viernes, 15 de mayo de 2020

Ponga un síndrome en su vida (2)

En mi círculo de amigos hay una chica divorciada hace ya bastantes años, pero con una vida amorosa cada vez más catastrófica, estresante y llena de dificultades. Se mete en unas historias sin pies ni cabeza, que la dejan hecha polvo. Cada vez que la veas sabes que va a estar, bien hundida en la miseria más absoluta, bien por las nubes empeñada en amores imposibles, absurdos y peligrosos para la estabilidad mental. Por supuesto, es continuo tema de conversación entre nosotros. Hace dos días, el pedante marido de otra del grupo sentenció que lo que nuestra común amiga tiene es el “Síndrome Bovary”, que por lo visto consiste en una insatisfacción afectiva que lleva a la búsqueda continua de un amor romántico ideal, un ideal inalcanzable, que como inalcanzable que es te lleva al sufrimiento y la frustración.

Mi amiga es, simplemente, lo que siempre llamamos “una cabra loca”, pero ante esta perorata, todo el mundo se quedó con la boca abierta, y yo me quedé pensando qué distintas suenan las cosas cuando se adornan con un nombre bonito. Hoy mucha gente no tiene reparo en admitir lo que en otra época negaría ferozmente, sólo por el hecho de que viene adornado con el nombre de “síndrome de…”. Aunque ella no oyó el comentario, seguro que estaría encantada de verse caracterizada con el nombre de la heroína de Flaubert.

Hoy te tropiezas continuamente con padres que a las primeras de cambio te informan de que sus insoportables niños tienen el Síndrome del emperador (niños o jóvenes que se convierten en pequeños dictadores y que no aceptan un no por respuesta ni una mínima contradicción) con una actitud que no acabo de entender. Vamos, que lo que toda la vida hemos llamado niños malcriados los padres te lo plantean como si ellos no tuvieran la culpa de la insufrible conducta de sus vástagos, porque dicho así parece más una enfermedad genética que otra cosa.

La gente alardea de tener síndrome postvacacional, en lugar de reconocer sencillamente que lo de trabajar tarde o temprano se convierte en algo de lo que nos libraríamos a gusto en cuanto nos tocara una Primitiva. Pero no, así no hay quien lo diga. Todo el mundo está “realizado” gracias a su trabajo; lo que ocurre es que desgraciadamente se han contagiado del síndrome ese como si fuera una vulgar gripe.

Ya desde hace años hay uso y abuso de la palabra “inmaduro/a”, pero ahora queda mucho más bonito hablar del Síndrome de Peter Pan. Y claro, ya se sabe, detrás de alguien así hay siempre alguien con el Síndrome de Wendy. Si seguimos enganchadas de un novio cabrón que nos trata mal, tenemos Síndrome de Estocolmo, y nos lo pensamos antes de subir al avión por lo del Síndrome de la clase turista.

   ¡Qué mala suerte tengo! Ni un mal síndrome con el que justificar nada de nada. No supe lo que era el Síndrome del príncipe destronado al nacer mi hermano porque  yo tenía sólo  trece meses y claro, no me di cuenta de que estaba perdiendo una oportunidad. Por lo visto, en mi caso no se pudo hablar ni siquiera de la edad del pavo (seguro que ahora hay un “síndrome de…” para referirse a eso). Y, ¡maldita sea!, si alguna vez cometo un asesinato, ya no voy a poder justificarlo con lo del Síndrome premenstrual (que desde hace años se considera un eximente en ciertos delitos cometidos por mujeres).

Si acaso, aún estoy a tiempo de contraer el Síndrome de la cabaña, de cuya existencia me acabo de enterar a cuenta del confinamiento por el virus covid-19. Pero estoy perdiendo las esperanzas porque, hasta ahora, nada de nada. Tendré que poner más empeño

2 comentarios:

  1. Genial! Qué bien lo has expuesto. Poner nombres más o menos rimbombantes a lo cotidiano y habitual le da un halo importante y hasta te cobran por ello. Más de un curso/certificación he hecho que al final, pensándolo fríamente, solo daba un nombre a lo que hacías de manera habitual. Pero qué bien queda, hasta parece que has hecho algo importante! 😜😜

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    1. ¡A mí me lo vvas a decir! En una ocasión hice un curso y me dieron un diploma con un título muy pomposo "Experto en diagnóstico en necesidades formativas", lo que tenñia poco que ver con el contenido del curso....

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