martes, 1 de octubre de 2019

231. El tópico de la porno-enfermera

Si se hiciera una encuesta por la calle preguntando cuáles son los países más avanzados de Europa tanto en lo social como en lo educativo, estoy segura de que la inmensa mayoría de la gente nombraría a Suecia, Finlandia, Dinamarca y Holanda. Reconocemos que debe ser un horror soportar el clima de estos lugares. Quizás, después de un ratito de reflexión, decidiríamos que no cambiamos tanto civismo, tanta educación, tantas prestaciones sociales y tanta libertad por nuestra vida más pobre y más sacrificada; seguramente le sacamos más partido a nuestra vida social y festiva de lo que se lo sacaríamos al hecho de tener garantizados ciertos servicios. Y, por supuesto, acabaríamos reconociendo que nos horrorizaría pagar impuestos por más de la mitad de nuestros ingresos. Pero seguiríamos pensando que “aquello” es el summun de la civilidad y el desarrollo, y que lo que ocurre es que todavía no somos capaces de sacrificarnos tanto por llegar a esos niveles.

De vez en cuando salen datos que contradicen estas creencias, pero es muy difícil desterrar los tópicos. Muy poca gente se creería el hecho de que Suecia y Finlandia encabecen el ranking de mujeres muertas por violencia machista, pero ahí están los datos, desde hace ya algún tiempo. Sabemos que Dinamarca tiene niveles de vida y educativo entre los más altos del mundo, pero la obstinada realidad nos muestra que en los últimos años no para de crecer la delincuencia menor y los actos de vandalismo.

Y ¿qué decir de Holanda? Con la eutanasia legalizada, parques con zonas delimitadas para encuentros homosexuales, coffee-shops donde se puede consumir tranquilamente marihuana, prostitución legal (1), y ese principio básico de que todo aquello que perjudique sólo a uno mismo debe ser permitido, nos parece el no va más.

Y justo desde Holanda llega una noticia que parece absolutamente impropia de tal lugar. Una proporción bastante grande de pacientes considera que las enfermeras deben prestar también servicios sexuales a petición de los pacientes. No puede ser un caso aislado, ni una docena, puesto que el sindicato de enfermeras holandesas se ha visto obligado a lanzar una campaña a nivel nacional que deje claro que las interesadas se niegan a ello, y que el sindicato las apoya.

La campaña ha surgido después de la denuncia de una enfermera de 24 años despedida de su trabajo por negarse a los requerimientos de un paciente a quien atendía en su domicilio. Pero repito que me extraña que toda una campaña publicitaria a nivel nacional se monte por unos pocos casos, así que debe ser una manera de pensar bastante extendida entre los hombres holandeses.

Si no fuera porque tengo muy asumido el hecho de que, sin darnos cuenta, nos alimentamos principalmente de tópicos, muerta me hubiera dejado la noticia. Sin embargo, ya no me extraño de nada. Lo que no quiere decir que ya no me altere por nada. Al contrario, creo que cada vez me tomo las cosas más a pecho.

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(1) Conviene precisar que en este punto hay controversia. En nuestro país hay quien considera la legalización de la prostitución como un signo de progreso y quien, desde ideas políticas bastante progresistas, opina justamente lo contrario.

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