viernes, 6 de septiembre de 2019

157. La Stupenda

Si, es muy raro que publique dos entradas en el mismo día, pero es que me acabo de enterar de que ha muerto Joan Sutherland. A la mayoría de la gente este nombre no le dirá nada. Era una señora australiana de 83 años que se retiró hace 20, pero fue la más grande cantante de ópera de la segunda mitad del siglo XX.
Con una técnica prodigiosa, se atrevió con todo. Al principio de su carrera se dedicó durante años a ópera barroca (Haendel, Purcell), pero de la misma forma bordaba una obra de Mozart, Verdi, Donizetti o Bellini. Nadie cantó como ella “Lucia di Lammermoor” y formando pareja con Alfredo Kraus en esta ópera no tuvieron rival durante 30 años. Y era capaz de abordar una obra de Puccini, aunque su voz no fuera la más adecuada para este autor, y hacerlo de forma magistral, a pesar de sus características.

Reconociendo que fue la Lucia perfecta, mi preferencia fue siempre su “Norma”. No tengo ni que oirla cantar esta ópera. Sólo pensar en cómo lo hacía ya me pone los vellos de punta.



Por suerte, crecí en una familia donde no era raro que sonara de fondo a menudo un disco de ópera. Mi abuelo se afeitaba (y como lo hacía a navaja tardaba un buen rato) oyendo “Cavalleria rusticana”. Por eso, desde muy joven tuve a mi alcance estupendas grabaciones y por eso, a pesar de que Sutherland se retiró cuando yo tenía 30 años, la he oído muchísimo. Tengo una fantástica grabación en vinilo de “Rigoletto”, donde canta con Pavarotti, Sherrill Milnes y Kiri te Kanawa que fue la responsable de que me fuera aficionando también a Verdi desde otras clases de ópera.



Habrá gente que se pregunte por qué, si fue tan genial como para que la llamaran “La Stupenda”, no oyó hablar nunca de ella y si de la Callas (1), por ejemplo. Es sencillo. Nunca fue habitual de las fiestas de la jet, no tuvo una vida escandalosa ni amantes multimillonarios. Sólo trabajo. Y cuando se retiró continuó dando clases magistrales y vinculada al mundo de la ópera de diversas formas. Nada de lucir por ahí su título de Dame (equivalente femenino de Sir) o dedicarse a alternar en ambientes que la hubieran recibido con los brazos abiertos.
Por una curiosa casualidad, esta mañana escribí un post con una de las últimas payasadas de Yoko Ono. Si esta mañana sentía vergüenza ajena al ver a una mujer tan mayor haciendo la idiota y a un puñado de imbéciles aplaudirla, ahora mismo, poniendo a su lado a “La Stupenda”, la caradura y vividora de la japonesa pierde incluso toda su dignidad personal.


Adiós a Dame Sutherland.



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(1) Es conocida la anécdota de que la Callas, oyendo cantar a Joan Sutherland, dijo varias veces: “esto no es bueno”. Cuando le preguntaron por qué le parecía que Sutherland no estaba cantando bien, dijo “esto no es bueno, es demasiado bueno”.

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