lunes, 28 de septiembre de 2020

Reinos de taifas


Que la gestión de los políticos en el asunto de la pandemia está siendo una cagada de proporciones colosales ya nadie se atreve a negarlo. Todo el mundo está descontento, cabreado y encolerizado, hasta el punto de desafiar abiertamente a la autoridad, enfrentándose a policías locales y hasta a anti-disturbios. Lo hemos visto en los informativos. Gente que soporta que los aporreen como si estuvieran defendiendo causas que compensara recibir golpes de porra, gente a la que ni las multas parecen importarles,  adultos a los que no le da vergüenza esgrimir delante de una cámara excusas que ni niños de guardería cuando los pillan a boca descubierta...., etc. Los políticos tampoco parecen muy contentos. He visto y oído en los informativos a la presidenta de la comunidad de Madrid quejarse continuamente de que a su comunidad se le exigen restricciones que no se aplican a otras. Me sorprende su queja. Deberían estar familiarizados  con la realidad, pública y notoria desde hace años, de que los españoles no somos iguales unos a otros. Que nuestras obligaciones, salarios, derechos y deberes dependen de algo que no hemos elegido ni podemos cambiar a voluntad: nuestro lugar de nacimiento.


Las diferencias que existen entre los sueldos de funcionarios que tienen idéntico puesto de trabajo se pueden comprobar por el simple procedimiento  de consultar las páginas web de algunos sindicatos. Aunque ya intuíamos esas diferencias, la comprobación exacta de las mismas, euro a euro, nos cabreó bastante, porque repugnan al más elemental sentido de la justicia.

Dos profesores con la misma antigüedad, el mismo horario de trabajo, las mismas responsabilidades y obligaciones, pueden llegar a tener en su sueldo una diferencia de 402 euros mensuales en concepto de complemento específico, que es el concepto donde se refugia mayormente esta desigualdad. Por el concepto del primer sexenio, la diferencia puede ser de 59 euros mensuales.


En el caso de los médicos las diferencias pueden ser todavía mayores. Las horas de guardia en hospital se pueden pagar a razón de 12’8 euros o a 23, según dónde estemos. En atención primaria la diferencia por horas de guardia es aún más grande. En razón del complemento por capitación (número de enfermos adscritos a un médico), las diferencias pueden llegar a ser de 10.000 euros anuales; el salario bruto de un médico que empieza puede variar de 28.735 a 53.609 euros, es decir, casi el doble; y el complemento de productividad variable va de 7.950 euros anuales en alguna comunidad a no existir en otras. Y el dinero no es lo único. Muchos médicos tienen más fácil trabajar en el extranjero que trasladarse entre diferentes comunidades españolas.

Volviendo a los profesores, trasladarse entre comunidades es casi "misión imposible", incluso sin que exista el impedimento de que te exijan hablar una lengua concreta.


En el caso de otros funcionarios se han detectado diferencias de sueldo de hasta un 50% entre comunidades. Hablando siempre, por supuesto, de personas que realizan el mismo trabajo, con la misma antigüedad y el mismo horario.


Si a esto le sumamos que algunos españoles tienen, además, enormes ventajas fiscales por ciertos privilegios que no tienen razón de existir en nuestros tiempos, nos encontramos con un panorama de tremenda arbitrariedad, que encima está fomentada y propiciada por el Estado.


Hay impuestos que en algunas comunidades no existen, o están muy reducidos, como el de sucesiones. Y donde existe se dan injustificables diferencias.


Además de causar estas diferencias entre unos españoles y otros, en un incomprensible ejercicio de desigualdad, las comunidades autónomas tienen un concepto muy diferente de lo que merece ayuda o subvención y lo que no. El lugar de residencia está causando grandes desigualdades e injusticias porque en algunas comunidades, por ejemplo, hay ayudas directas para excedencias por cuidado de hijos o para guardería, para familias numerosas o partos múltiples.


Hace años leí un informe muy detallado que demostraba que dentro de una misma ciudad los servicios de la sanidad pública, según barrios, oscile entre una calidad alta y el tercermundismo.


Si has nacido en el pueblo X, tendrás derecho a que la Seguridad Social te trate de tal o cual enfermedad, mientras que si vives en el pueblo Y, a sólo 20 km. del anterior, te tendrás que aguantar con tu padecimiento o buscar un médico privado. Según donde vivas tendrás a tu disposición tratamientos innovadores contra el cáncer (o no) o a diferentes pruebas de diagnostico (o no).


 Podrás circular por carreteras mucho mejores, o hacer una gestión ante la Administración se convertirá en algo mucho más costoso y complicado. ¿Quién sabe? Por no hablar de lo que aprenderán tus hijos en el colegio.


Esto no tiene ni pies ni cabeza.





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