jueves, 29 de agosto de 2019

30. Un cante por colombianas

Parece que el tema de hoy en casi todos los blogs es obligado (¡Es San Valentín, despistados!). Hay quien pone poemas, hay quien cuenta lo que va a hacer para celebrar con su pareja, hay quien tira de recuerdos y saca alguna historia pasada.

Yo no tengo planes de celebración porque actualmente no tengo pareja, pero no me parece mal dedicarle algo a mis ex, en recuerdo de los viejos tiempos. Y como no me veo recitando un poema (aunque no sea pasteloso, no es mi estilo), con permiso de ustedes voy a echarme un cante flamenco, y por dos motivos. Uno, porque en el flamenco encontramos pasión y erotismo a raudales, y por ese motivo es tan apropiado o más que un poema de amor. No hay más que prestar atención a algunas letras, que a veces asustan por la intensidad de los sentimientos que expresan. Dos, porque Carmina, de joven, bailó flamenco durante bastantes años. En un grupo de aficionados, claro está, pero con una dedicación y una constancia que no ha vuelto a tener con ninguna otra afición. Todavía conserva un armario lleno de trajes, mantones, zapatos y demás complementos. Y un cajón lleno de cintas de vídeo, fotos, programas de actuaciones… Y no es mal día para recordar todo eso, principalmente porque a uno de sus ex le gustaba horrores verla bailar.

El baile es principalmente cuestión de temperamento. Por eso, de acuerdo con la forma de ser de cada cual, te van mejor unos palos que otros. Pepa, su profesora, le decía siempre a Carmina que lo mejor que tenía era que movía los brazos con mucha elegancia, que le iban los bailes lentos, “sentíos”, como los tientos o las peteneras, y también los cantes “de ida y vuelta”, melosos, como las colombianas. A Maireen le hubiera gustado tener más nervio, más descaro, pero se tenía que conformar, porque eso no se improvisa. Así que más vale que haga lo que sé que hago bien, que para hacer el ridículo siempre hay tiempo.

Y sin más dilación, dedicado a mi público que tanto me quiere y a quien tanto debo, unas colombianas festeras. Y como dije al principio, dedicado especialmente a ellos dos.

Aquí os dejo la letra: Quisiera ser jardinera del jardín de tu sonrisa, ser peine para tu pelo, botón para tu camisa, pañuelo para tu duelo y espejo para tu risa. Que nadie puede quererte igual que yo te he querido, y cuando deje de verte se cieguen los ojos míos, que Dios me mande la muerte si algún día yo te olvido.

aqgbXzmT7qQ

Y creo que no hace falta presentar a mi paisana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario