jueves, 5 de septiembre de 2019

139. El Séneca de las narices, y los tarados que lo manejan

Todos los profesores de Andalucía tenemos que usar constantemente un sitio web llamado Séneca. Allí tenemos que introducir las faltas diarias de los alumnos, las justificaciones de esas faltas, las notas de cada alumno al que damos clase en cada evaluación, en junio y en septiembre. Allí tenemos que mirar nuestras nóminas, allí se encuentran recogidos nuestros horarios, nuestras faltas de asistencia y hasta tenemos que introducir los libros de texto que usamos con todo detalle (incluído el ISBN). Total, que por “h” o por “b” estamos todo el día entrando en la dichosa página. Desde Secretaría tienen que introducir los datos de todos los alumnos del instituto y sus padres, los inventarios de todo lo que se encuentra en el edificio o las facturas e imprimir cuatro veces al año los boletines de notas. Desde Jefatura de Estudios tienen que introducir cualquier incidencia que se produzca en el día a día, una expulsión de clase, un apercibimiento a un alumno, y muchísimas cosas más que no conozco con detalle ni quiero conocer. Sólo sé que la Jefa de Estudios, que es una persona extraordinariamente trabajadora, se pasa el día encadenado al dichoso sitio web.

or supuesto, antes de que existiera Séneca los institutos funcionaban normalmente. Los centros tenían su programa de gestión, se hacían los horarios, se evaluaba, se sacaban las listas de clase, los boletines y las actas y todo lo necesario. Séneca no ha aportado nada que no se hiciera ya antes. En realidad no es más que un mecanismo de control absoluto por parte de la Junta, digno de aquellas épocas gloriosas del telón de acero. Es como una especie Gran Hermano (el de Orwell, no el de Tele 5) que lo vigila todo y tiene hasta la información más nimia sobre todo, constantemente.

Y tiene, por supuesto, muchísimos inconvenientes.

Falla más que una escopeta de feria. Es fácil suponer que cuando todos los profesores de Andalucía estamos metiendo las notas de todos nuestros alumnos en los mismos dos o tres días, la página suele estar colapsada, por lo que suele ser frecuente que tengas que esperar a las dos de la madrugada o que tengas que levantarte a las cinco de la mañana para poner las notas desde tu casa. A ver si alguien tiene el valor de negar que ha tenido que hacerlo más de una vez. Y como tenemos que entrar en el sitio para muchas cosas más, es muy normal que se quede colgada, con la consiguiente desesperación del personal de Secretaría, que tiene que introducir en ella miles de datos de alumnos, y normalmente en un tiempo récord y en los momentos de más trabajo.

Otras veces no reconoce tu nombre de usuario y tu contraseña y, como los cajeros automáticos cuando introduces mal la clave, te impide la entrada hasta que una persona del equipo directivo de tu centro vuelve a autorizarte mediante manipulaciones que sólo ellos pueden hacer.

Por si no fuera suficiente con tener un número de registro personal, tienes que tener un nombre de usuario y una contraseña, que tienen que tener un número mínimo de caracteres y estar compuestas de cifras y letras. Todo sea por facilitarnos la vida.

Pues bien, aprovechando que estábamos de vacaciones de Navidad y nadie entraba en la página, decidieron anular todos los nombres de usuario (que cada cual había elegido), y decidir ellos por nosotros. A partir de ahora, nuestro nombre de usuario está compuesto por la primera letra de nuestro nombre, las tres primeras letras de nuestro primer apellido, las tres primeras letras de nuestro segundo apellido y las tres últimas cifras de nuestro carnet de identidad. Es decir que un enorme montón de gente puede saber sin mayor problema cuál es tu nombre de usuario. Éste ha dejado de ser algo privado y está al alcance de cualquier funcionario. La mayoría de la gente se encontró con la fascinante novedad a la vuelta de las vacaciones.

Por mi parte, la cosa podía haber sido peor pues ha quedado algo relativamente fácil de recordar como, por ejemplo, papelón200. Pero algunos compañeros se han encontrado con una secuencia de letras impronunciable y difícil de recordar y, aunque todo el mundo sabe su nombre y apellidos, hay que pararse un poco a pensar, porque algo como fhadcha428 no te sale espontáneamente y es fácil equivocarse al teclear una combinación de letras tan absurda.

Así que declaro solemnemente inaugurada la colección de batracios y reptiles (sapos y culebras para los que habláis lengua vulgar) con la mente preclara que tuvo esta genial idea y además aprovechó las vacaciones para ponerla en práctica.







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