sábado, 31 de agosto de 2019

51. Más difícil todavía

Creo que nunca había escrito en el blog sobre política exterior española. El sainete continuo de que disfrutamos en el interior da material más que de sobra para morirse (literalmente) de la risa. Pero es que la última ha sido tan sonada que no puedo resistirme. Esos ínclitos políticos españoles, ese excelso gobierno que tenemos, con sus contradicciones continuas, con ese no saber por dónde tirar, ha conseguido la cuadratura del círculo. Ya se han puesto enfrente a unos y a otros, a los griegos y a los troyanos, a los cartagineses y a los romanos, a todos.

Resulta que desde hace años tenemos aquí instalado, con las bendiciones del poder, a un indeseable que decidió que, a la vista de lo tranquilos que por aquí andan los mayores delincuentes del mundo, España sería un lugar ideal para vivir. Teniendo en cuenta que se trata de un traficante de armas a nivel internacional que «ha suministrado armas y equipo militar a facciones armadas que se dedican a librar conflictos violentos en Nicaragua, Brasil, Chipre, Bosnia, Croacia, Somalia, Irán e Irak», está claro que no es el tipo de amigo que a nuestras madres les gustaría para nosotros.

Además de su actividad principal, «ha creado una red internacional de asociados criminales, empresas fachada y cuentas de banco en Reino Unido, España, Líbano, Siria, Irak, Polonia, Bulgaria y Rumanía».

También «ha efectuado operaciones financieras para lavar dinero a través de cuentas bancarias por todo el mundo para ocultar la naturaleza ilícita de su utilizados criminales». Pero resulta que en España se piensa que nos puede interesar tener a esta inocente criatura instalada en Marbella. Y el buen hombre ha disfrutado del sol y la tranquilidad hasta hoy, sin interrumpir para nada sus candorosas actividades.

Pero a EEUU se le había puesto entre ceja y ceja enchironar a este tipo, que además está implicado en atentados terroristas (como el que se cometió en Madrid en 1984 por el grupo radical Abu Abas) o en el secuestro del “Achille Lauro”, entre otras travesuras. Y le tienden varias trampas, de las que este tipejo, valiéndose de sus contactos en los servicios secretos y la policía española, se escapa. Hasta que le ponen un cebo tan gordo que no es capaz de resistirse. En 2005, agentes de la DEA contactan en Líbano con uno de los intermediarios del traficante, y le proponen un negocio de compra de armas para las FARC. La lista de la compra estaba formada por «4.350 fusiles de asalto Akm, 33.350 fusiles de asalto Akms, 200 fusiles de asalto Rpk, 50 fusiles de francotirador Dragunoz, 500 pistolas Makarov, 2.000.000 cartuchos de 7.62 mm., 120 Rpg lanzagranadas, 1.650 cartuchos Pg-7V para granadas y 2.400 granadas Rgo-78». El precio, tres millones y medio de euros. Como regalo, el traficante añadía «explosivos C-4, detonadores y el envío de 1.000 hombres para adiestrar a los narcoterroristas colombianos». El dinero pactado llegó a las cuentas bancarias correspondientes, y nuestro ilustre huesped estaba tan tranquilo, hasta que el 8 de junio fue detenido en el aeropuerto de Barajas. Entonces supo que los socios con los trataba la venta de armas a las FARC eran agentes de EEUU infiltrados.



   Estados Unidos pide la extradición del individuo y entonces es cuando empieza la astracanada española. Los políticos se rasgan las vestiduras porque, guau, qué falsos los norteamericanos, que envían a sus agentes a una operación encubierta sin que se sepa lo que son en realidad. Vamos, que el procedimiento habitual es acercarse al Ayuntamiento y preguntar “Oiga, ¿dónde se dan las licencias para operaciones de servicios secretos extranjeros?”. Y entonces un amable funcionario (no es ironía) les contestaría “En la segunda planta, en el mismo mostrador donde las licencias para venta ambulante y para la instalación de atracciones de feria”. Y todo el mundo contento. Si 007 tenía licencia para matar era porque había hecho las cosas como deben hacerse, por derecho y retratándose en la ventanilla correspondiente. Por supuesto, a los agentes secretos se les obligaría a vestir en todo momento un uniforme que los identificara como tales, porque está muy mal eso de no avisar que estás intentando atrapar al malo. Pero no, esos malandrines han actuado de incógnito, como los espías de las películas. Aquí, como los modelos que tenemos son del tipo “Mortadelo y Filemón” o “Anacleto, agente secreto”, nos asustamos de esas cosas.

Así que ahí tenemos a los políticos intentando presionar a la Audiencia Nacional para que no se conceda la extradición. Porque sería un desastre que Marbella perdiera a su más ilustre vecino después de la Pantoja y Gunilla von Bismarck, además. Pero resulta que los jueces tampoco tienen la fina sensibilidad de los políticos y en octubre la Sección Cuarta de la Sala de lo Penal aprobó la petición de extradición. La defensa del traficante recurrió y a mediados de diciembre el Pleno de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional aceptó de nuevo la petición de extradición a EEUU, a condición de que no sea condenado a muerte.

A todo esto, Siria, país natal de la inocente criatura, se cabrea, y los sirios dejan caer que la supuesta protección de la que gozan las tropas españolas en Líbano “no es obra de los norteamericanos y que esa ayuda podía desaparecer en cualquier momento”. El ministro de Asuntos Exteriores se va de vareta porque lo único que le faltaba al gobierno en periodo pre-electoral es que los soldados españoles en el Líbano empiecen a caer como moscas y el jefe del espionaje sirio recibe la palabra del ministro Moratinos de que España no va a entregar al presunto a Estados Unidos. Pero eso significa que el ministro y sus colegas están dispuestos a pasar de lo que digan los jueces, a cabrear a los que piensen que los jueces deben ser independientes de los políticos y a cabrear, una vez más, a los norteamericanos. Por lo visto no es suficiente que al embajador español en EEUU le hagan desplantes hasta los conserjes, y que no consiga ser recibido ni por un funcionario de categoría mediana. Así estamos, amenazados por unos y por otros, por espías sirios y por terroristas, por delincuentes a escala planetaria y por políticos histéricos, estos últimos clamando por los derechos humanos. Y es que ya se sabe que un delincuente millonario que vive en Marbella tiene más derechos humanos que nadie, sobre todo si habla de tú a tú a los terroristas de todos los continentes.

Para acabar con este tira y afloja, va a tener que ser probablemente el Consejo de Ministros el que finalmente decida, en los próximos días, que se hace. Menuda papeleta tienen por delante, aunque se la han buscado, porque nuestros políticos han conseguido que, sea cual sea la decisión, España quede mal con unos o con otros. O con todos a la vez, que para eso son únicos, como se demostró cuando consiguieron indisponerse simultáneamente con Marruecos y con Argelia.

Claro que lo importante es que se aclare de una vez por todas quién será el ganador de Gran Hermano.

Actualización: Celebrado el último Consejo de Ministros del año el día 28 de diciembre, no se han pronunciado sobre la extradición del sirio, aunque sí se ha pedido a Francia la extradición de una etarra.

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