domingo, 16 de febrero de 2020

Paisanos ilustres

Hoy me voy a atrever a algo nuevo. Nunca me he considerado suficientemente preparada o informada como para comentar libros. Pero, al fin y al cabo este blog es casi mi secreto.Pocos lo leen, nadie deja comentarios, pocos  vienen por aquí, así que puedo escribir lo que se me antoje sin miedo a quedar mal o al ridículo.

Que conste que esta entrada refleja tan solo mi opinión, mis gustos, mis simpatías o antipatías, mis intereses y no se le debe dar más importancia que a eso.

No soy una autoridad, sólo alguien que aprendió a leer a los 4 años y desde entonces no ha parado, que por obligaciones tuvo que leer algunos libros muy espesos (Recuerdo con especial  sufrimiento Laocoonte. de Gotthold Ephraim Lessing, lectura obligatoria en 4º de carrera, en la asignatura Arte Clásico, un tostonazo sobre las fronteras de la pintura y la poesía escrito por un alemán del siglo XVIII, creo que filósofo). Por eso, ahora que las circunstancia me han privado de muchos hobbies, he decidido que sólo me apetecen lecturas más ligeras, fundamentalmente novelas policíacas e históricas, algo de divulgación científica y alguna novela romántica de tarde en tarde..

Con este libro cuya portada os muestro, he ido a colmar una curiosidad que tenia desde hace años sobre uno de mis más ilustres paisanos.El personaje merece de sobra dedicarle el tiempo necesario a leer este libro.

 Lucio Cornelio Balbo (llamado el mayor, para distinguirlo de su sobrino del mismo nombre fue un riquísimo comerciante y banquero gaditano de familia de origen cartaginés. No se conoce su fecha de nacimiento, ni hay un retrato suyo, pero podemos situarlo sabiendo que fue contemporáneo de César y Pompeyo. ) Conoció a Pompeyo durante las guerras sertorianas y tuvieron una gran amistad. Balbo consiguió la ciudadanía romana, extensible a toda su familia. Después de la guerra se traslada a Roma, donde alcanzó gran influencia. Vinculado también a Julio César, su inteligencia y su fortuna facilitó el triunvirato de César, Pompeyo y Craso. Se encuentra en la primera línea de la alta política. Y cuando Cesar, terminado el triunvirato, marcha a Galia como proconsul. Balbo va con él con el cargo de praefectus fabrum. Consiguió la ciudadanía romana para todos los gaditanos. En el año 40 a. C. obtuvo el consulado, máximo cargo en Roma, siendo el primer no itálico en conseguirlo. Al retirarse de la política se dedicó a apoyar a su sobrino. No se conoce la fecha de su muerte, pero debía ser inmensamente rico, pues dejó en su testamento a cada cuidadano romano 20 denarios de plata.

Teatro romano de Cádiz
construido por Balbo al mayor
 Fue generoso con su ciudad de origen, amplando Gades y su puerto con la llamada Neapolis, donde se ubica el teatro de Balbo, segundo teatro más grande de la Hispania romana y más antiguo de todos, construido con gran lujo de materiales y en cuya excavación trabajé durante varias campañas. Posiblemente también le debamos la construcción del acueducto que traía el agua a la ciudad y que terminaba en unos extraordinarios depósitos, famosos por sus espléndidos mosaicos.

El sobrino también tiene su historia. Fue el primer no itálico al que se le concedió, por su victoria sobre los garamantes, un triunfo en Roma, que era lo máximo a lo que podía aspirarse. Con el botín de esa victoria construyó varios edificios públicos en Roma y en Gades ensanchando la ciudad y su puerto, y escribió un tratado sobre cuestiones religiosas llamado Exegeticon, y una tragedia, Iter.


Como ocurre con su tío, no se conoce la fecha de su muerte. 

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