 12.000 años. La revolución científica, que se puso en marcha hace solo 500 años, bien pudiera poner fin a la historia e iniciar algo completamente diferente. Este libro cuenta el relato de cómo estas tres revoluciones afectaron a los humanos y a los organismos que los acompañan. Bestseller internacional, traducido a 30 lenguas,  con más de diez millones de ejemplares vendidos.

Por cierto, el autor escribió una "continuación" : en "Homo Deus", el autor mira al futuro para ver a donde nos encaminamos.

No es mi costumbre meterme a recomendar libros pero con este creo ir sobre seguro.

martes, 14 de julio de 2020

Verdadera o falsa......Me da igual, yo también quiero decir algo

Seguramente ya sabéis de que hablo, porque en pocos días se ha convertido en popular. Se presenta como la carta de una profesora que critica al sistema educativo y da unas explicaciones apoyándose en la gramática. Inmediatamente ha salido la réplica aduciendo que es falsa, que salió por primera vez en 2009, que la persona que dice ser la autora no existe y que lo que dice de gramática es erróneo.


Como hace tiempo que quería hablar de esto, aprovecho la polémica y digo lo que algunos famosos en las entrevistas: Me alegro de que me hagas esta pregunta.

La gramática no es mi especialidad, así que ahí no me meteré, pero estoy perfectamente capacitada para hablar de MI EXPERIENCIA PERSONAL Y PROFESIONAL.

Es curioso como el momento en que naces te condiciona muchas cosas en la vida, y no me refiero a cartas astrales y otras pamemas anticientíficas. Nací en 1959, por lo que me tocó vivir bajo unos planes educativos determinados, que en mi caso me configuraron como la persona que soy. No fui a párvulos porque mis padres prefirieron tenerme en casa el mayor tiempo posible, pero no estaba dejada de la mano de Dios.

Mi hermano y yo tuvimos unas profesoras en casa y cuando entré en Primaria no iba en desventaja: sabía leer (sin silabear), escribir (con buena letra), sumar y restar con toda corrección. A leer me enseñó mi abuela con 4 años, y desde ese momento leí todo cuanto cayó en mis manos, que fue mucho, pues mi casa estaba llena de libros. Cuando todavía no leía mi abuelo me leía los cuentos.

 El primero que tuve de mi propiedad se llamaba "Beee, el corderito travieso". Era en verso y, tantas veces me lo leyeron que me lo aprendí de memoria perfectamente. También memoricé muchas fábulas y cosillas parecidas. Recuerdo perfectamente muchos de mis libros, como una adaptación infantil de La Iliada, con su tapa dura y unas ilustraciones preciosas. Recuerdo los "Cuentos de la Alhambra", de Washington Irving, superviviente de una colección enorme que había en casa de mi abuela paterna para mi padre y sus hermanos.

Leyendo, leyendo, aprendí a escribir sin faltas de ortografía, y si alguna se escapaba, el copiar 25 veces la palabra correctamente escrita eliminaba el error, pues, aunque no teníamos Pretecnología o Conocimiento del Medio como asignaturas, sí teníamos tiempo para hacer un dictado TODOS LOS DÍAS. Con 12 y 13 años tuve la asignatura de Latín y fijaos, la superé sin traumas. Al llegar a 5º de Bachillerato elegí Ciencias, pero mis asignaturas también incluían Historia del Arte, Historia Universal, Filosofía y Literatura, pues escoger una rama  no implicaba cercenar  la otra, eso me convirtió en una persona con curiosidad por un gran abanico de temas, con base para disfrutar POR IGUAL de la Ciencia y de la Poesía. Dada la fecha en que nací la televisión que conocí incluía aquellos "Estudio 1", donde ví a los grandes actores del teatro español representando La vida es sueño, Fuenteovejuna, El caballero de Olmedo o El alcalde de Zalamea, pero también a Ibsen, Moliere, Chejov o Balzac. Me enamoré del teatro en verso, de Shakespeare, del teatro  clásico griego, y todo ese repertorio me enseñó no sólo literatura, sino también ética y valores (una vez escribí, hace tiempo, que un estudio profundo de Antígona debería ser obligatorio para políticos). Voy terminando ya, no voy a insistir más, pero no me resisto a contar una conocida anécdota:

La de ministro Solís, defendiendo en las cortes franquistas un proyecto de ley para aumentar las horas de deporte en detrimento de asignaturas como el latín. Solís,  nacido en Cabra, provincia de Córdoba,  alardeaba de su cerrado acento andaluz y se vanagloriaba de ser lo que él entendía ser un hombre del pueblo, pero que no era más que ordinariez e ignorancia, terminó su discurso espetando con un volumen casi a gritos :

"¿porque,  en definitiva para que sirve hoy, el latín?"

Y D. Adolfo Muñoz Alonso, natural de Valladolid, profesor de la Universidad Complutense y amante de la cultura, no pudo contenerse y desde su escaño contestó al ministro. Solís:


"Por de pronto, señor ministro, sirve para que a Su Señoría, que ha nacido en Cabra, le llamen egabrense y no otra cosa." (entiéndase cabrón).

Es un  tema recurrente  que si los niños sólo miran pantallas de móviles, tablets etc... Esta mañana, leyendo peródicos me vino a la memoria una experiencia de mis tiempos como profesora de instituto, que traigo aquí para  conocer vuestro parecer. Yo opino que lo adultos son los culpables de todo esto.

Si a un niño le das siempre bazofia, acabará gustándole o acostumbrándose..

A mí me encanta El Tenorio, y comprendo que siga siendo un referente del teatro español. Los más grandes actores le han dejado su impronta. Oir la profunda y maravillosa voz de Fernando Guillén recitando esos versos hace  que mi interior se derrita como  un helado bajo el sol de agosto. Quizás sea porque desciendo de un autor de dramas románticos, Eusebio Asquerino. Ahora casi nadie lo recuerda, pero en su época disfrutó del suficiente reconocimiento como para que Esquivel lo incluyera en un cuadro que retrata a los poetas románticos, cuadro que está en el Prado. En fin, sea porqué crecí viendo la obra en la televisión cada día de difuntos de mi infancia, por  mandato de mi ADN o porque me gusta el teatro en verso, aquí estoy.


Lo que ocurrió en el instituto fue que hice una apuesta con el profesor de Lengua y Literatura, cuando entró en la sala de profesores bufando y quejándose de los alumnos de 2º de ESO. Entonces le hice una apuesta: Pondría en una clase de 2º de ESO la grabación de una  representación del Tenorio. ¡Teatro en verso y en blanco y negro!, dijo mi compañero, estoy seguro de que no aguantarán ni 10 minutos. Aguantaron, por supuesto. Les encantó la chulería del Don Juan, la apuesta con Don Luis Mejía, el desafío a los muertos, todo. Y al final de la clase tuve que prometerles que en la siguiente clase seguiríamos hasta el final. Sólo fue necesario lo normal, ponerles en el contexto con unas breves explicaciones y explicarles el significado de algunas palabras.


Hubo un inesperado efecto secundario:  durante unos días se oyó en el patio palabras como bellaco, malandrines, rufián, pero nadie protestó y todo pasó. Mi compañero aceptó mi victoria y yo demostré que a los niños no hay que tratarlos como a retrasados.


Podría decir muchas otras cosas, Tengo una anécdota a cuenta de la palabra  "botarate" pero no quiero cansaros, así que si se plantea otra cosa seguimos en los comentarios, Prometo contestar  a todos y cada uno.





domingo, 16 de febrero de 2020

Paisanos ilustres

Hoy me voy a atrever a algo nuevo. Nunca me he considerado suficientemente preparada o informada como para comentar libros. Pero, al fin y al cabo este blog es casi mi secreto.Pocos lo leen, nadie deja comentarios, pocos  vienen por aquí, así que puedo escribir lo que se me antoje sin miedo a quedar mal o al ridículo.

Que conste que esta entrada refleja tan solo mi opinión, mis gustos, mis simpatías o antipatías, mis intereses y no se le debe dar más importancia que a eso.

No soy una autoridad, sólo alguien que aprendió a leer a los 4 años y desde entonces no ha parado, que por obligaciones tuvo que leer algunos libros muy espesos (Recuerdo con especial  sufrimiento Laocoonte. de Gotthold Ephraim Lessing, lectura obligatoria en 4º de carrera, en la asignatura Arte Clásico, un tostonazo sobre las fronteras de la pintura y la poesía escrito por un alemán del siglo XVIII, creo que filósofo). Por eso, ahora que las circunstancia me han privado de muchos hobbies, he decidido que sólo me apetecen lecturas más ligeras, fundamentalmente novelas policíacas e históricas, algo de divulgación científica y alguna novela romántica de tarde en tarde..

Con este libro cuya portada os muestro, he ido a colmar una curiosidad que tenia desde hace años sobre uno de mis más ilustres paisanos.El personaje merece de sobra dedicarle el tiempo necesario a leer este libro.

 Lucio Cornelio Balbo (llamado el mayor, para distinguirlo de su sobrino del mismo nombre fue un riquísimo comerciante y banquero gaditano de familia de origen cartaginés. No se conoce su fecha de nacimiento, ni hay un retrato suyo, pero podemos situarlo sabiendo que fue contemporáneo de César y Pompeyo. ) Conoció a Pompeyo durante las guerras sertorianas y tuvieron una gran amistad. Balbo consiguió la ciudadanía romana, extensible a toda su familia. Después de la guerra se traslada a Roma, donde alcanzó gran influencia. Vinculado también a Julio César, su inteligencia y su fortuna facilitó el triunvirato de César, Pompeyo y Craso. Se encuentra en la primera línea de la alta política. Y cuando Cesar, terminado el triunvirato, marcha a Galia como proconsul. Balbo va con él con el cargo de praefectus fabrum. Consiguió la ciudadanía romana para todos los gaditanos. En el año 40 a. C. obtuvo el consulado, máximo cargo en Roma, siendo el primer no itálico en conseguirlo. Al retirarse de la política se dedicó a apoyar a su sobrino. No se conoce la fecha de su muerte, pero debía ser inmensamente rico, pues dejó en su testamento a cada cuidadano romano 20 denarios de plata.

Teatro romano de Cádiz
construido por Balbo al mayor
 Fue generoso con su ciudad de origen, amplando Gades y su puerto con la llamada Neapolis, donde se ubica el teatro de Balbo, segundo teatro más grande de la Hispania romana y más antiguo de todos, construido con gran lujo de materiales y en cuya excavación trabajé durante varias campañas. Posiblemente también le debamos la construcción del acueducto que traía el agua a la ciudad y que terminaba en unos extraordinarios depósitos, famosos por sus espléndidos mosaicos.

El sobrino también tiene su historia. Fue el primer no itálico al que se le concedió, por su victoria sobre los garamantes, un triunfo en Roma, que era lo máximo a lo que podía aspirarse. Con el botín de esa victoria construyó varios edificios públicos en Roma y en Gades ensanchando la ciudad y su puerto, y escribió un tratado sobre cuestiones religiosas llamado Exegeticon, y una tragedia, Iter.


Como ocurre con su tío, no se conoce la fecha de su muerte. 

martes, 3 de septiembre de 2019

117. Huracán sentimental

El otro día fui a la biblioteca, a cambiar un par de novelas. Como siempre hago, miré la pila de libros que acaban de devolver y todavía no han colocado en las estanterías, por si había algo interesante. Y me llamó la atención un estudio sobre las fantasías sexuales de las mujeres españolas. Lo hojeé un poco y, total, que me lo llevé, junto con un par de novelas policiacas, porque no era el típico estudio académico, aburrido y de lenguaje ultra técnico, sino que era la transcripción de unas encuestas pasadas a muchas mujeres, tal cual, en las mismas palabras en las que ellas las habían escrito. Luego, claro está, las autoras las habían clasificado por grupos e introducido una serie de comentarios al final de cada categoría.

No voy a hablar de las fantasías, aunque algunas son alucinantes. A lo mejor más adelante, cuando acabe el libro, trato el tema. Lo que me dejó un poco perpleja es que todas las mujeres que participaron en el estudio parecen haber tenido un recorrido sentimental (era una de las cosas que tenían que contar en la encuesta) como para volver loca a cualquiera.

Nada de un novio, con el que rompes, y luego otro, que puede ser al poco tiempo, o inmediatamente. Algún rollete entre novio y novio, probablemente una boda, quizás un divorcio y una segunda relación de pareja, etc. En fin, algo que entre dentro de lo normal.

Pues no, debe ser que lo normal es, por poner un ejemplo, haber cortado con tu novio pero seguir teniendo relaciones sexuales con él durante un año y medio más, al mismo tiempo que te conviertes en la amante de tu jefe casado y simultáneamente empiezas otro noviazgo. Y en los ratitos libres, algunos rollitos intrascendentes y de cortísima duración (lo que dura una estancia de unos días en la playa o un puente en una casita rural, por ejemplo). Boda con el segundo novio, previo abandono del jefe-amante, pero no abandono del todo, porque sigues un poco enganchada a él. Ruptura definitiva con el jefe-amante junto con divorcio del marido (sólo para tener un ratito para respirar), para continuar quitándole la pareja a tu mejor amiga, pero te arrepientes en seguida y te llevas una temporada desaforada de continuos rollos de una noche. Esto tampoco te lleva precisamente a la serenidad por lo que, por primera vez en muchos años, te pasas una temporada en la que no quieres saber nada de hombres. Pero esto dura poco, porque en seguida un compañero de trabajo te tira los tejos y lo vas simultaneándo con el ex-marido, al que sigues viendo porque tenéis hijos en común. En fin, un plan como para volverse tarumba. Y casi todas las historias son variaciones de temas similares.

Yo pensaba que habría un punto de equilibrio entre el caso de unico novio y matrimonio hasta la muerte y este maremágnum de relaciones, este huracán de emociones durante años y años. Y pensaba que ese estado intermedio sería lo normal, lo que ocurría a la mayoría. Pero, una de dos. O yo estaba equivocada y soy y vivo entre anormales, o la muestra para este estudio está totalmente sesgada.

domingo, 1 de septiembre de 2019

71. Si no lo digo, reviento

Ya sé que hoy es el Día del Libro y todo eso. Y que este post puede ser uno de los que me atiborran el blog de comentarios insultantes (borrados sin piedad ipso-facto), pero es que llevo toda mi vida aguantándome, sin decirlo, sin insinuarlo siquiera. Y ya es demasiado para mi cuerpo, que son demasiados años de autocontrol y tarde o temprano todo salta por los aires. Así que he decidido decirlo con toda naturalidad, y que arda Troya.

Odio “El Principito”. Más que odiarlo, me da risa, me produce vergüenza ajena. Sensiblería barata, fraseología cursi de presentación de Power Point y pseudofilosofía de vía estrecha. Eso es lo que me ha parecido siempre. Por mi parte, sin más comentarios.



Imagino que casi todo el mundo se ha privado alguna vez de decir lo que en realidad piensa de una obra literaria, o pictórica, de esas que todo el mundo alaba y que nadie se atreve a criticar por no parecer ignorante, iletrado o algo peor. Nada más lejos de mi intención que ofender a nadie. Pido perdón por anticipado si lo hago. Pero si tengo un blog es, entre otras cosas, para decir lo que opino sobre lo divino y lo humano.

¿Os atrevéis en un día como hoy, aniversario de la batalla de Villalar, día definitivo de la derrota de los comuneros, a echarle tanto valor al asunto como se lo echaron al suyo Padilla, Bravo, Maldonado y otros tantos? ¿Os atreveréis a nombrar un libro de esos que aparecen en las listas de obras maestras, pero que vosotros no podéis soportar?



jueves, 29 de agosto de 2019

28. Recomendaciones "literarias"

  Echando un vistazo a un catálogo de libros en Internet, encontré uno cuyo título me llamó la atención. Pensé que era uno de esos “tipo recopilación de monólogos del Club de la Comedia”, o algo parecido. Pero no, era totalmente en serio, y lo publica una editorial especializada, por lo visto, en alpinismo, senderismo y demás. Como siempre, en cualquier circunstancia, pienso en vosotros, y teniendo en cuenta que estamos en unos días en los que la gente sale escopetada de sus casas buscando un rinconcito donde pillar una salmonelosis, romperse una pierna o chocarse con el coche a gusto, os paso la información, que seguro os será de mucha utilidad:

– Cómo cagar en el monte. Kathleen Meyer. Ediciones Desnivel. Precio, 10’5 euros.

Se define como “una aproximación ecológicamente sensata a un arte perdido”. Lo de llamar arte a esta actividad me parece un poco excesivo, la verdad. Por otra parte, enlaza perfectamente con el clima de histeria colectiva actual, ya que habla de “alarma” ante el grave problema de contaminación causado por los excrementos humanos en nuestros campos. Recalca la importancia de cavar un agujero antes de la maniobra que da título al libro, lo cual no acabo de ver claro. Porque normalmente estas cosas suceden con cierta urgencia, y si no existe la urgencia esperas a tener a tu alcance un confortable cuarto de baño. ¿Cómo casa entonces la urgencia con la previsión de llevar una pala (aunque sea pequeña) y entretenerse en cavar un agujero? En fin, 128 páginas repletas de sabiduría y consejos que van ya por la 5ª edición.

Nada más leer la reseña del libro supe que tendría que escribir un post sobre el tema. Para que no quedara un poco escaso seguí buscando otros títulos de la misma editorial que fueran igual de útiles y necesarios. Y los encontré, faltaría más, que se publica de todo y sobre cualquier cosa.

        – Senderismo para masoquistas. Fernando Sánchez-Cuenca Alomar. Ediciones Desnivel. Precio, 15 euros.

Una vez que ya has conseguido tu objetivo de despeñarte por ahí, no vas a caer en la mariconada de esperar a que te rescaten. Este libro nos enseña a ser autosuficientes y a no molestar a la Guardia Civil, a la Cruz Roja y otras instituciones que no están para tonterías como ir recogiendo nuestros pedazos por quebradas y torrenteras. A mí, realmente, se me queda corta esta lista de libros. Sugiero a los autores otros títulos como “Autoextracción de muelas”, “Autooperaciones a corazón abierto” o, incluso, “Autotrasplantes de hígado”.

Que los disfrutéis.

Veinticinco rutas seleccionadas para aquellos que necesitan sufrir con recorridos agotadores, amenizados con una alta posibilidad de sufrir un accidente y fastidiar las vacaciones a toda la familia.

  Autorrescate en barrancos. Jesús Montesa y Obdulia García. Ediciones Desnivel. Precio, 15 euros.

Una vez que ya has conseguido tu objetivo de despeñarte por ahí, no vas a caer en la mariconada de esperar a que te rescaten. Este libro nos enseña a ser autosuficientes y a no molestar a la Guardia Civil, a la Cruz Roja y otras instituciones que no están para tonterías como ir recogiendo nuestros pedazos por quebradas y torrenteras. A mí, realmente, se me queda corta esta lista de libros. Sugiero a los autores otros títulos como “Autoextracción de muelas”, “Autooperaciones a corazón abierto” o, incluso, “Autotrasplantes de hígado”.

miércoles, 28 de agosto de 2019

14. Lectura pública

Decía Jérôme Carcopino, al comenzar un capítulo de su obra “La vida cotidiana en Roma en el apogeo del Imperio”, “el hábito de las lecturas públicas, preocupación obsesiva y eterna labor de los romanos cultivados, es tan ajeno a nuestras costumbres que requiere una breve explicación”. Se nota que Carcopino escribía esto en 1939, porque si hubiera vivido en nuestra época no lo hubiera considerado, algo “tan ajeno a nuestras costumbres”.

Organizar lecturas públicas se convirtió en una verdadera adicción para los romanos, no sólo para los escritores pobres o principiantes (que veían un medio de dar a conocer su obra), sino para todo aquel con ínfulas de orador, historiador o poeta, fuese cual fuese su ocupación. Según Carcopino, llego a haber tantos escritores como público. La gente asistía por compromiso, por cuestiones políticas, o simplemente porque le pagaban por hacerlo, pero durante aquellas larguísimas sesiones, que a veces duraban más de un día, desconectaban inmediatamente, limitándose a fingir atención.

Mientras leía a Carcopino pensé que hemos vuelto a caer en el mismo vicio que los romanos, y que los blogs son el equivalente de aquellas lecturas públicas, con las ventajas de la brevedad y de que no hemos de alquilar una sala ni reservar un espacio en nuestras casas para ello. Las facilidades que disfrutamos ahora tienen el peligro de que cualquiera de nosotros comience a creerse un literato porque es capaz de hilar cuatro frases, y porque siempre hay quien, por amistad o por que escribe peor que nosotros, nos halaga desmesuradamente.

Espero que no tenga sobre la literatura el mismo efecto nefasto que tuvo en aquella época.

12. Libros con los que me reí a carcajadas (intelectuales abstenerse)

Como me he levantado temprano y estoy de vacaciones, no tengo ya excusas para no hacer alguna de las cosas que vengo postergando desde hace meses. Así que he cogido el trapo del polvo y me he puesto a la tarea de quitarle el polvo a los libros.

 El caso es que sólo he completado tres estantes, porque no he podido resistir la tentación de, antes de volverlos a poner en su sitio, echar una ojeada a alguna página de cada libro.

Esa particular “antología” ha constado de fragmentos como la despedida de Héctor y Andrómaca de “La Iliada”, la escena segunda del acto segundo de “Romeo y Julieta” (aquello de “jura por tu graciosa persona, que es el dios de mi idolatría, y te creeré”), un par de páginas de “Antígona”… Pero mi forma de ordenar los libros resulta bastante particular y en el mismo estante están mezclados géneros muy diversos. Total, que en medio de tanta solemnidad un par de veces me he sorprendido riéndome a carcajadas, exactamente igual que cuando leí esos libros por primera vez. Así que son esos los libros que hoy voy a recomendar.

Que quede claro que no soy experta en literatura (ni en ninguna otra cosa). Probablemente en muchas ocasiones me entusiasmo con obras de estilo más que deleznable, y la mayoría de las veces no exijo a un libro que me cambie la vida, sino sólo que me entretenga un poco. Por cuestiones de trabajo a veces tengo que leer libros tremendamente densos, de forma que en mi tiempo libre huyo como de la peste de esos libros en los que continuamente te das cuenta de que en los últimos minutos no has entendido nada y tienes que volver atrás un par de págnas.

Por otro lado, son libros que también gustarán a un quinceañero, así que si tenéis algún sobrino para quien todavía no habéis comprado un regalo de Reyes, esta puede ser una buena opción.

El primero es “Mi familia y otros animales” de Gerald Durrell (hermano de Lawrence Durrell, el autor de “El cuarteto de Alejandría”). Es el primero de una trilogía que se completa con “Bichos y demás parientes” y “El jardín de los dioses”. En ellos el autor relata los años de su infancia que pasó en la isla de Corfú, con su excéntrica familia.

El segundo también es el primero de otra trilogía. Se trata de “Todas las criaturas grandes y pequeñas”, de James Herriot: las aventuras de un veterinario novato en el Yorkshire de 1937. Los otros dos volúmenes son “Todas las cosas brillantes y hermosas” y “Todas las cosas sabias y maravillosas”.

Aunque leí esos libros antes de los 18 años, y los he releído varias veces, todavía me sigo riendo a carcajada limpia, que no es ninguna tontería.