sábado, 31 de agosto de 2019

52. Lo de todos los años

En días como hoy lo que procede es hacerse una lista de propósitos para el nuevo año en la que implícitamente reconocemos que hasta el momento hemos sido unos desastres, porque no hemos hecho casi nada de lo que debíamos hacer.

Yo, qué queréis que os diga, me niego a hacer ningún propósito de ese tipo. O, por el contrario, me voy a hacer un montón de propósitos, a saber:

Voy a seguir fumando exactamente como ahora (bastante poco, es cierto, pero porque es lo que me apetece, no porque me esté coartando en ese sentido); seguiré dando rienda suelta a mis otras adicciones (chocolate y coca-cola); seguiré apañándome con el poquillo inglés que sé, sin ninguna intención de aprender más; no pienso ir a ningún gimnasio, ni practicar ningún deporte, ni comer fruta. Continuaré bajándome pelis, canciones y series de tv con Emule sin ningún remordimiento porque, a pesar de lo que digan los que lo dicen, en España no es delito. Es decir, lo normal.

A estas alturas de mi vida no voy a torturarme lo más mínimo a cambio de parecer más guapa, más importante o más joven. Intentaré darme lo que considero buena vida, al margen del concepto de buena vida que tengan otros. Eso implica, entre otras muchas cosas, tener la conciencia tranquila (al menos en lo fundamental) para que sea sólo la fibromialgia lo que me quite el sueño. Persistiré en todas mis manías: la puntualidad, el no meterme en ningún gasto que no pueda pagar al contado y la escrupulosidad a la hora de declarar mis rentas y pagar mis impuestos. Continuaré siendo una persona del montón: por un lado, sin ese aura de santidad que imprime lo políticamente correcto, lo nutricionalmente correcto y lo ecológicamente correcto; por otro, sin ese aura de malditismo que imprime esa posturita de vivir al borde del abismo, tan explotada por intelectuales y gente del espectáculo, que intentan constantemente dejar bien claro que no son personas “respetables” (y se sienten muy modernos por ello, sin saber que se trata de algo totalmente decimonónico).

Por otro lado, como soy una buena persona, no puedo dejar de desearos cosas buenas para los próximos meses. En algún sitio que ya no recuerdo encontré una lista que he cambiado y mutilado a mi gusto. Pero, por supuesto, es sólo una propuesta. Os invito a entrar a saco en el texto, deshaciéndoos de todo aquello que no os convenza, de la misma forma que yo he desechado los propósitos habituales que se hacen todas esas personas totalmente decididas a convertirse en perfectas en los próximos doce meses.

1. Trabajo fértil, feliz, seguro y bien pagado.

2. Amor honesto, divertido, poderoso y creativo.

3. Salud física y mental, duradera y productiva.

4. Inteligencia libre, comprometida con la libertad y la justicia, que no acepte la explotación ni la esclavitud.

5. Unidad entre todos, amigos, parientes, socios, compadres, gremios, pueblos y parejas.

6. Éxito sin pedantería, sin petulancia y sin triunfalismo. Éxito que dé éxito a otros, con humildad sincera que es el único éxito real.

7. Descanso… que todos tengan descanso, paz, vacaciones, diversión inteligente y mucha energía nueva.

8. Estudio, capacitación, aprendizaje. Intenso, nuevo, refrescante, emocionante, lleno de futuro.

9. Reconocimiento y respeto por el trabajo, esfuerzo y contribuciones en la mejoría de lo propio y lo ajeno.

10. Ganas de luchar para que la cosa cambie, para que nuestra suerte mejore, para un futuro menos incierto, para que no nos venza la depresión.

Y besos para todos.

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