martes, 16 de junio de 2020

Calvario burocrático


Lo que cuento en esta entrada ocurrió hace varios años. Pero podría ser igualmente de ayer por la tarde. Porque, seguimos en España ¿no?

1 de septiembre de 2007. Carmina pasa de depender de la Administración General del Estado a hacerlo de la Junta de Andalucía. Nos aseguran una y mil veces que no habrá ningún problema, pero que tengamos en cuenta que el primer año será un poco de transición y ambas partes debemos ser pacientes con la otra, porque hay muchas cosas que resolver.

Para ese momento, Carmina tiene ya cinco trienios, y va camino del sexto. Pero en cuanto empieza a pagarle la Junta de Andalucía deja de cobrarlos todos, ya que la Junta no tiene constancia de que esos trienios existan. Ante la correspondiente reclamación, nos piden más paciencia y nos aseguran que ¡¡por mayo!! todo estará resuelto.

Por otro lado, parece que las administraciones entre sí no se comunican, pues soy yo la que tengo que demostrar la existencia de mis cinco trienios. A pesar de la abundante documentación que tengo, nada de eso vale. Necesito un papel llamado “anexo 1”, con el reconocimiento de servicios prestados, pero nadie en el Ministerio parece saber dónde puedo obtenerlo. Después de meses de llamadas telefónicas, encuentro a una persona que me dice que me puede hacer el papel donde figure del año 1999 en adelante, pero antes de esa fecha en ese departamento no tienen ninguna información. Tampoco sabe quién puede hacerme el anexo 1 desde el año 1991 a 1999. Unos diez días después recibo el anexo 1 correspondiente del año 99 en adelante, y otros diez días después lo vuelvo a recibir con una cartita informándome de que el primero no valía porque se habían equivocado al hacerlo. Los comparo y, efectivamente, en una columna donde debía figurar la cifra 10, habían puesto 8.

Sigo haciendo llamadas a todo el Ministerio como una loca, investigando en todos los departamentos y servicios. Al mismo tiempo, voy a la delegación de Educación de la Junta de Andalucía en Cádiz y los pongo como los trapos, porque no es de recibo que en estos tiempos de informatización, e-mails y demás todo tenga que transcurrir de esta forma. También les llamo ineptos y vagos, porque me están obligando a hacerles su propio trabajo.

Repasando toda mi documentación, veo que mi hoja de servicios y mi nombramiento está firmada en 1991 por una tal A. C. Afortunadamente esta señora todavía no se ha jubilado, afortunadamente lo comento con una compañera que fue directora del instituto y me dice que es una mujer muy eficiente y que ella tiene su teléfono.

Llamo a la tal A. C. y ¡bingo!, en su departamento me pueden hacer el reconocimiento de servicios prestados de 1991 a 1999. Al cabo de unos días recibo el papelito correspondiente y, por fin, el 20 de noviembre de 2008 llevo los dos documentos a la Delegación de Educación de la Junta de Andalucía en Cádiz. Me aseguran que está todo correcto. Como las nóminas se cierran el 5 de cada mes y faltan quince días, no creo que estos sacrificados trabajadores tengan tiempo suficiente para que pueda cobrar los trienios (con efectos retroactivos) en la nómina de diciembre, así que me resigno a esperar hasta enero.

El viernes 23 de enero recibo una llamada en casa, en horas de trabajo (sería demasiado que sus neuronas hubieran caído en la cuenta que un profesor de instituto, a media mañana, está en su lugar de trabajo y no en su casa). Por casualidad me encuentro en la cama con gripe y me informa que a ambos documentos les falta el sello de pie de firma del Ministerio. Están firmados pero no sellados, por lo que, según sus palabras textuales “los ha podido hacer cualquiera”. Han tardado dos meses exactos en darse cuenta. Así que tengo que recogerlos en la Delegación, enviarlos a Madrid al Ministerio para que me pongan el sello, esperar a que me los devuelvan por correo y volverlos a llevar a la Delegación de Cádiz.

Después de alabar al funcionario por su perspicacia al tardar dos meses en darse cuenta de la falta de un sello en un documento que él previamente había dado por válido, y comentarle que, por si no se ha dado cuenta, me ha llamado posible falsificadora y autora de un fraude, envío a alguien a recoger los papeles. Por lo visto, el que existan como otros 20 documentos oficiales que demuestran que trabajo para el Ministerio desde 1991 no descarta la idea de que, sin necesidad, se me ocurra falsificar los papeles. Mientras tanto llamo a Madrid al Ministerio y también les alabo por la eficacia de enviar unos documentos sin sellar. La chica que me atiende, creo que verdaderamente avergonzada por todo lo que está pasando, me dice que le envíe los papeles inmediatamente, que me los sellará.

Con un poco de suerte cobraré los trienios a finales de marzo, puesto que es imposible, entre tanto vengo y voy, que todo esté resuelto antes del 5 de febrero. En ese mes me encontraré en la nómina con un gran pastón de atrasos, lo que también me perjudica, puesto que un dinero que tenía que haber cobrado en tres ejercicios distintos se acumula en uno, perjudicándome a la hora de pagar el impuesto sobre la renta.

Mientras tanto, mis compañeros llevan desde que empezó el curso (cuatro meses) sin cobrar todavía el complemento que les corresponde como tutor o jefe de departamento. Los ultraocupados funcionarios de la Delegación de Educación de la Junta de Andalucía en Cádiz no han tenido tiempo de meter el dato en la nómina. Al mismo tiempo, el programa informático que hace las nóminas decide por su cuenta cada mes cuánto nos van a retener a cada uno a cuenta del IRPF, (a mí ahora mismo me están reteniendo la burrada del 25%), de forma que cuando llegue mayo esté lo más equilibrado posible lo que tengo que pagar con lo que me han retenido. Pero claro, esa es la opinión de la Administración, no la mía, puesto que yo no estoy de acuerdo en pagar mis impuestos por anticipado (lo que tengo que pagar en junio de 2009 me lo empezaron a retener en enero de 2008, 18 meses antes). En resumen, cada mes cobro una cantidad diferente, que no puedo tener prevista porque lo decide una máquina, que lo mismo me retiene un 25% que al mes siguiente un 11%.

Menos mal que, como dice nuestro cacique Chaves, estamos inmersos en la segunda modernización de Andalucía. Supongo que puedo darme por satisfecha de que no me paguen en especie con sacos de garbanzos, piezas de tela y cosas así.


1 comentario:

  1. Como bien dices no ha cambiado mucho. A modo de ejemplo te diré que el concejal de hacienda del ayuntamiento de Cadiz, solo firma el tema de las plusvalías de las viviendas a finales de mes. No me explico qué gran cantidad de trabajo le impide echar un garabato, porque desde luego no creo que lo revise, al menos una vez por semana, no digo ya al día que eso sería muy estresante.

    ResponderEliminar