lunes, 9 de septiembre de 2019

186. Los rojos no usaban sombrero

A Rodríguez, como es un indigente intelectual, resulta muy fácil engañarlo, lo mismo que después de la guerra la gente se dejó engañar borreguilmente por la publicidad de los sombrereros, que aseguraban que “los rojos no usaban sombrero”. Y todo el mundo, temeroso de esas denuncias anónimas que tenían detrás exclusivamente venganzas personales, revanchas y planes para apropiarse de los bienes de otros (uy, no, las denuncias anónimas son una cosa democrática y por nuestro bien, Pajín dixit), se compraban una docena de sombreros, si era necesario, aunque tuvieran que dejar de comer. Lo importante era no darle facilidades al que pudiera tener un motivo para odiarnos.

Aquellos pobre semianalfabetos estaban disculpados, porque no tenían la sobredosis de información e imágenes que tenemos actualmente. Si hubieran tenido Google a mano en un minuto hubieran visto docenas de fotos de Stalin, Lenin, Trotsky o el Ché con la cabeza cubierta.

Pero Rodríguez no tiene disculpa cuando se ha creído eso de que fumar y beber es de fachas. En un discurso ante el Comité Federal del PSOE, el 3 de septiembre de 2005, afirmó sin pestañear siquiera: “Disuadir del consumo del alcohol y el tabaco es de izquierdas”. Y por eso desde entonces se esconde para beber y fumar.

Porque, sí señores, Rodríguez fuma y bebe alcohol. Y además lo hace en lugares de trabajo, durante su jornada de trabajo y delante de otros trabajadores, cuyos derechos como fumadores pasivos no respeta. Mas fue el primero que se chivó, contando que durante la negociación del Estatut se habían fumado hasta las hojas de los geranios. Pero en el 2009, ya con la anterior Ley del Tabaco en vigor, trabajadores de La Moncloa comentaron que el nerviosismo de Rodríguez por cómo iban poniéndose de feas las cosas le había hecho aumentar mucho el consumo de cigarrillos.

También fuma en los aviones, concretamente en el avión de la Fuerza Aérea Española que usa para sus desplazamientos incluso cuando va a Londres de compra con Sonso y las niñas. Así lo cuenta en su libro “Viajando con ZP” (2007, editorial Debate) el periodista Javier Valenzuela. Qué suerte, los ciudadanos de segunda que no viajamos en aviones privados ni oficiales hace ya años que no podemos fumar en los aviones.

Venga, Rodríguez, por si eres tan lerdo delante de un ordenador como lo eres para otras cosas, te lo voy a poner facilito. Aquí tienes un par de imágenes de señores de izquierdas fumando: En la foto de grupo aparece Stalin, aunque es difícil de reconocer porque está más joven que en las imágenes que estamos acostumbrados a ver de él. Está de pie al fondo y lleva sombrero negro. Uy, ahora que lo pienso, son rojos y ambos llevan sombrero. ¿Ves, Rodríguez, como no hay que creerse todo lo que a uno le digan? Con lo fácil que es investigar un poquito.

Y ahora te voy a contar una cosa que SÍ es muy de izquierdas, y no de la izquierda de ahora, que no es ni chicha ni limoná, sino de la de verdad.

Por ejemplo, “la homosexualidad es un vicio burgués y una perversión fascista” (Stalin dixit).

Para Engels (El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado), la homosexualidad resultaba “abominable” y “despreciable”. Además, era una “monstruosidad moral”.

Para Marx, la alteración de las relaciones humanas fuera de la pareja monógama era una aberración, (…) “la relación de un hombre con una mujer es la relación más natural de un ser humano con un ser humano”. Es más, llamaba “estúpidos maricones” a los autores que defendían el amor libre.

Gorki, en su artículo “Humanismo proletario”, argumentaba: “En los países fascistas, la homosexualidad, azote de la juventud, florece sin el menor castigo; en el país donde el proletariado ha alcanzado el poder social, la homosexualidad ha sido declarada un delito social y es severamente castigada. En Alemania ya existe un lema que dice: Erradicando a los homosexuales, desaparece el fascismo”.

En marzo de 1934, se introdujo una nueva ley en la URSS, resultado de la intervención directa de Stalin, en el código penal: los actos homosexuales fueron castigados con hasta ocho años de cárcel. La prensa soviética emprendió una campaña contra la homosexualidad, que calificó de signo de degeneración humana. Se identificaba homosexualidad y pederastia: “En el proceso de liquidar recientemente un contubernio de pederastas con sede en Moscú y Leningrado, el OGPU [la policía secreta] ha descubierto la existencia de salones y tugurios en los que se han celebrado orgías (…) los pederastas han pervertido a jóvenes perfectamente sanos, a hombres del Ejército Rojo, de la Marina, a estudiantes. No disponemos de una ley que nos permita enjuiciar criminalmente a los pederastas (…) Yo consideraría esencial en esta cuestión la aprobación de una ley adecuada, que dé a la pederastia la categoría de crimen. De ese modo se procederá a una exhaustiva limpieza de la sociedad…” (Informe realizado por Yagoda en 1933: Donald Rayfield, Stalin y los verdugos, Taurus, Madrid, 2003).

En Alemania, August Bebel, autor de la obra más leída por los militantes socialistas del SPD, La mujer bajo el socialismo, aseguraba que “el crimen contra natura” era patrimonio de las clases altas y burguesas, en su degeneración. El Münchner Post, diario del SPD, había publicado una serie de artículos, bajo el genérico título de “Nacional Socialismo y Homosexualidad”, entre los que incluían trabajos como “Hermandad de Mariquitas en la Casa Parda” (en referencia a la sede del Partido Nazi en Múnich). El 14 de abril de 1931 acusaba a la cúpula de las SA de ser homosexual; y nueve días más tarde, a Röhm, de pagar prostitutos. La también socialista Rheinische Zeitung advertía a los padres de que tuvieran cuidado con poner a sus hijos en manos de los homosexuales de la Hitlerjugend.

Los homosexuales sufrieron persecución pública, segregación social, castigos físicos y cárcel durante y después de la Revolución Cultural en China, como parte de la purga lanzada a nivel nacional por Mao contra todos los “elementos contrarrevolucionarios”. El gobierno comunista los calificó públicamente de “enfermos mentales”, situación que perduró hasta 2001, y los confinó en centros de detención y campamentos de reeducación.

El mismo Fidel Castro ha asumido recientemente su culpa por la persecución de homosexuales en Cuba. Poco después de triunfar la revolución cubana, el Gobierno envió a los homosexuales a campos de trabajos forzados.

Y ya en España, no hay que olvidar a Tierno Galván, que, en una famosa entrevista de Interviú en enero de 1977, cuando era líder del PSP, al ser preguntado por la homosexualidad, respondió definiéndola como algo indeseable, “una desviación del instinto”. Añadió: “No creo que se les deba castigar. Pero no soy partidario de conceder libertad ni de hacer propaganda del homosexualismo. Hay que poner límites a este tipo de desviaciones”.

Aaaay, Rodríguez, que entre unas cosas y otras cada vez pareces más facha.

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