jueves, 5 de septiembre de 2019

142. ¿Cameron?

El otro día era testigo de una conversación sobre Avatar, conversación en la que no intervine porque no he ido a ver la película, aunque he leído prácticamente todas las críticas que se han escrito sobre ella, así que más o menos tengo una aproximación de opinión. Pero el caso es que no voy a escribir sobre Avatar, sino sobre que en un momento de esa conversación una persona dijo algo así como: “Pues es el mismo director de Titanic”. Como si Titanic fuera la película mejor de la historia del cine, o por lo menos estuviera entre las diez mejores.

Como Titanic sí la he visto, y además han pasado 12 años y tengo suficiente perspectiva para opinar, calmados ya los histerismos adolescentes que suscitó, pues de ella voy a opinar.

En primer lugar, la historia de los protagonistas me parece sumamente simplona y nada creíble. Que a una jaca como Kate Winslet le guste un niñato de aspecto feminoide como Leonardo di Caprio me parece altamente improbable. Para mí la elección del protagonista fue un error aunque, claro, estarían pensando más bien en todas las adolescentes a las que gustaba (y siguen gustando) los ídolillos de rasgos afeminados. Es cierto que el novio de la protagonista era repulsivo, pues a esa boca de Billy Zane, que siempre me hace pensar que cuando te dé un beso debe ser la misma sensación que si te plantaran una ventosa en el morro, hay que unir las cejas depiladas que lucía en esa película. Entiendo que la chica, ante un panorama tan desagradable, se buscara otro con el que darse una alegría, pero no una nenaza. En ese contexto entiendo mejor que no tuviera problema en despelotarse en el sofá ante un fulano que acababa de conocer. Debía ser como despelotarte delante de tu prima la del pueblo.

¿Era previsible para los managers y productores que Leonardo di Caprio, al cumplir años, evolucionara hacia un aspecto mas “de tío”? Para mí no. Desde el principio tuve claro que ese muchacho nunca tendría un aspecto muy masculino. Y el tiempo me ha dado la razón. Además de ponerse fondón, ahora sólo parece la mujer barbuda. Eso sí, con esa barbita paupérrima y rala ninguna chica entraría en depresión. Es de las que con tres sesiones de fotodepilación desaparece para siempre. Además, hay que sumar que da la impresión de que con el tiempo se ha ido abriendo paso algún cromosoma de algún bisabuelo chino que tuviera el chaval. En fin, podían haber escogido a otro actor desconocido para lanzarlo a la fama, y ahora tendríamos en las pantallas a otro fulano que nos alegrara las pajarillas.

Por otra parte, Titanic ostenta el dudoso honor de figurar con el número 16 en el puesto de las películas que cuentan con más errores en la historia del cine: 204. Me refiero a errores de continuidad, errores de cosas que no deberían aparecer en la película porque no se habían inventado, errores de que se cuelan en la pantalla piezas o miembros del equipo y esas cosas. Como Cameron ejerció también de productor y montador en esta película, a él y no a otro le corresponden también las collejas por todo lo que he comentado.

Ya sabemos que los Oscar no son una guía infalible para garantizar la calidad de una película, pero estos me parecen los 11 Oscars más inmerecidos de la historia del cine. Y sobre todo, ¿por qué cree necesario Cameron recurrir siempre al mismo gancho para promocionar una película? La frase publicitaria de Titanic era “La película más cara de la historia del cine”. Y con Avatar, lo mismo. Como si el dinero gastado fuera garantía de calidad. Porque calidad no es lo que le sobra a Cameron. Sus otras películas (que por otra parte no son tantas ni tan buenas) tampoco son como para enorgullecerse de una carrera: Terminator, Terminator 2, Aliens, el regreso, Mentiras arriesgadas, The abyss, Pirañas 2, unos cuantos documentales y una serie de televisión (Dark Angel).

En resumen, una nota a pie de página en la historia del cine.

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