viernes, 29 de noviembre de 2019

Los "tudores" me dan sudores

En primer lugar quería pedir disculpas por lo malo que resulta el chiste del título.

Me gustan las series de temática histórica. Me gustan también las series  que, siendo de ficción, su acción transcurre en un contexto histórico concreto, siempre que se avise de que personajes o hechos son ficticios,  y que la serie no sea un disparate absurdo. Lo que no soporto son las series (o películas) que pretenden pasar por históricas alterando, manipulando o eliminando personajes y situaciones. En esos casos, la hidra de Lerna es un cachorrillo a mi lado. Supongo que lo comprenderéis. Es mi vocación. Y me duele que medios como la televisión o el cine se malgasten en hacer creer a la gente que nunca leerá un libro de historia que una serie de hechos inventados son ciertos porque los vieron en una serie “histórica”.


Eso me ha pasado con la serie Los Tudor. Hace ya tiempo que tengo en DVD´s las tres primeras temporadas, me falta la cuarta y última, que no pienso adquirir porque, a tenor de las barbaridades que he visto en las tres primeras, no pienso invertir ni un euro más en ella. Y ¿qué patrañas creerá la gente saber de la historia de Enrique VIII? Hay patrañas grandes, medianas y pequeñas, personajes inexistentes y supresión de otros que existieron, cambios de fecha, anacronismos en edificios y  en atrezzo. En fin, para elegir. Vosotros mismos juzgaréis si con una historia “ya hecha”, que no necesita ningún ingrediente más para ser apasionante, intrigante, llena de personajes atractivos y odiosos, merece la pena meterse en semejantes agujeros. Podemos empezar con el título de la serie, que ya induce a engaño. Porque no se llama Enrique VIII, sino “Los Tudor”. Eso quiere decir que tendría que haber incluído al padre de Enrique, Enrique VII, a las dos hermanas de Enrique (ambas casadas con reyes) y a los tres hijos legítimos de Enrique (reyes de Inglaterra los tres). Es como si hago una serie llamada “Los Borbones” y luego me limito exclusivamente al personaje de Luis XV de Francia.


Antes de empezar a desgranar los disparates de esta serie voy a recordar como comenzó mi afición a este tipo de series. Cuando yo tenía 11 ó 12 años, TVE emitió una serie de la BBC titulada "La seis esposas de Enrique VIII" (creo recordar que era en blanco y negro, aunque no estoy segura). Tratándose de series como esa no nos mandaban a la cama y nos dejaban quedarnos levantados para verla.

 La serie de los años 70, magnífica, proporcionó un Emmy para su protagonista, el actor australiano Keith Mitchell (actor que más veces interpretó a Enrique VIII en la pantalla, en gran parte porque su físico era perfecto para el papel). Constaba de seis episodios de casi hora y media cada uno, dedicando un episodio a la historia de cada una de las esposas. Cuando terminó la serie, yo quería saber más y, como siempre que veo una serie o una película histórica, busqué información de garantía. Yo tenía el carnet de la biblioteca pública y por primera vez pasé de largo de la sección infantil y subí a la planta de adultos, donde saqué en préstamo una biografía de Enrique VIII, bastante voluminosa. Llevaba incluso una mentira preparada por si me preguntaban qué hacía en aquella planta (pensaba decir que el libro lo iba a leer mi padre). Ya no volví a la sección infantil. Volvamos al presente.

Las libertades que se han tomado en la serie de 2,007,  protagonizada por Jonathan Rhys-Meyers, son tan escandalosos que han sido tratados por numerosas páginas web, aunque no me ha hecho falta ver estas webs para indignarme. Hay un tema en el que soy bastante ignorante, el armamento, y ahí me echó una mano mi amigo Paco. Aunque el tema preferido de Paco son las legiones romanas, sabe bastante de armas de todas las épocas. Ver una película de este tipo con él es como participar en un concurso "a ver quien pilla más errores". Pero entremos en materia:

Creo que la primera escena de la serie ya anticipaba el desastre. La serie comienza con el asesinato en Italia de un tío del rey, supuestamente embajador, a manos de los franceses. Ese tío no existió. Sí existió con ese nombre el marido de una tía suya, pero no murió asesinado, sino de enfermedad.   

Enrique Fitzroy
 El rey tiene un hijo de su amante Lady Blount. Es el único de sus hijos bastardos al que reconoce como hijo. Por eso el niño recibe el apellido de Fitzroy (hijo del rey). Hasta ahí, correcto. Pero en la serie matan a la criatura cuando es todavía un bebé. Y nada más lejos de la realidad. El niño creció, su padre estaba muy encariñado con él, fue criado como un príncipe y pensó en nombrarlo heredero. Se casó con una prima de Ana Bolena, recibió los títulos de conde de Nottingham, duque de Richmond y Somerset y, con vistas a una probable sucesión al trono tuvo casa propia y los cargos de gran almirante y teniente de los condados al Norte del Trent. Desgraciadamente murió joven, a los 17 años. Si no hubiera sido así podía haber sido una alternativa al enfermizo Eduardo VI. Por cierto, Lady Blount no estaba casada cuando tuvo al hijo de Enrique VIII, como se da a entender en la serie. Se casó después.

¿Qué ventajas reporta a la trama de la serie el alterar los verdaderos acontecimientos y matar al personaje siendo casi un bebé? Pues para mí, ninguna. Incluso yo díría que, muy al contrario, el hecho de que hubiera un hijo varón reconocido aportaba cierta presión a las sucesivas reinas que no lograban darle un heredero varón al rey, incrementando la tensión dramática y haciendo que comprendamos mejor la situación de Ana Bolena, pendiente de un hilo por esta causa, después de parir una hija (la futura Isabel I) y dos varones que murieron el mismo día de su nacimiento.


Margarita Tudor
En el otro episodio,  vemos como la princesa Margarita, una de las dos hermanas de Enrique VIII, es obligada por su hermano a casarse con un viejísimo y repugnante rey de Portugal. Es más, finalmente se muestra como ella, harta de soportar al viejo, lo asfixia a los pocos días de la boda con una almohada para quedarse libre de nuevo. Según la serie la princesa Margarita accede a esa boda a cambio de que cuando se quede viuda su hermano la deje casarse con Charles Brandon, duque de Suffolk, de quien estaba enamorada, boda que posteriormente se celebra en secreto en la serie. En realidad Enrique estaba muy interesado en la boda de su hermana con el duque de Suffolk, e intentó imponérsela. Lo que han hecho en la serie es fundir en uno lo personajes de las dos hermanas del rey, Margarita y María, solo que a veces esa mezcla es a veces de encaje inviable, y se presentan acontecimientos imposibles.

Pues bien, la princesa Margarita no se casó con el rey de Portugal ni con Charles Brandon. Se casó tres veces: con el rey Jacobo IV de Escocia, con quien tuvo seis hijos; después de enviudar de su primer marido se casa con el conde de Angus, con quien tuvo una hija; y, divorciada de éste, se casa con Enrique Estuardo, con quien tuvo otra hija. Por otro lado, el rey de Portugal no se casó con ninguna princesa inglesa, sino con infantas españolas. Y, por supuesto, no murió asesinado por una de sus esposas.

Sin embargo, Enrique VIII tenía otra hermana, María, que se casó con Luis XII de Francia. Ella sí se casó con Charles Brandon cuando se quedó viuda del rey de Francia, pero además en una época que no se correspondería con la supuesta boda entre Margarita y Brandon ya que, cuando empieza la serie, María y Brandon llevaban ya bastantes años casados.

¿Qué aportan a la trama estas nuevas patrañas? Nada. La verdad hubiera sido mucho más interesante, puesto que las auténticas bodas de Margarita contribuyeron a liar más la situación entre Escocia e Inglaterra. Fue la abuela de María Estuardo y también abuela del segundo esposo de ésta y, sobre todo, regente de Jacobo V tras quedarse viuda. Su segunda boda causó que fuera despojada de esta regencia y que tuviera que huir de Escocia mientras su hijo, el rey niño, quedaba en poder del duque de Albany. Al tiempo de la tercera boda de Margarita su hijo, el rey de Escocia, consigue escapar y reunirse con su madre, aunque finalmente madre e hijo acabaron distanciados. Como se puede ver, mucho más interesante la realidad que la paparrucha de la boda portuguesa, con ese intento burdo de ridiculizar al pretendido marido. Por no hablar de la forma ofensiva en que presentan a los portugueses: rústicos, vulgares, ridículos, semi-salvajes....

Y tampoco aporta nada a la serie ocultar la existencia de María, la otra hermana. Hubiera sido un elemento más en todos los tira y afloja alrededor de Ana Bolena, porque María se oponía fuertemente a la boda de su hermano con Ana, a la que consideraba una vulgar trepa.

No quiero destripar la serie a los que todavía no hayan visto la serie y la quieran ver, así que no adelantaré cosas demasiadas cosas. Sólo añadiré algunas cuestiones que tienen menos repercusión en el desarrollo de la serie, o de tipo simplemente anecdótico en cuestiones de ambientación:

No quiero destripar la serie a los que la estén siguiendo por TVE, así que no adelantaré cosas que todavía no han visto. Sólo añadiré algunas cuestiones que tienen menos repercusión en el desarrollo de la serie, o de tipo simplemente anecdótico en cuestiones de ambientación:


Los papas mencionados en relación a “La cuestión real” (como se llamaba al divorcio de Catalina de Aragón y el matrimonio con Ana Bolena), no existen. En la serie aparece un papa llamado Alejandro que está muriéndose, y se supone que a ese le sucede un tal cardenal Orsini. Pero no ha habido un papa llamado Alejandro desde antes del comienzo del reinado de Enrique. El papa que tenía que haber aparecido era León X, que a su muerte fue sucedido por Adriano de Utrech y éste, a su vez, por el cardenal Medici, que con el nombre de Clemente VII fue el que se negó a dar el divorcio a Enrique.

Enrique, para celebrar el nacimiento del hijo que tuvo con Lady Blount, aparece disparando un arma que no se inventó hasta un siglo después (esta información es la que  debo a mi amigo Paco, gran entendido en este tema, y que me arrastró toda una mañana por la Torre de Londres mirando todas y cada una de las armas y armaduras allí expuestas). Parece que cuando hablamos de épocas pasadas un siglo más o menos no tiene ninguna importancia en estos detalles, pero es como si en una película del Oeste viéramos a los protagonistas disparándose con lanzamisiles. 

Enrique VIII no vivía en el palacio que aparece desde el principio de la serie como su residencia. Ese palacio no pasó a su propiedad hasta después de la caída de Wolsey. Y tampoco se llamaba entonces Whitehall.

Enrique VIII a los 31 años
 En fin, no quiero aburriros con una avalancha de datos. Terminaré comentando que el aspecto juvenil del rey, y que no se altera ni sufre variaciones hasta por lo menos hasta la anulación de su cuarto matrimonio, tampoco se corresponde con la realidad. La mayor parte de los hechos de la serie transcurren cuando Enrique estaba cerca de los cuarenta años. Se llevaba con Ana Bolena bastante más diferencia de edad de la que aparenta (entre 10 y 18 años) y tenía ya 42 años cuando se casó con ella. Si continuáis viendo la serie hasta la tercera temporada a los 49, faltando sólo siete años para su muerte, ha cambiado poquísimo. Y ya sabemos todos, por los retratos de Holbein, el aspecto que tenía para entonces.Sé que el tema de la fidelidad a la realidad de las series históricas es una batalla que tengo perdida de antemano pero, por lo menos, los que lean este blog conocerán algunas verdades.



Si alguien tiene curiosidad por más disparates incluidos en la serie, Wikipedia, en el artículo "Los Tudor, serie de televisión", incluye algunos más.





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