domingo, 13 de diciembre de 2020

Conversaciones en la carretera


 

Desde mi casa (en el centro de Cádiz) a mi trabajo (en medio del campo a medio camino entre otras dos poblaciones) hay unos 35 minutos en coche. De los diez trayectos semanales (cinco de ida y cinco de vuelta), tengo la suerte de hacer seis de ellos en el coche de una compañera que vive muy cerca de mi casa.


Las dos somos bastante charlatanas, Por la mañana nos ponemos una música marchosa y cantamos como locas (garantizo que "Twist and shout", de Beatles te pone a mil, lo ideal para afrontar una dura jornada). Al regreso, el cansacio ya sólo nos deja la oportunidad de una tranquila conversación pero la evolución de las conversaciones a lo largo de la semana es bien patente. A medida que avanza la semana las conversaciones van degenerando hasta llegar a un punto bastante surrealista, y las del regreso del viernes son ya bastante curiosas. Debo decir que con ello me refiero al tema de la conversación, pues abordamos todos los asuntos con igual seriedad, como si estuviéramos decidiendo dónde invertir los ahorros de nuestra vida. Lo que se convierte en un desbarre total son los temas abordados, no la forma de abordarlos.


Ejemplo de la conversación sostenida entre las 14’55 y las 15’30 de hoy, viernes 7 de mayo, entre dos mujeres adultas (31 y 50 años, respectivamente), profesionales, con dos titulaciones universitarias por cabeza: qué superpoderes nos gustaría tener y por qué (absolutamente verídico).


En un principio las dos nos pedimos la teletransportación. Luego pasamos a discutir las consecuencias de todo ello (ya digo que lo abordamos todo con mucha seriedad). Reflexionamos sobre cómo afectaría al sector de los transportes, sobre el mal uso que se podría hacer de semejante don, si se podría exigir determinadas condiciones a la gente para tener ese poder, qué condiciones podrían ser esas, etc.

Después de una sesuda conversación, teoría de las supercuerdas y multiuniversos incluída, mi compañera siguió con su idea inicial de pedirse la teletransportación. Y yo cambié mi idea inicial y ahora me pido la bolsa de Mary Poppins. Un viernes al final de la jornada estoy demasiado cansada para pensar en implicaciones éticas.







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