martes, 9 de junio de 2020

Porque no

En mi etapa bloguera a. i. (antes del ictus), que duró varios años, yo disfrutaba de la libertad que me proporcionaba el blog para escribir y opinar sobre todo. Hablaba de los políticos (la etapa Zapatero daba muchísimos contenidos), comentaba las noticias que leía en la multitud de periódicos que leía. Nunca me censuraron nada. Sólo tuve que poner en su sitio a unos pocos haters que aparecían en los comentarios (nunca habilité la moderación de comentarios, cualquiera podía comentar sin necesidad de que yo diese mi autorización previa). Hablaba de lo divino y lo humano, protesté, critiqué, opiné, a diestro y siniestro sobre lo que pasaba en mi trabajo, sobre lo que veía cada día en la calle , en el autobús, en el tren,, sobre programas de televisión, con una transparencia total, sin enmascarar o disimular lo que pienso y como soy, aunque siempre intentando provocar una sonrisa. Se me daba bien el sarcasmo, y lo utilicé con asiduidad. A raíz del ictus interrumpí mi actividad bloguera un tiempo. Después me impuse retomarla como parte de la terapia de rehabilitación integral. Pero sentía que había perdido "la chispa". No me salían como antes, a borbotones, los comentarios sobre lo que me rodeaba porque mi estado de ánimo no era el mismo y había perdido la legría y la capacidad de reirme de las cosas. De todas formas, persistí, aunque los resultados no me satisfacieran del todo: es lo mismo escribir sobre un personaje histórico que meterse con un ministro en ejercicio y que quede gracioso y no sea demasiado ofensivo.

Pero ayer, inicié mi rutina en internet con el mismo orden de siempre: correo, facebook, suscripciones de You tube. Después de ponerme al día con todo eso, normalmente me pongo a pensar sobre qué voy a escribir ese día. Y ayer, al mirar mi facebook vi una foto de algo que una amiga me había compartido, y supe que tenía que hablar de eso.  Eso quiere decir que hoy, ni personajes históricos, ni gaitas, hoy voy a ser políticamente incorrecta como era antes, descarnadamente, diciendo lo que pienso, aunque a algunas personas les rechinen los dientes. Sé que algunos de mis habituales no vais a compartir mi forma de pensar. Que le voy a hacer. Asumo que faltarán algunos "me gusta". Hace casi 35 años escribí un post titulado "Cosas que no hago en estos días". Era casi fin de año y confesé que no celebraba fin de año como hace casi todo el mundo, ni me ponía bragas rojas, ni tomaba uvas.... Hoy os voy a escandalizar otro poco contando dos cosas que no hago, y explicando el por qué, mis razones. Son mías, nadie tiene por qué compartirlas. Es como soy y ya está.

Dos cosas que no hago nunca: participar en manifestaciones y hacer huelga. Y ahora voy a explicar por qué. No creo que sea forma de arreglar nada, hay otras formas de dejar constancia de tu discrepancia o afinidad con algo. Por contra, es bastante probable que en la manifestación haya algún descerebrado, y que a ese descerebrado los sigan como borregos otros descerebrados con resultados   
desastrosos. Como se ve en la foto. En Guadalajara (México) hace unos días detuvieron a un albañil por no llevar puesta la obligatoria mascarilla. El pobre hombre murió estando detenido y los días 4 y 5 de junio hubo violentos desórdenes que terminaron con resultados como los que se ven ¿Qué consigue esto sino un perjuicio para alguien? SIEMPRE hay algún inocente perjudicado y NUNCA se logra revertir el daño por el que se protesta. Segunda cuestión: por qué no hago huelga. No hago huelga por el mismo motivo por el que no robo. Robar no es solo  quitarle un bolso a un vieja desde una moto. Robar es también cobrar por un trabajo que finalmente no hago. Si no voy a trabajar mi trabajo caerá sobre mis compañeros. Algunos colegas míos se justificarán diciendo que a los profesores nos descuentan dinero del sueldo si no damos clase por huelga. Pero YO NO TENGO DERECHO a sobrecargar a mis compañeros  ni pagando. Y como tengo muy clara la razón de mi comportamiento añado: A mí NO ME MARCA EL PASO ni un sindicato ni nadie. Es lo que hay. Y para que no veáis que no exagero sobre los daños que se causan, incluso sin ninguna intención,  os cuento algo que yo he vivido. Estaba yo todavía dando clase en el instituto de la Base Naval de Rota. A causa de una protesta laboral el acceso a Cádiz estaba cortado por carretera y por tren. Todas las poblaciones de la Bahía de Cádiz bloqueadas. Aquellos trabajadores tenían como rehenes  a varios cientos de miles de personas: niños pequeños atrapados en el transporte escolar sin comer, ni poder descansar.... Pero lo que realmente me indignó fue lo siguiente: A un hombre de El Puerto de Santa María que estaba esperando un trasplante de corazón le llaman por teléfono diciéndole que vaya rápidamente al hospital de Cádiz que el corazón ya va por aire para allá. Pero ¿cómo entar en Cádiz? No se puede ni por carretera ni por tren, todo bloqueado. A aqurl hombre no le quedó otra que intentar cruzar en El Vapor del Puerto, un barquito turístico. Pero, con toda la Bahía convertida en un inmenso atasco, mucha gente ha tenido que hacer lo mismo (yo también tuve que volver así del trabajo a casa un rato después),  la cola para coger el barquito es kilométrica y ese pobre hombre tiene que esperar horas hasta que la gente que tiene delante le cede su sitio y lo deja pasar. El viaje es de órdago, el pobre hombre se pasa el viaje vomitando, por los nervios y el movimiento de las olas. Llega al hospital, aunque en unas condiciones lamentables, que no son las mejores para afrontar una operación así de importante. Algo parecido volvió a pasar cuando los trabajadores del aeropuerto del Prat se pusieron en huelga. En este caso el corazón llegó, pero se tuvo que desechar sin llegar a hacer el trasplante porque se sobrepasó el límite de tiempo durante el cual el trasplante es viable. Un corazón desperdiciado y una persona muy enferma PERJUDICADA  por una huelga. En los periódicos de hoy veo otro disparate. En una de las manifestaciones contra el racismo que se están dando en EEUU, UNOS EXALTADOS  QUEMAS A UN POLICÍA. Es decir protestan por la violencia y exigen  que nadie más muera, terminando violentamente con la vida de alguien.  Y esto es todo. Así piensa Carmina sobre este tema.

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