martes, 12 de noviembre de 2019

Momentos emocionantes

Cada viaje que he hecho me ha deparado al menos, un momento emocionante. De diversos tipos: gastronómicos, artísticos, paisajísticos, etc.... Voy a repasar algunos, inéditos hasta el momento. No temáis, no voy a insistir en los ya manidos: la impresión de ver el Taj Mahal a la luz de la luna, el cosquilleo de la adrenalina al colarme disfrazada con el normativo chador en una mezquita chiíta de un Bagdad todavía en guerra con Irán. Estos de hoy son nuevos. Nuevos en el blog, no en mi vida. Van de 1.998 a 2.009. Aclaro que su ordenación no responde a preferencias ni a cronología. Todos estos momentos tienen algo en común. En todos ellos pensé que disfrutar esos momentos sola era como un pecado mortal. No estar compartiéndolos con alguien me dolía porque sabía que no volvería a tener la oportunidad como el momento merecía.  

1. 2,009. Noruega. Recorro en barco el fiordo de los sueños (Sognefjord), el más largo y profundo de Noruega. Paramos a dormir en un hotel en la misma orilla del fiordo. Caso todo el mundo viaja en pareja o en familia. Yo voy sola. Cuando llego a la cabañita que me han asignado casi no puedo creer lo que veo. En la cabaña, hay cocina, con todo lujo de electrodomésticos, varios dormitorios. Me lanzo sobre la cama (enorme) del principal. Y eso no es nada. Sobre mi cabeza, en el techo, hay un lucernario. A través de los cristales noche y estrellas, miles de estrellas. Después de descansar un poco voy al edificio central, donde está el comedor para cenar. Y una nueva sorpresa. El comedor es un pentágono con paredes y techo de cristal, y una chimenea enorme en el centro. Ya en la cama, intento permanecer despierta todo el tiempo que pueda, mirando las estrellas. Y sólo puedo pensar en una cosa ¡Dios! ¿Por qué no estoy compartiendo esto con alguien?

2. 1.998. Guatemala. Recorriendo las ciudades coloniales del altiplano. Creo que fue en Antigua (fundada como Santiago de los Caballeros). El hotel es una antigua mansión colonial. Todo lo que me rodea es piedra y madera tallada. Es como retroceder al siglo XVIII. La decoración es muy cuidada. Muebles tallados, colores vivos, objetos que parecen rescatados de  un viaje en el tiempo. Y limpieza, mucha limpieza. Las mesas para comer están dispuestas alrededor de la galería columnada que rodea un patio completamente lleno de plantas. Los camareros están vestidos con trajes típicos, negros con detalles de mucho colorido en tejido tradicionales. Mientras uno de ellos me sirve un almuerzo exquisito, otro saca de sus jaulas unos papagayos o aves parecidas, de plumaje rojo, turquesa., amarillo y los coloca en unos aros metálicos distribuidos entre el follaje lleno de flores. Casi a mi lado, otro hombre, con el mismo atavío, comienza a tocar suavemente la marimba. Nunca había oído ese instrumento "en directo". Toca muy suavemente, de forma que la música no molesta. Suena casi como   las dulces cascadas de las fuentes de la Alhambra. Si estas se crean según el modelo persa de los "jardines del Paraíso", yo me encuentro en otro paraíso. Todo está pensado para estimular los cinco sentidos, todos al mismo tiempo. En alrededor de media hora se construye un puzzle de sensaciones insuperables. Un escenario perfecto.

  3. 2.006. Bulgaria. En la zona cercana a la frontera con Grecia se encuentra La Garganta del Diablo. Las leyendas de la mitología griega tienen mucha presencia en esta zona. Se supone que esta cueva es una de las entradas al inframundo, por la que entró Orfeo para tratar de recuperar a su amada Eurídice, muerta mientas ella trataba de huir de Aristeo el mismo día de su boda con Orfeo. En el interior de esta cueva hay una cascada de 40 metros de altura que resuena con un ruido atronador. Y la cascada ni es el único lugar impresionante de esta cueva.


2 comentarios:

  1. Guatemala, creo que era el hotel Santo Domingo. Estuve, no alojada, pero si viéndolo y comiendo, si no recuerdo mal, porque me lo habías comentado

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    1. Tienes toda la razón, Concha. Ahora lo recuerdo. Muchísimas gracias.

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