lunes, 9 de septiembre de 2019

185. Facilitando las denuncias a los valientes

Cada lunes, martes, miércoles y viernes laborables, a las 7’15 de la mañana, la que suscribe enciende un cigarrillo, más o menos en la esquina de las calles Torre y Cervantes. Sigue por Cervantes hasta doblar por San José hacia Ancha. Baja por la calle Ancha hasta el final, y recorre la calle Novena hasta llegar a la plaza del Palillero. Atraviesa la plaza y enfila la calle Montañés hasta la plaza de Candelaria.

Si va deprisa, el cigarrillo le dura más o menos hasta mitad de la calle Montañés. Si camina más despacio, se le termina un poco antes de llegar al Palillero.

Los jueves hace exactamente lo mismo, pero a las 9’15 de la mañana.

Todo esto es por si hay quien piensa que la ley anti-tabaco es demasiado blanda, y que nos deberían enviar a algún centro de reeducación. Aprovechando que en algunas comunidades se pueden hacer denuncias anónimas, ya ni siquiera hay que tener la valentía de dar la cara o poner su nombre en un papel. Os lo pongo fácil.

Tan fácil como constatar ya sin género de dudas que Pajín es subnormal profunda, como se desprende de la última perla que ha soltado: “El Gobierno no prohíbe fumar, se limita a proteger a los que no fuman”. Me gustaría contar cuántas veces aparece en el texto de la ley las palabras “prohíbe”, “prohibido” y “prohibición”, pero me da mucha pereza.

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