miércoles, 17 de junio de 2020

El truco del almendruco




Ayer mismo compartí una noticia donde se explicaba las complicadas operaciones que hay que realizar en la comunidad de Madrid para resolver los empates en la adjudicación de plazas escolares. Y eso me trajo a la memoria esta reflexión de hoy. 

Como todos los años, ya están los padres en pie de guerra entre ellos por obtener plazas en los colegios deseados, y ya ha comenzado el bonito deporte de la cacería del mentiroso. Puesto que la Administración se encoge de hombros y mira para otro lado, en los últimos años los padres han tomado las riendas y son ellos los que se emplean a fondo para demostrar que los que tienen por delante en la lista han proporcionado conscientemente datos y documentación falsa. La excelsa y eficientísima Consejería de Educación de la Junta de Andalucía dice que no es cuestión de ellos comprobar si los datos proporcionados para un baremo por ellos establecido son ciertos. Los Ayuntamientos dicen que la policía local no está para hacer de detectives tras miles de padres en un asunto en el que no tienen ninguna competencia. Y entre unos y otros, la casa sin barrer. Parece que la Administración alienta a los ciudadanos a espiarse unos a otros y, de paso, se ahorra un pastón. Hágalo usted mismo, en plan “Bricomanía”. Si uno es capaz de montar un salón completo comprado en Ikea, por qué no va a ser capaz de desmontar un caso de falseamiento de datos en documento público. No pierda usted el tiempo hurgando en los secretillos de Ana Obregón o la Pantoja, que es una cosa cutre y propia de marujas ignorantes. Mejor persiga a su rival en la plaza en discordia y hágale fotos con el móvil cuando lo vea entrar en su verdadero domicilio. Intente averiguar, aunque sea con malas artes, sus ingresos anuales. Acose a los vecinos del susodicho en plan paparazzi y, finalmente, como una María Patiño cualquiera, esgrima las pruebas ante los funcionarios que no han sido lo suficientemente diligentes, listos o aplicados y se han tragado todas las mentiras.

Pero los engaños se van sofisticando tanto que a los sufridos padres les va desbordando la cosa y la última moda, como nos informaba el Telediario. Entre 600 y 1000 euros le puede costar a un padre desenmascarar a los que le han birlado la plaza de colegio de su hijo.

Sin embargo, el reportaje mostrado en el Telediario se ha quedado vetusto y ovsoleto, pues se hablaba de lo mismo de siempre: padres que censan a los niños en casa de los abuelos, para conseguir los puntos otorgados por la zona en que se vive, por ejemplo. Por favor, qué atrás se han quedado los reporteros. Hoy un padre fraudulento no se conforma con ese truco más antiguo que la Tana y va más sobre seguro.

En Andalucía conceden 2 puntos por familia monoparental, justo el doble que por el hecho de que el padre o la madre sean minusválidos o trabajen en el colegio en cuestión. Y con los divorcios express, en 24 horas y por 450 euros se puede conseguir un papel que certifique el fin del matrimonio de los padres. Por supuesto, los padres siguen viviendo juntos, en la misma casa, como si nada, pero ante la ley su situación cambia, y no sólo para el tema de los colegios de los niños, sino para todo. Además, en el divorcio ficticio (pero verdadero y con consecuencias legales, al mismo tiempo) se fija una pensión ridícula para la madre, con lo cual ésta consigue también los 2 puntos que te dan por los bajos ingresos, aunque en realidad en la casa entre una cantidad siete u ocho veces mayor. Mientras tanto, aunténticas familias monoparentales (como madres solteras, por ejemplo) no se pueden beneficiar de esos puntos, porque basta que el padre reconociera al niño en su momento para que no entren en este supuesto.

Que esos niños figuren como hijos de padres divorciados, que ante la ley sean así a todos los efectos, eso es lo de menos. Los niños lo saben, están aleccionados para que mientan si se les pregunta, aunque muchos, en su inocencia, lo cuentan todo.

No estoy hablando de casos sueltos, sino de una verdadera epidemia. En algunos centros, más del 50% de las solicitudes de plaza se corresponden con divorcios express obtenidos menos de un mes antes del plazo de la solicitud. Y los niños con el jaleo mental que supone que tus padres estén divorciados pero “sigan casados”. Y de paso aprendiendo desde chiquititos las innegables gangas que se derivan de engañar al estado y aprovecharse de otros ciudadanos más honrados. Que ya se sabe que en España se alardea públicamente de cosas como engañar en la declaración de la renta, síntoma de que uno es “listo”. Y los padres, ya puestos, mirando por ahí qué más ventajas pueden sacar ahora que están “casavorciados”. A ver si explotando el “trauma” de los niños por la “separación” de los padres, o los “bajos ingresos familiares” sacan otras tajadas. Sobre todo económicas, que son las que más importan.

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