martes, 18 de febrero de 2020

¡A buenas horas, mangas verdes!

 Se emplea la expresión como reproche a alguien que llega tarde para ayudar a otra persona, que hace algo a destiempo, o para aludir a una persona que dice algo fuera de tiempo y de lugar.

Se remonta la expresión a finales del siglo XV, cuando los Reyes Católicos fundan el cuerpo de los cuadrilleros (llamados así por llevar como arma el cuadrillo, una flecha   de punta piramidal que se disparaba con una ballesta pequeña) de la Santa Hermandad, que era una especie de policía rural destinada a socorrer a la gente de los pueblos y perseguir, juzgar y castigar los delitos que se cometieran fuera de las ciudades. El uniforme de los cuadrilleros era una casaca cuyas mangas verdes asomaba bajo un chaleco de piel.

Al parecer, dicho cuerpo no tenía a gala precisamente la puntualidad. En muchos textos de la época se alude precisamente al retraso con el que llegan a dar socorro.

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