sábado, 16 de mayo de 2020

Atentados

En primer lugar, quiero dejar constancia de que cualquier clase de atentado me espanta y me produce rechazo, y que pienso que no hay causa en el mundo que justifique uno. Pero hoy escribo sobre atentados contra obras de arte. Supongo que sus autores los cometen por fanatismo (como la voladura de los budas por parte de los talibanes) o trastorno mental (luego veremos un ejemplo de estos). Pero lo que me da que pensar es que estos atentados contra obras de arte se cometen porque sus autores saben que, eligiendo estos objetivos, tienen asegurada una enorme publicidad en medios de todo el mundo, y que no van a pasar desapercibidos. Esto me lleva a una triste conclusión: los periódicos, televisiones, etc... parecen dar más importancia a la perdida de una obra de arte que a una vida humana. Y aún más: no todas las vidas parecen tener la misma importancia. La pérdida de un personaje famoso y la de un anónimo parece que no valen lo mismo. Pensaba esto en los últimos días cuando nos han bombardeado con la muerte del hijo de Ana Obregón, y que hablaran de ella como si fuera la única madre que perdió un hijo, y precisamente en estos días de la pandemia, cuando CADA MÉDICO Y ENFERMERA QUE HA MUERTO A CAUSA DEL CORONA- VIRUS TAMBIÉN TENÍA PADRES, HERMANOS, QUIZÁ HIJOS. Y así, comparando muertos, llegué al tema del que escribo hoy, atentados contra obras de arte realizados, probablemente por asegurarse una atención mediática excepcional.

 La Venus del espejo de Velázquez,  se expone en la National Gallery de Londres. Está en Inglaterra porque fue robada durante la invasión napoleónica en el Palacio de Buenavista de Madrid.

La obra fue adquirida en 1.906 para la National Gallery. Yendo a lo que nos ocupa, el 10 de marzo de 1.914, una mujer llamada Mary Richardson, sufragista militante británica de origen canadiense atacó la pintura con un hacha de carnicero, en respuesta al arresto de la compañera sufragista Emmeline Pankhurst el día anterior. Richardson fue sentenciada a seis meses de prisión, el máximo permitido por la destrucción de una obra de arte.​ En una declaración que hizo al Sindicato Político y Social de Mujeres poco después, Richardson explicó: «He intentado destruir la pintura de la más bella mujer en la historia de la mitología como una protesta contra el Gobierno por destruir a la Sra. Pankhurst, quien es la persona más hermosa de la historia moderna.»​ Añadió en una entrevista de 1952 que a ella «no le gustaba la manera en que los visitantes masculinos la miraban boquiabiertos todo el día». Como esperaba Richardson, los periódicos se hicieron amplio eco de la noticia, hablando del ataque como si fuera un asesinato, apodando a su autora "Mary la sangrienta". The Times hablaba de "una cruel herida en el cuello" para referirse a los daños. A la pintura se le hizo una restauración en 1.965-66, que demostró que estaba en buenas condiciones. No voy a entrar en hacer un comentario artístico del cuadro porque no es el objetivo de este post. Quien desee este tipo de información puede consultar el artículo correspondiente en Wikipedia.


   En segundo lugar me referiré a otro suceso más reciente. La Piedad de Miguel Ángel que se encuentra en la basílica de San Pedro en el Vaticano fue un encargo del cardenal  de Saint Denis, embajador del rey de Francia ante el papa. Fue realizada por un jovencísimo Miguel Ángel de sólo 24 años. El contrato especificaba que debía estar teminada en el plazo de un año y fue, efectivamente entregada dos días antes de se cumpliera el plazo. El cardenal ya había muerto, por lo que su primer emplazamiento fue la tumba de comitente, situada en la capilla de Santa Petronila del Vaticano. Entre los años 1.749 y 1.750 fue trasladada al emplazamiento actual. Con el primer adelanto que le pagaron Miguel Ángel compró un caballo y fue personalmente a las canteras de Carrara para elegir el bloque de mármol.


   El 21 de mayo de 1972 (día de Pentecostés) la imagen sufrió un atentado cuando un geólogo australiano de origen húngaro, llamado Laszlo Toth, golpeó en apenas unos pocos segundos el rostro y uno de los brazos de la Virgen con un martillo en quince ocasiones, mientras gritaba ¡Yo soy Jesucristo, resucitado de entre los muertos!; rápidamente fue reducido y detenido. El autor de este atentado, reconocido enfermo mental, se mantuvo en un manicomio italiano por un año y luego regresó a Australia. Desde entonces, la Piedad está protegida por una pared de vidrio especial a prueba de bala.



En este caso sí me voy a detener en comentar varios puntos, porque son curiosos y quizás poco conocidos:

- La obra está esculpida en un solo bloque, sin partes añadidas o ensambladas, lo que se denomina ex uno lapide. Después del atentado y posterior restauración ya no es así, porque se reintegraron los fragmentos que se pudieron encontrar. Se recogieron hasta los fragmentos más diminutos, se pulverizó el mármol y se mezcló con un producto con el que se modelaron las partes faltantes, incorporando un producto que hace que bajo determinada luz esas partes reintegradas se vean fluorescentes, para cumplir el criterio de restauración de que se puedan distinguir qué forma parte de la obra original y qué ha sido añadido.


- Es la única obra que el autor firmó, y lo hizo porque nadie pensaba que pudiera ser obra de un muchacho de 24 años. Según Vasari, ocurrió lo siguiente: Un día Miguel Ángel se acercó al lugar en el que había sido colocada «La Piedad» ya finalizada, y encontró a unos visitantes de origen lombardo contemplándola. Uno de ellos preguntó por el autor y otro le respondió: «Nuestro Gobbo, de Milán». Después de esto, el artista accedió una noche a aquel lugar y esculpió su nombre en la obra, y además lo hizo en un lugar preminente y bien visible: la cinta que cruza el pecho de la Virgen de la Virgen María. El texto exacto que grabó en la obra es: «MICHAELACELUS BONAROTUS FLOREN FACIEBA», o lo que es lo mismo: «Miguel Ángel Buonarroti, el florentino, lo hizo».

- Aunque está pensada para un punto de vista frontal, está tallada en bulto redondo. Los pliegues de la ropa de la Virgen en la espalada están tallados con la misma perfección que si fueran a estar a la vista. Y aún más, la cara de Cristo mira al cielo, pero está esculpida como si los espectadores la tuvieran a la vista. Y en un alarde más, la espalda del Cristo está esculpida con perfección anatómica, aunque no se vea, sabiendo que no se iba a ver nunca. Para ello, el escultor tuvo que usar unos cinceles especiales muy cortos para esculpir las costillas en una dificil maniobra a través de un túnel curvo. 

- La composición de la obra se basa en tres aparentes contradicciones:

1. Los ejes del cuerpo de Jesús (líneas quebradas) se contraponen a los pliegues curvilíneos y angulados de los vestidos de la Virgen María.

2. El brazo derecho de Jesús cae inerte. Éste se contrapone al brazo izquierdo de la Virgen, que está lleno de vida y conmiseración.

3. Los pliegues de la Virgen con oquedades forman acusados contrastes que crean  fuerte claroscuro. Estos se contraponen a las superficies claras y lisas del cuerpo de Jesús, expresados en "sfumato".

- Se pueden añadir la aparente contradicción entre la cara casi infantil de la Virgen y el hecho de ser madre de un adulto.

- La Piedad es un tema recurrente en la obra de Miguel Ángel, desde esta obra de juventud hasta la Piedad Rondanini, en la que estuvo trabajando hasta 6 días antes de su muerte. 


   - El autor también corrigió algo que "rechinaba" en las representaciones medievales de este tema: la forzada forma de representar a la Madre sosteniendo el cuerpo del Hijo adulto. Para ello, la figura de la Virgen es bastante más alta que la de Cristo, aunque eso el espectador, desde su punto de vista, no lo nota. 


Y hasta aquí mis reflexiones sobre los atentados contra obras de arte, sea por fanatismo. ideología o locura. Más bien sobre mi perplejidad cuando los medios de comunicsción dan más bombo al daño a una obra de arte, por muy buena que sea, que a la pérdida de una vida humana o "como va la escala  vida humana famosa-vida humana anónima-obra de arte famosa"

Fuentes:
Wikipedia
Blog Curistoria, de Miguel J. Prieto 
Diversas lecturas de mi biblioteca



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