sábado, 31 de agosto de 2019

42. Chocheos y egoismos variados

Cádiz ostenta varios records muy tristes, pero hay uno especialmente patético que además es convenientemente jaleado por toda esa gente que ve la vida de los demás como un espectáculo frívolo.

   Estoy hablando de esa señora por cuya causa el nombre de Cádiz salió asociado a uno de los episodios más disparatados de los últimos tiempos. Sí, la que hace casi un año tuvo dos niños a los 67 años después de haber engañado a los médicos estadounidenses que la trataron (les dijo que tenía  55). En un alarde de irresponsabilidad, sin contar con una vivienda propia ni con ingresos suficientes, trajo al mundo dos chiquillos que en plena infancia se encontrarán con una madre de 80 años. A las críticas que cualquier persona con dos dedos de frente hizo en su momento sólo pudo oponer dos “razones de peso”: que era lo que ella quería y que se encontraba estupenda y muy joven. Depende de para qué. Posiblemente para una excursión de jubilados esté estupendamente, pero la realidad de su edad se hacía presente en algo tan normal a los casi 70 como un buen montón de arrugas y unos pellejos colgones, acentuados por el empeño en estar delgada para poder ponerse camisetas de quinceañera. Y aclaro que cualquiera que me conozca sabe que no considero que las arrugas o las canas sean nada vergonzoso ni infamante, puesto que las luzco (más las segundas que las primeras) a cara descubierta, sin disimularlas con subterfugios risibles (por lo inútil del empeño).

Pues pasó lo que podía pasar, aunque ella lo desechara con ese empecinamiento estúpido que consiste en que la vida será lo que tú quieras, ¡faltaría más! Los niños todavía no tienen un año y ya hace varios meses que a ella la operaron de un cáncer de ovarios. Por supuesto, no da su brazo a torcer. Debe ser la única persona en el mundo a la que la quimioterapia no le afecta en absoluto, pues dice que no le ha supuesto ningún problema para seguir cuidando a dos bebés que todavía ni andan. Y que incluso cuando peor se encuentra no interrumpe su vida normal. Pues le saldría más rentable patentar el sistema que arrastrarse por estudios de televisión. Y millones de personas se lo agradecerían.

Ha vuelto a los programas de televisión pero, como decía el otro día una presentadora, no se sabe exactamente qué es lo que quería transmitir, porque no se explica muy bien. ¿Quería pedir ayuda? Es una posibilidad, pero no fue capaz de hacerlo porque le puede su vanidad. ¿Quería dar pena a ver si conseguía sacar unos dinerillos? Es lo más lógico, dado que el aparecer en la televisión con la peluca puesta hubiera sido impensable de otro modo en una persona que siempre estuvo obsesionada por su aspecto, según le contaba su madre a las vecinas. Pero como se empeñaba en seguir diciendo que no tenía ninguna dificultad para ocuparse de los niños…

Al final, lo único que quedó claro es que esta mujer sigue teniendo las ideas muy confusas y que todavía piensa ante todo en ella. Su conversación es un yo, yo, yo que asusta. No parece haberse dado cuenta de que los niños no nacen para cumplir las ilusiones de los padres, ni para que estos se quiten una espinita atrasada, ni para jugar con las muñecas que no tuviste en tus tiempos.

Actualización: Carmen Bousadas murió de cáncer en julio de 2009 dejando a dos bebés de dos años. Ni siquiera les pudo dejar un lugar donde vivir, pues vendió su piso para pagarse el tratamiento de fertilidad. Imagino que los niños serán dados en adopción con lo que, en este caso, evidentemente saldrán ganando.

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