Sección nueva en el blog: Cuentos brevísimos
El discípulo, después de peregrinar por el mundo, le dijo a su maestro:
-He conocido a mucha gente y he notado que es muy distinta la actitud de los pobres y de los ricos hacia quienes se le scercan. Cuando me acerco a un pobre, me abre las puertas de su casa, me pregunta como estoy y me ofrece ayuda. Sin embargo, con los ricos es otra cosa. Es muy difícil acercarse a ellos: viven en palacios, tienen guardias y, cuando al fin está uno delante de ellos, ni nos hacen caso, y piden que sea breve. porque tienen muchas cosas que hacer.
El Maestro le dijo: "Acércate a la ventana ¿Qué ves?"
-Veo a una mujer con un niño de la mano. Veo un coche que se dirige al mercado.
-Bien, ahora ponte delate del espejo. ¿Qúe ves?
-¡Venga ya, Maestro!, ¿qué voy a ver? ¡A mí mismo!
-Pues ya ves, la ventana está hecha de cristal, y de cristal está hecho el espejo. Basta con poner un poco de plata detrás, y ya sólo se ve uno a sí mismo. Eso pasa con las riquezas de los ricos.
Muy poético, Carmen.
ResponderEliminarSaludos, espero que estés bien.