domingo, 31 de mayo de 2020

El día en el que conocí a la Dama



Estoy segura de que no muchas personas podrán dar razón del día exacto en que surgió en ellas una vocación determinada. En mi caso, sí. Y, apurando un poco, casi puedo precisar la hora.

Yo había elegido bachillerato de Ciencias sin saber exactamente qué era lo que más me gustaba, pero sabiendo perfectamente que no me gustaba la Lengua, el Inglés, el Latín y el Griego. A lo largo del Bachillerato confirmé que me encantaban las Matemáticas, el Dibujo Técnico y la Física,  y que no me gustaban la Química y la Biología. Pero también me interesaban mucho la Historia y la Historia del Arte (1).

El caso es que en COU, sin despeinarme siquiera, saqué un 10 redondo en todos los exámenes de  Matemáticas del curso, y el profesor me dijo que daba por hecho que estudiaría Exactas (2).

Yo todavía no había tomado una decisión, pero en ese momento la tomé. Total, que todavía con 16 añitos y la Selectividad ya aprobada, le digo a mi padre que quería matricularme en Exactas, en Sevilla. Y mi padre dijo que si yo pensaba que con 17 recién cumplidos me iba a ir a Sevilla, es que estaba loca.

Por si alguien lo duda, hasta ese momento no había nada que hiciera presagiar que me iba a dedicar a la orgía y el desenfreno, pero es que estábamos en el año 1976, y las cosas eran de otra manera.

Total, que las opciones que se me ofrecían en Cádiz era Medicina, Enfermería, Empresariales, Naútica, Química, Derecho, Magisterio, varias Ingenierías Técnicas, Filología y Geografía e Historia. Y más por eliminación que por verdadero interés, comencé la carrera de Geografía e Historia. Cuando terminé 3º de carrera (los cursos comunes) tuve que volver a plantearme qué elegir.

 Así que elegí hacer la especialidad de Historia del Arte y ya, con 19 años y a punto de cumplir 20, mi padre no se negó a que me fuera a Sevilla.

El verano después de ese primer curso en Sevilla, la vida me había cambiado mucho.  En septiembre de 1.980 yo era una estudiante que apuraba sus últimos días de vacaciones. Todavía no tenía claro qué hacer al terminar la carrera pero no estaba muy agobiada porque tenía todo un año por delante para decidir.


Y entonces, el 26 de septiembre de 1.980 a la hora del almuerzo, recibí una llamada de teléfono de mi amiga E. Estábamos juntas desde pequeñas en el colegio, y en Sevilla vivíamos en el mismo Colegio Mayor. Muy nerviosa, me cuenta que al tirar el chalet de su abuela para construir otro edificio habían descubierto algo importante. Que se había acordado de mí por lo que me interesaba la Historia y el Arte, y que si me acercaba esa tarde ella se ocuparía de que me dejaran pasar, porque el solar estaba cercado por una valla alta y no se veía nada desde la calle.

Con muy pocas ganas (por el calor y el cansancio de la playa) me arrastré sobre las seis de la tarde hasta el lugar, donde ya me estaba esperando E. Un señor de la constructora, que ya nos estaba esperando, nos dejó pasar, haciéndonos sobre todo la recomendación de que nos pusiéramos en un sitio donde no estorbásemos, para que a nadie se le ocurriera preguntar qué hacíamos allí. E. y yo nos sentamos muy modositas al filo del gran hueco que habían excavado para los cimientos de la casa y entonces vi por primera vez el sarcófago antropoide femenino, sin nada más a su alrededor que suelo arenoso, limpio y vacío. Los dientes de una excavadora habían chocado rompiendo la tapa a la altura de los piesy dejando un profundo arañazo vertical a lo largo de la tapa que se llevó por delante el extremo de un dedo, pero había respetado el resto del relieve. Incluso se conservaba la policromía rojiza del pelo. Estaba en una zona alejado de cualquier otra tumba. No había nada más a su alrededor. Estaba protegido por sillares de piedra ostionera local tallados de modo que seguían la forma  de la caja.

Hay que especificar que Cádiz era famoso en el mundo de la arqueología española por haber proporcionado el único ejemplar de un sarcófago antropoide fenicio que existía en nuestro país. Apareció en 1887, y fue un hallazgo fundamental en la arqueología española. Y en toda Europa sólo existían el ejemplar de Cádiz y dos o tres más en Sicilia. Por eso, el que saliera otro más en Cádiz, casi cien años después, y esta vez femenino, era todo un bombazo.

Alrededor del sarcófago se afanaban seis o siete personas, todos ellos bastante jóvenes. Recogían hasta la más mínima esquirla de mármol con vistas a la restauración. De lo que podía haber dentro del sarcófago no se veía nada.

Me quedé todo el tiempo que pude, hasta que ya no se veía nada. E. se había aburrido muy pronto y se había marchado, pero yo estaba como hipnotizada. En ese momento decidí que cuando acabara la carrera yo quería hacer lo mismo que aquel grupo de gente que estaba allí. Con mi título ya bajo el brazo pero sin tener ni idea de lo que era trabajar en arqueología, me presenté una mañana en el Museo Provincial, donde me atendió con muchísima amabilidad el Director, que era una de las personas que yo había visto aquella tarde. E inmediatamente me vi rodeada de un grupo de gente estupenda que me enseñaron de todo, y con quienes pasé los siete u ocho años siguientes, que fueron los más interesantes y divertidos de mi vida. 

El descubrimiento del sarcófago tuvo mucha repercusión por existir tan pocas piezas de este tipo en Europa, se escribieron muchos artículos. Viajó a Venecia para ser expuesto en la gran exposición "Los fenicios", en el Palazzo Grassi. Hoy día se han corregido algunas afirmaciones apresuradas que se hicieron en aquel momento, las más curiosa de los cuales es que todo parece indicar que el primero de los sarcófagos antropoides que presenta un rostro masculino barbado contenía un esqueleto femenino (3) y "La Dama", con su rostro femenino y sus senos marcados contenía el esqueleto de un hombre. Recientemente se ha anunciado un estudio profundo de ambos esqueletos que, con la tecnología actual, nos aclarará el misterio. 


Luego las circunstancias me llevaron por otro camino, pero no me voy a poner a jugar a aquello de “qué hubiera pasado si…” Hay que mirar para delante y no hacerse preguntas que, de todas formas, no tienen respuesta. De cualquier modo, mi estado de salud actual no me permitiría ahora mismo muchas cosas. Con mi fibromialgia a cuestas me resultaría imposible pasar horas y horas en cuclillas en el fondo de un agujero húmedo, o hacer jornadas de trabajo maratonianas, luchando contra el tiempo en una excavación de urgencia. De todas formas hubiera tenido que abandonar el trabajo de campo y dedicarme a la investigación en el Museo Quizás haya que decir aquello de “bien está lo que bien acaba”. De cualquier forma, la decisión que tomé ese día me encaminó correctamente a lo que ha sido mi vida. He disfrutado de la enseñanza durante 21 años. Así, repito; "Bien está lo que bien acaba".



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(1) El plan de estudios que me tocó en suerte era tan completo que en Bachillerato de Ciencias teníamos esas asignaturas como obligatorias.

(2) Y con el profesor más hueso de Cádiz en esa asignatura, que tenía aterrorizados hasta a los alumnos de 1º de la Facultad de Químicas, donde también daba clase. Yo, con mi 10 en la nota final, me esperaba una matrícula de honor, pero no me la pusieron. Le pregunté al profesor por qué y me respondió que si hubiera sido otra persona, con esas notas me la hubiera puesto, pero que le constaba que no me había costado ningún trabajo porque le constaba "que ni siquiera estudiaba para los exámenes". Le contesté que era cierto, que me limitaba a atender a las explicaciones y a traer la tarea hecha todos los días, porque lo entendía todo muy bien. Así y todo, me aconsejó que estudiara exactas porque estaba claro que se me daban bien.

(3) Ya en el momento de su aparición, las descripciones de los técnicos hablaron de un  esqueleto de constitución grácil, más propio de una mujer.



domingo, 24 de mayo de 2020

La niña prodigio gaditana

De tanto en tanto, el blog de Descla nos ofrece unas entradas interesantísimas sobre personajes bastante desconocidos a pesar de ser gente muy especial que por diferentes motivos han tenido vidas muy poco corrientes o han realizado grandes hazañas. Resulta penoso que millones de personas puedan rellenar un montón de folios con detalles de la vida de la Esteban u otros bufones televisivos y, sin embargo, sea dificilísimo encontrar información sobre personajes que parecen sacados de una novela de aventuras, del guión de una película de fantasía o de una epopeya al estilo homérico.

Así que yo también pongo mi granito de arena y doy a conocer a los cuatro o cinco que se pasan por mi blog la historia de una paisana que para alguna gente de Cádiz es simplemente el nombre de una calle, y para el resto del mundo prácticamente no existe (1). En Wikipedia tiene un mini-artículo que no cubre sino un sólo hecho de su biografía, y hay una entrada en un blog sobre personajes de Cádiz, pero el autor de ese blog se ha limitado a copiar y pegar el corto texto de la Wikipedia sin añadir ni una palabra más.

   Rosario Cepeda nació en 1756. Era hija del regidor perpetuo Francisco Cepeda y de su segunda esposa, Isabel Mayo. Rosario era, por tanto, una privilegiada pues aunque su padre no tenía título de nobleza era de posición más que acomodada y pertenecía a esa casta que por herencia ostentaba el poder en una ciudad que por entonces era culta, cosmopolita y el centro del comercio con América. Lo natural en una mujer nacida en una familia como la suya era que se hubiera casado con algún miembro de otra de las familias principales de la ciudad y hubiera llevado una vida tranquila y confortable, auxiliada por un buen número de criados, poseyendo esclavos, carruajes, varias casas, alguna finca en el campo y toda clase de comodidades.

Pero sus padres debieron ver algo diferente en ella. En lugar de limitar su educación al baile, la música, algunas labores y a saber manejar una tropa de servidores, le pusieron un preceptor, Juan Antonio González de Cañaveras. En poco más de un año los avances de la niña fueron tan extraordinarios que se quiso dejar constancia pública de su excelencia haciendo que un equipo de expertos en diferentes materias la examinara públicamente para mayor honra de Mª del Rosario y ejemplo para la juventud … para que inflamados los espíritus de nuestras jóvenes se estimulen a su imitación, huyendo de la ociosidad, amando la instrucción y el estudio, para esplendor de la patria y digno esmalte de la sociedad (2).

En septiembre de 1768, todavía con 12 años de edad, Rosario fue sometida a un examen público de nueve horas de duración, repartidas en tres días, ante un auditorio de más de trescientas personas. Conocemos con detalle el desarrollo de la prueba porque el Ayuntamiento, temeroso de que con el tiempo se olvidara esta hazaña, decidió publicar un folleto de veinte páginas donde se relató todo al detalle. Un ejemplar de dicho folleto se insertó en las Actas Capitulares.

Intervino la niña en primer lugar, exaltando la misión de la madre y su necesidad de estar instruida para poder cumplir con su misión de educadora, atreviéndose a denunciar el hecho de verse reducidas frecuentemente las mujeres a sólo las tareas domésticas, y a otras tareas y ocupaciones “impropias de un alma racional”. Cuando terminó su discurso comenzó el examen, que constó de las siguientes pruebas:

– Fray Tomás de Aquino, carmelita descalzo, la interrogó sobre Historia Sagrada, respondiendo a todas las preguntas sin ningún error. Juan de Tamariz, alcalde mayor de la ciudad, la examinó de Gramática. A continuación, fray Pedro Rodríguez de Mohedano, autor de la Historia Literaria de España la examinó sobre los puntos más difíciles de la ortografía de la lengua castellana. El famoso cartógrafo Vicente Tofiño (3) la examinó de Geometría. Para terminar la primera sesión de tres horas, Juan Lombardón, Ayudante General Mayor de la Armada y profesor de la Escuela de Guardias Marinas de Cádiz, sobre la esfera terrestre y el atlas le hizo señalar los accidentes de la tierra y sus divisiones en imperios, monarquías, etc. Sus respuestas fueron tan exactas que el público interrumpió numerosas veces con aplausos.

– El segundo día comenzó Rosario dirigiendo a los asistentes un discurso en francés. Después la interrogó en esta lengua José Carbonell, Bibliotecario y profesor Idiomas en la Real Academia de Caballeros Guardias Marinas (4), quien le hizo traducir unos textos de las obras de Bossuet y Fenelón. También hizo un dictado que ejecutó con toda perfección. Vicente Tofiño le preguntó sobre las causas de los eclipses, sobre las medidas que usaban los antiguos y las que se usaban en ese momento, sobre los movimientos de los astros y diferencias entre los sistemas de Ptolomeo, Ticho Brahe y Copérnico. Para terminar la segunda sesión, Juan Lombardón le preguntó sobre temas de cronología.

– La tercera sesión empezó con un discurso de Rosario en latín, exaltando el beneficio de una buena educación, ponderando su deseo de conseguirla y su gran amor al estudio. A continuación fue examinada de Gramática Latina por Fray José de San Andrés, Definidor General de los Mercedarios Descalzos. Se le hizo escribir en este idioma por el mismo método que en el examen de francés y traducir al castellano cinco fábulas de Esopo. Se examinó a continuación de Heráldica y Geografía Humana, y para terminar recitó en griego una oda de Anacreonte. Agotadas las tres horas de la tercera sesión, no dio tiempo a ser examinada de italiano y aritmética, lo que también estaba previsto.

El entusiasmo que levantó la demostración de la niña fue tal que unos días después el Ayuntamiento reunió a los Capitulares y acordaron premiar a Rosario ya que, según el procurador mayor, “era sentir de todos los concurrentes al acto que no se había dado ejemplo similar en toda Europa”. Decidieron por unanimidad que dos regidores pasaran a cumplimentarla en nombre del Ayuntamiento y notificarle que, en premio a sus reconocidos méritos, la ciudad la elevaba a la alta dignidad cívica de Regidora Honoraria de la ciudad de Cádiz con sueldo igual al que obtenían los caballeros capitulares, y de forma vitalicia. Seis meses después, un Despacho Real sancionaba el acuerdo tomado por el cabildo de Cádiz, honrando a Rosario Cepeda Mayo con la dignidad de “Regidora Honoraria de la ciudad de Cádiz” y con una pensión vitalicia de 550 reales de vellón.

Continuó Rosario su vida familiar y no tenemos noticias de ella hasta que en 1774, a los 18 años, se casa con el teniente coronel Pedro Fernández de Gorostiza, viudo de 41 años. Después del nacimiento de su primogénito en 1777 se traslada a Madrid, donde en seguida cobra fama de ser una de las mujeres más cultas de España. Su prestigio hizo que fuera seleccionada por Carlos III para dar inicio a la Junta de Damas, la cual, anexa a la Sociedad Económica Matritense, prestó importantes servicios en el campo de la beneficencia, la educación y la industria. Hubo sus más y sus menos sobre la admisión de mujeres en la Sociedad Económica Matritense, representando Cabarrús y Jovellanos las posturas en contra y a favor sobre dicha admisión. Finalmente, como se ha dicho, Rosario y otras trece señoras más, de probado prestigio y cultura, fueron admitidas en 1787, formando la Junta de Damas de la Sociedad Económica Matritense. En un primer momento Rosario se ocupó de asuntos relacionados con la educación, sobre todo en el campo de la formación profesional de las mujeres de clases humildes. La Junta de Damas se hizo cargo de cuatro escuelas y fijó las normas. Abrió la profesión de maestras a todas las mujeres, independientemente de su estado civil, pues hasta entonces debían ser viudas; fijó para ellas una asignación económica digna y estableció que para obtener el puesto de maestras debían pasar por un examen-oposición, convocado públicamente, exámenes de los que fue hecha responsable Rosario Cepeda.

Al poco tiempo tuvo Rosario que marchar a México, al ser nombrado su marido gobernador de Veracruz en 1789. Partieron del puerto de Cádiz e iba Rosario embarazada de su tercer hijo, que nació a los dos meses de llegar la familia a América. Permanecieron allí cinco años, hasta el fallecimiento del marido en 1794. Rosario volvió a España con sus tres hijos y se estableció de nuevo en Madrid, regresando a su participación en la Junta de Damas. Es entonces cuando desarrolla más actividad, pues además de ostentar varios cargos directivos, al tema de la educación suma su trabajo en pro de las mujeres que sufrían los duros efectos de la marginación social. A su actividad en las escuelas une el trabajo en las cárceles de mujeres y la casa de niños expósitos.

Ya podemos imaginar cómo eran las cárceles de mujeres, de las que había en Madrid tres. Entre la suciedad se hacinaban, mezcladas, culpables de crímenes, prostitutas (muchas de ellas con enfermedades venéreas) y mujeres que simplemente se habían visto en el trance de mendigar. Con diferencia era el sector más abandonado de la beneficencia y el mayor foco de marginación, desmontando esa imagen de la España Ilustrada que nos presentan para esa época. En aquellas cárceles malolientes Rosario y la condesa de Montijo se emplearon a fondo, enseñando a los hombres el camino a seguir en ayuda de los presos. Por ello han sido calificadas como las precursoras de Concepción Arenal.

Las casas de niños expósitos presentaban una situación aún más terrible. La tasa de mortalidad era del 80-90% debido al hambre, las enfermedades y la suciedad. Hasta que la condesa de Montijo propuso que la Junta de Damas se hiciera cargo de la casa de expósitos de Madrid, lo que consiguieron después de dos años de lucha. Rosario Cepeda, por entonces vicepresidenta de la Junta de Damas, tuvo un papel fundamental en la reforma de la institución, logrando en poco tiempo reducir la mortalidad del 90 al 50%, cosa que admiró a todo el mundo. El Manual de Organización que redactó Rosario fue el modelo a seguir por estas instituciones durante mucho tiempo.

Continuó también ocupándose de las escuelas, haciendo hincapié en que a las mujeres humildes, además de un oficio, se les diera enseñanza de tipo intelectual, justificándolo con el aumento de la autoestima de las interesadas, la disminución del peligro de que se lanzaran a matrimonios no deseados por la simple necesidad de sobrevivir, y el hecho de que estarían en mejores condiciones para educar a sus hijos. Todo esto dejó por escrito multitud de veces con ocasión de presentar peticiones, informes o memorias. Consta. No es fantasía ni exageración. Hace más de 200 años había en España mujeres con esa forma de pensar, dispuestas a renunciar a su vida cómoda y ociosa sin ninguna remuneración ni compensación por ello.

En 1805 la condesa de Montijo, de la que Jovellanos dijo que era la mejor mujer que había conocido en España, es desterrada de la corte por Godoy, por cuestiones políticas. Y en esos momentos tan difíciles Rosario tiene que hacerse cargo de la secretaría de la Junta de Damas. Tres años después, en 1808, con la invasión napoleónica, Rosario Cepeda renuncia a su cargo y desaparece de la vida pública. Desde su casa pudo presenciar todos los sucesos de aquellos días. Además, sufría porque sus tres hijos estaban divididos por sus ideas políticas. Finalmente, el despreciable Fernando VII trató por igual a los que lo apoyaban y a los que lo combatían, y los tres hijos de Rosario terminaron exiliados en Francia. Cuando ella murió, en 1815, ninguno de ellos pudo estar a su lado.

La honradez de Rosario y su marido, que no se aprovecharon de sus cargos para enriquecerse, y la dedicación desinteresada de ella durante tantos años a la defensa de los derechos de los marginados sociales tuvo como resultado que la familia viviera siempre de forma modesta y sin excesos. Su marido no dejó al morir herencia alguna (y había sido gobernador de Veracruz durante cinco años, igualito que los políticos actuales) y ella no pudo dejar a sus hijos ninguna fortuna.

Por supuesto, Rosario Cepeda no aparece en ningún santoral feminista, lo que es muy comprensible si consideramos quienes son iconos feministas ahora mismo (cuando escribí este texto)):  Pajín y Aído, lo más alejado que imaginarse pueda de personas como Rosario: incultas con premeditación y alevosía, habiendo tenido todas las facilidades del mundo para no serlo; acumuladoras de sueldos y prebendas hasta el escándalo y dedicadas exclusivamente a autopromocionarse (y de paso también a sus familias), sin que hasta el momento hayan hecho nada para mejorar la vida de nadie, a pesar del poder puesto en sus manos.

Y punto.

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(1) Solamente existe, que yo conozca, una publicación sobre ella. Es una pequeña biografía escrita por Isabel Azcárate, titulada “Una niña regidora honoraria de la ciudad de Cádiz”. Fue publicada por Quorum Editores en Cádiz en el año 2000. De este libro he tomado los datos, aunque los he redactado a mi modo.

(2) Los textos en cursiva están tomados de las Actas Capitulares.

(3) Gaditano, director de la Real Academia de Caballeros Guardias Marinas, cuyo Atlas Marítimo de España es la obra cumbre de la cartografía de su época.

(4) Dominaba francés, inglés, italiano, árabe, latín, griego y hebreo. Buen matemático y humanista.

sábado, 16 de mayo de 2020

Atentados

En primer lugar, quiero dejar constancia de que cualquier clase de atentado me espanta y me produce rechazo, y que pienso que no hay causa en el mundo que justifique uno. Pero hoy escribo sobre atentados contra obras de arte. Supongo que sus autores los cometen por fanatismo (como la voladura de los budas por parte de los talibanes) o trastorno mental (luego veremos un ejemplo de estos). Pero lo que me da que pensar es que estos atentados contra obras de arte se cometen porque sus autores saben que, eligiendo estos objetivos, tienen asegurada una enorme publicidad en medios de todo el mundo, y que no van a pasar desapercibidos. Esto me lleva a una triste conclusión: los periódicos, televisiones, etc... parecen dar más importancia a la perdida de una obra de arte que a una vida humana. Y aún más: no todas las vidas parecen tener la misma importancia. La pérdida de un personaje famoso y la de un anónimo parece que no valen lo mismo. Pensaba esto en los últimos días cuando nos han bombardeado con la muerte del hijo de Ana Obregón, y que hablaran de ella como si fuera la única madre que perdió un hijo, y precisamente en estos días de la pandemia, cuando CADA MÉDICO Y ENFERMERA QUE HA MUERTO A CAUSA DEL CORONA- VIRUS TAMBIÉN TENÍA PADRES, HERMANOS, QUIZÁ HIJOS. Y así, comparando muertos, llegué al tema del que escribo hoy, atentados contra obras de arte realizados, probablemente por asegurarse una atención mediática excepcional.

 La Venus del espejo de Velázquez,  se expone en la National Gallery de Londres. Está en Inglaterra porque fue robada durante la invasión napoleónica en el Palacio de Buenavista de Madrid.

La obra fue adquirida en 1.906 para la National Gallery. Yendo a lo que nos ocupa, el 10 de marzo de 1.914, una mujer llamada Mary Richardson, sufragista militante británica de origen canadiense atacó la pintura con un hacha de carnicero, en respuesta al arresto de la compañera sufragista Emmeline Pankhurst el día anterior. Richardson fue sentenciada a seis meses de prisión, el máximo permitido por la destrucción de una obra de arte.​ En una declaración que hizo al Sindicato Político y Social de Mujeres poco después, Richardson explicó: «He intentado destruir la pintura de la más bella mujer en la historia de la mitología como una protesta contra el Gobierno por destruir a la Sra. Pankhurst, quien es la persona más hermosa de la historia moderna.»​ Añadió en una entrevista de 1952 que a ella «no le gustaba la manera en que los visitantes masculinos la miraban boquiabiertos todo el día». Como esperaba Richardson, los periódicos se hicieron amplio eco de la noticia, hablando del ataque como si fuera un asesinato, apodando a su autora "Mary la sangrienta". The Times hablaba de "una cruel herida en el cuello" para referirse a los daños. A la pintura se le hizo una restauración en 1.965-66, que demostró que estaba en buenas condiciones. No voy a entrar en hacer un comentario artístico del cuadro porque no es el objetivo de este post. Quien desee este tipo de información puede consultar el artículo correspondiente en Wikipedia.


   En segundo lugar me referiré a otro suceso más reciente. La Piedad de Miguel Ángel que se encuentra en la basílica de San Pedro en el Vaticano fue un encargo del cardenal  de Saint Denis, embajador del rey de Francia ante el papa. Fue realizada por un jovencísimo Miguel Ángel de sólo 24 años. El contrato especificaba que debía estar teminada en el plazo de un año y fue, efectivamente entregada dos días antes de se cumpliera el plazo. El cardenal ya había muerto, por lo que su primer emplazamiento fue la tumba de comitente, situada en la capilla de Santa Petronila del Vaticano. Entre los años 1.749 y 1.750 fue trasladada al emplazamiento actual. Con el primer adelanto que le pagaron Miguel Ángel compró un caballo y fue personalmente a las canteras de Carrara para elegir el bloque de mármol.


   El 21 de mayo de 1972 (día de Pentecostés) la imagen sufrió un atentado cuando un geólogo australiano de origen húngaro, llamado Laszlo Toth, golpeó en apenas unos pocos segundos el rostro y uno de los brazos de la Virgen con un martillo en quince ocasiones, mientras gritaba ¡Yo soy Jesucristo, resucitado de entre los muertos!; rápidamente fue reducido y detenido. El autor de este atentado, reconocido enfermo mental, se mantuvo en un manicomio italiano por un año y luego regresó a Australia. Desde entonces, la Piedad está protegida por una pared de vidrio especial a prueba de bala.



En este caso sí me voy a detener en comentar varios puntos, porque son curiosos y quizás poco conocidos:

- La obra está esculpida en un solo bloque, sin partes añadidas o ensambladas, lo que se denomina ex uno lapide. Después del atentado y posterior restauración ya no es así, porque se reintegraron los fragmentos que se pudieron encontrar. Se recogieron hasta los fragmentos más diminutos, se pulverizó el mármol y se mezcló con un producto con el que se modelaron las partes faltantes, incorporando un producto que hace que bajo determinada luz esas partes reintegradas se vean fluorescentes, para cumplir el criterio de restauración de que se puedan distinguir qué forma parte de la obra original y qué ha sido añadido.


- Es la única obra que el autor firmó, y lo hizo porque nadie pensaba que pudiera ser obra de un muchacho de 24 años. Según Vasari, ocurrió lo siguiente: Un día Miguel Ángel se acercó al lugar en el que había sido colocada «La Piedad» ya finalizada, y encontró a unos visitantes de origen lombardo contemplándola. Uno de ellos preguntó por el autor y otro le respondió: «Nuestro Gobbo, de Milán». Después de esto, el artista accedió una noche a aquel lugar y esculpió su nombre en la obra, y además lo hizo en un lugar preminente y bien visible: la cinta que cruza el pecho de la Virgen de la Virgen María. El texto exacto que grabó en la obra es: «MICHAELACELUS BONAROTUS FLOREN FACIEBA», o lo que es lo mismo: «Miguel Ángel Buonarroti, el florentino, lo hizo».

- Aunque está pensada para un punto de vista frontal, está tallada en bulto redondo. Los pliegues de la ropa de la Virgen en la espalada están tallados con la misma perfección que si fueran a estar a la vista. Y aún más, la cara de Cristo mira al cielo, pero está esculpida como si los espectadores la tuvieran a la vista. Y en un alarde más, la espalda del Cristo está esculpida con perfección anatómica, aunque no se vea, sabiendo que no se iba a ver nunca. Para ello, el escultor tuvo que usar unos cinceles especiales muy cortos para esculpir las costillas en una dificil maniobra a través de un túnel curvo. 

- La composición de la obra se basa en tres aparentes contradicciones:

1. Los ejes del cuerpo de Jesús (líneas quebradas) se contraponen a los pliegues curvilíneos y angulados de los vestidos de la Virgen María.

2. El brazo derecho de Jesús cae inerte. Éste se contrapone al brazo izquierdo de la Virgen, que está lleno de vida y conmiseración.

3. Los pliegues de la Virgen con oquedades forman acusados contrastes que crean  fuerte claroscuro. Estos se contraponen a las superficies claras y lisas del cuerpo de Jesús, expresados en "sfumato".

- Se pueden añadir la aparente contradicción entre la cara casi infantil de la Virgen y el hecho de ser madre de un adulto.

- La Piedad es un tema recurrente en la obra de Miguel Ángel, desde esta obra de juventud hasta la Piedad Rondanini, en la que estuvo trabajando hasta 6 días antes de su muerte. 


   - El autor también corrigió algo que "rechinaba" en las representaciones medievales de este tema: la forzada forma de representar a la Madre sosteniendo el cuerpo del Hijo adulto. Para ello, la figura de la Virgen es bastante más alta que la de Cristo, aunque eso el espectador, desde su punto de vista, no lo nota. 


Y hasta aquí mis reflexiones sobre los atentados contra obras de arte, sea por fanatismo. ideología o locura. Más bien sobre mi perplejidad cuando los medios de comunicsción dan más bombo al daño a una obra de arte, por muy buena que sea, que a la pérdida de una vida humana o "como va la escala  vida humana famosa-vida humana anónima-obra de arte famosa"

Fuentes:
Wikipedia
Blog Curistoria, de Miguel J. Prieto 
Diversas lecturas de mi biblioteca



viernes, 15 de mayo de 2020

Ponga un síndrome en su vida (2)

En mi círculo de amigos hay una chica divorciada hace ya bastantes años, pero con una vida amorosa cada vez más catastrófica, estresante y llena de dificultades. Se mete en unas historias sin pies ni cabeza, que la dejan hecha polvo. Cada vez que la veas sabes que va a estar, bien hundida en la miseria más absoluta, bien por las nubes empeñada en amores imposibles, absurdos y peligrosos para la estabilidad mental. Por supuesto, es continuo tema de conversación entre nosotros. Hace dos días, el pedante marido de otra del grupo sentenció que lo que nuestra común amiga tiene es el “Síndrome Bovary”, que por lo visto consiste en una insatisfacción afectiva que lleva a la búsqueda continua de un amor romántico ideal, un ideal inalcanzable, que como inalcanzable que es te lleva al sufrimiento y la frustración.

Mi amiga es, simplemente, lo que siempre llamamos “una cabra loca”, pero ante esta perorata, todo el mundo se quedó con la boca abierta, y yo me quedé pensando qué distintas suenan las cosas cuando se adornan con un nombre bonito. Hoy mucha gente no tiene reparo en admitir lo que en otra época negaría ferozmente, sólo por el hecho de que viene adornado con el nombre de “síndrome de…”. Aunque ella no oyó el comentario, seguro que estaría encantada de verse caracterizada con el nombre de la heroína de Flaubert.

Hoy te tropiezas continuamente con padres que a las primeras de cambio te informan de que sus insoportables niños tienen el Síndrome del emperador (niños o jóvenes que se convierten en pequeños dictadores y que no aceptan un no por respuesta ni una mínima contradicción) con una actitud que no acabo de entender. Vamos, que lo que toda la vida hemos llamado niños malcriados los padres te lo plantean como si ellos no tuvieran la culpa de la insufrible conducta de sus vástagos, porque dicho así parece más una enfermedad genética que otra cosa.

La gente alardea de tener síndrome postvacacional, en lugar de reconocer sencillamente que lo de trabajar tarde o temprano se convierte en algo de lo que nos libraríamos a gusto en cuanto nos tocara una Primitiva. Pero no, así no hay quien lo diga. Todo el mundo está “realizado” gracias a su trabajo; lo que ocurre es que desgraciadamente se han contagiado del síndrome ese como si fuera una vulgar gripe.

Ya desde hace años hay uso y abuso de la palabra “inmaduro/a”, pero ahora queda mucho más bonito hablar del Síndrome de Peter Pan. Y claro, ya se sabe, detrás de alguien así hay siempre alguien con el Síndrome de Wendy. Si seguimos enganchadas de un novio cabrón que nos trata mal, tenemos Síndrome de Estocolmo, y nos lo pensamos antes de subir al avión por lo del Síndrome de la clase turista.

   ¡Qué mala suerte tengo! Ni un mal síndrome con el que justificar nada de nada. No supe lo que era el Síndrome del príncipe destronado al nacer mi hermano porque  yo tenía sólo  trece meses y claro, no me di cuenta de que estaba perdiendo una oportunidad. Por lo visto, en mi caso no se pudo hablar ni siquiera de la edad del pavo (seguro que ahora hay un “síndrome de…” para referirse a eso). Y, ¡maldita sea!, si alguna vez cometo un asesinato, ya no voy a poder justificarlo con lo del Síndrome premenstrual (que desde hace años se considera un eximente en ciertos delitos cometidos por mujeres).

Si acaso, aún estoy a tiempo de contraer el Síndrome de la cabaña, de cuya existencia me acabo de enterar a cuenta del confinamiento por el virus covid-19. Pero estoy perdiendo las esperanzas porque, hasta ahora, nada de nada. Tendré que poner más empeño