miércoles, 28 de agosto de 2019

3. Mujer ¿de hoy? (1)

Como cada sábado, echo un vistazo a la revista que viene con mi periódico, y cuyo título es “Mujer de hoy” (atención al nombre). Bajo un prisma pretendidamente moderno, la revista nos presenta las secciones habituales: moda, belleza, cocina, consultorio sentimental, y otras, como la llamada “Agenda de la shopping-adicta”.

Un ligero vistazo por estas secciones nos deja bien claro que la pretendida “mujer de hoy” es una adicta a las compras, que sólo entra en la cocina para preparar fruslerías como “canapés a la mantequilla de langostinos, con cebollino y téte de moine” o “terrina de ternera y gruyére con salsa de setas” (como ven todo muy útil para el día a día de una familia cualquiera).

Esta mujer tiene una talla no mayor de la 38, es menor de 25 años (porque la ropa que aparece se vería ridícula en cualquier otra edad), pero se puede permitir el lujo de gastar 120 euros en un diminuto botecito de crema.

Y en el fondo de toda su modernidad, lo que verdaderamente le interesa es atrapar a un hombre, para lo cual hay maravillosos consejos en el consultorio psicológico y sentimental.

Por último, te enseñan siempre cómo está decorada la enorme casa maravillosa de algún personaje rico y famoso, para que te des cuenta de que si tu pisito de 80 metros cuadrados en un barrio normal de trabajadores tiene ese aspecto tan anodino, es algo fácilmente solucionable gastándote el equivalente a tu sueldo de dos años. En realidad, tu único problema es que tienes muy mal gusto.

Y todo esto en un país como España, donde se calcula que un 18% de la población vive en la pobreza (ocho millones de españoles), donde las tasas de desempleo femenino son altísimas, y gran parte de las mujeres que trabajan lo hacen en el servicio doméstico, en las empresas de limpieza, en puestos de nula cualificación, o para empresas de la moda como ZARA, que las explota pagándoles 5 céntimos por la terminación de una prenda en talleres clandestinos, o cosiendo en su casa esos maravillosos zapatos de las empresas levantinas, que luego se venden carísimos en las mejores tiendas de Nueva York. Un país donde el 33% de los alumnos de secundaria abandonan la escuela para siempre sin llegar a obtener ninguna titulación, lo que los convierte en carne de cañón para el empleo precario y fraudulento.

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