miércoles, 11 de septiembre de 2019

224. Un difunto muy ajetreado

Dante, el gran poeta autor de La Divina Comedia, tuvo también un papel destacado en la política de su tiempo. Como muchos florentinos, se vio involucrado en las luchas entre güelfos y gibelinos, y en 1300 fue elegido como uno de los seis magistrados más importantes de Florencia y nombrado embajador en San Gimignano. Dante pertenecía a los güelfos y, dentro de ellos, a la facción de los güelfos blancos. Enviado a Roma como jefe de una delegación para proponer un tratado de paz, las cosas se le complicaron.

Resumiendo mucho porque no es el tema de esta entrada, cuando en 1301 el hermano del rey de Francia entró en Florencia con los güelfos negros los enemigos de Dante se hicieron con el poder y condenaron al poeta a dos años de exilio y a pagar una gran suma de dinero. Como Dante no podía pagar esa cantidad, se le condenó al exilio perpetuo.

Mientras su esposa permanecía en Florencia para evitar la confiscación de los bienes familiares, Dante vivió en distintos lugares: Verona, Sarzana, Lucca y otra vez Verona. Se dice, aunque sin pruebas, que viajó también a París y a Oxford.

Posteriormente se le permitiría volver a Florencia, aunque en unas condiciones vergonzosas e indignas, por lo que Dante prefirió permanecer exiliado y juró que nunca volvería a su ciudad, ni vivo ni muerto. Finalmente, fue invitado a residir en Ravena y allí murió en 1321. Fue enterrado en la iglesia de San Francisco de Asís, y 162 años después sus restos trasladados a una tumba mejor.

Los florentinos acabaron arrepintiéndose de no tener allí la tumba de tan ilustre conciudadano. Unos años después los florentinos reclamaron a Ravena los restos de su paisano, pero se los negaron. En la Santa Croce se muestra lo que parece ser la tumba de Dante, pero es un cenotafio, una tumba vacía.

Cenotafio de Dante en Florencia



Pasaron doscientos años y se consiguió del papa León X la orden de la apertura de la tumba. Pero cuando ésta fue abierta, estaba vacía. Los franciscanos, conociendo la voluntad de Dante de no volver nunca a Florencia, lo habían trasladado a escondidas a otra tumba, y los florentinos se quedaron con las ganas. Tuvieron que pasar varios siglos para que la verdadera tumba fuera localizada. En ella estaba también una carta de un prior franciscano que confesaba que los restos habían sido ocultados para esquivar la orden del papa. Cuando se descubrió todo, los restos fueron a un sepulcro que aún puede visitarse en Ravena.

Tumba de Dante en Ravena


En 1865, cuando se cumplía el sexto centenario del nacimiento de Dante, se abrió la tumba para reconocer los restos. Sólo quedaba polvo y unas diminutas esquirlas de hueso. Una porción de esas cenizas fueron recogidas en dos sobres por Gian Battista Gitiliani y el escultor Enrico Pazzi. El primero de ellos regaló su parte al director de la Biblioteca Nacional de Florencia, donde el sobrecito acabó perdiéndose entre cinco millones de volúmenes.

A partir de este momento tenemos dos versiones diferentes del desenlace de la historia. Según una versión, el sobre de la Biblioteca Nacional de Florencia nunca más ha aparecido. Al mismo tiempo, la porción de cenizas que correspondió a Enrico Pazzi fue a parar a su amante y ésta acudió a un joyero del Ponte Vecchio para que le hiciera uno de los broches-relicarios donde se conservaban restos de personas queridas, como mechones de pelo. El broche, con el tiempo, fue a manos del senador del reino Alessandro Di Ancona, quien lo regaló a la Biblioteca del Senado en Roma. Allí, en un habitación oscura, ha quedado durante tanto tiempo enterrada la reliquia de Dante. Sin embargo, Bonadonna Russo, responsable de la biblioteca, ha confesado que dichas cenizas o polvo no han sido nunca auntentificadas, así que creer que el contenido del broche son cenizas de Dante es un acto de fe.



La otra versión es prácticamente la contraria. Según ésta, de las cenizas que se quedó Enrico Pazzi no se volvió a saber nada. Ni dama misteriosa, ni broche, ni presencia del mismo en Roma. Por otro lado, las cenizas que habían sido depositadas en la Biblioteca Nacional de Florencia habrían sido halladas casualmente en 1999 por dos empleados que ordenaban libros de viajes del siglo XVII. El sobre estaba protegido entre dos cristales y con la autentificación de un notario como que aquello era parte de Dante.

Por lo tanto, tenemos la tumba oficial en Ravena, un sepulcro vacío en la Santa Croce de Florencia y, según la versión que tomemos de la historia de las cenizas robadas, una pequeña porción de las mismas en la Biblioteca Nacional de Florencia o en la Biblioteca del Senado de Roma. A elegir.



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