domingo, 8 de septiembre de 2019

170. Emético

“Emético” es un término médico que significa “vomitivo, que provoca el vómito”. Ignoro cuántos productos eméticos existen, naturales o fabricados, pero lo que está claro es que actualmente todos sobran. Basta con leer unos cuantos periódicos, acudir a una hemeroteca para contrastar lo que hemos leído hoy con hechos y dichos del pasado (con frecuencia de los mismos protagonistas que los actuales) y, para poner la guinda, ver un par de telediarios. Vómito asegurado.


Nuestra ministra de Asuntos Exteriores viaja a Bolivia (ignoro la necesidad de tal viaje). Dejemos el dato aparcado un momento, que en seguida lo retomaremos.

Los Obama viajan a Indonesia y él (tan demócrata y tan moderno) y ella (tan glamourosa y tan “elegante”) (1) tiran por tierra toda esa imagen al aparecer de esta guisa, para no ofender al musulmán con la imagen de una mujer con la cabeza descubierta. Igualito que hizo Ana Palacio (2) cuando el iraní Jatamí vino a España y ella, ministra de Exteriores en su propio país, se veló la cabeza y se abstuvo de darle la mano, no fuera a ser que al iraní le diera asco. En este tema quisiera volver a romper una lanza por una señora que, ante un viaje semejante al de los Obama, tuvo el valor y los ovarios de pasearse por Arabia Saudí en visita oficial llevando la cabeza descubierta en todo momento y vistiendo, no sólo faldas que allí son consideradas pecaminosas, por lo cortas, sino incluso pantalones. Cuando la reina Sofía hizo ese gesto fue con toda intención, ya que en sus apariciones públicas y en actos oficiales jamás usa pantalones, por lo que la elección de dicha prenda durante su visita a Arabia Saudí en 2006 fue un hecho calculado para dejar clara su postura ante el tema. Claro que ella probablemente no sintiera que los árabes le estaban haciendo un favor con permitir su visita, sino todo lo contrario. Cuestión de autoestima y dignidad.

Leo que el reciente accidente en Chile de los 33 mineros ha sido manipulado por los políticos hasta el hastío, y no me extraña nada. Estos individuos son capaces de convertir cualquier tragedia en una oportunidad de lucirse, de acaparar titulares, de rentabilizarla en apariciones mediáticas. El flamante presidente Piñera, que convirtió el acontecimiento en una especie de loa gloriosa a la capacidad del país en la gestión de tales catástrofes, olvida, cada vez que se habla del asunto, mencionar dos temas: que no ha sido un triunfo de Chile, sino de muchos países que colaboraron con los medios y las personas necesarias (3) y que lo único que ha puesto Chile en todo este asunto es dar ocasión a que el accidente ocurra, con una legislación que favorece tragedias como ésta. Porque no le he oído mencionar en ningún momento que cuando él era senador se opuso a que se actualizara una legislación que tiene más de un siglo de antigüedad con el fin de incrementar la seguridad en las minas. Sí, fue él mismo quien se opuso. Por supuesto, a los pocos días del accidente prometió que esa legislación sería revisada y cambiada. Ahora que todo está resuelto, podemos olvidarnos de tal promesa.

El tal Piñera llamó héroes a los mineros, cuando a los pobres no les correspondía estrictamente tal calificativo. En todo caso, víctimas. Héroes fueron los que se jugaron la vida perforando y probando las jaulas en las que los sacaron. Pero ¿y lo bien que queda? Me recuerda a nuestro presidente Rodríguez elevando a la categoría de héroes a los integrantes de la selección española de fútbol después del Mundial. Hay que ver qué bien le vino ese triunfo. Le permitió unos días de respiro mientras se hablaba de fútbol y no de otras cosas más graves que estaban pasando en España. Estos políticos tienen la suerte de que cada poco hay un deportista que permite al prestidigitador de turno distraer la vista del espectador convenientemente a un acontecimiento gracias al cual todos nos sentimos felices y afortunados. Es posible que dentro de unos días un triunfo de Alonso permita que la prensa deje de ocuparse de la actuación de España con el Sahara, la enésima bajada de pantalones ante Marruecos, los patazos de González y Jaúregui ante los micrófonos en los últimos días, etc.

La prensa también tiene lo suyo. Mientras esto ocurría, otros mineros morían en otros puntos de Chile. En lo que llevamos de año, 33 muertos, el mismo número que el de los sepultados vivos. Algunos murieron en el intervalo entre el accidente y el rescate, pero ningún periodista se acercó a esas minas para hacer entrevistas a la familia o tomar imágenes. Esos muertos no eran tan rentables desde el punto de vista periodístico. Parece increíble, pero hace ya 59 años Billy Wilder hizo una película que parece una premonición de lo de Chile. En “El gran carnaval” (1951) un periodista sin una noticia que llevarse a la boca se entera de que un hombre ha quedado sepultado bajo tierra. Sus entrevistas en exclusiva empiezan a hacerlo conocido y comienza a convertir aquello en un circo, en su propio beneficio, llegando a poner en peligro la vida del sepultado retrasando su rescate con el fin de exprimir la noticia lo más posible. ¡Dios mío, qué pesadilla! Esto parece un bucle.

Porque recordemos que el presidente de Bolivia acudió a la boca de la mina de Chile, a sacar su correspondiente tajada política del asunto, a garantizarse unas cuantas fotos en los periódicos y unos segundos de imágenes en los noticiarios de televisión. Entre aquellos 33 hombres había uno boliviano. Y allí acudió Morales, a ofrecerle que volviera a Bolivia y a prometerle trabajo, casa y no sé cuántas cosas más. Cuando el minero boliviano volvió a su país después del rescate, el presidente le hizo el honor de invitarlo a almorzar. Supongo que a estas alturas, amortizada la foto, se habrá olvidado de él.

 Evidentemente, de quien no se acuerda Morales es de Abigail Canaviri, una niña boliviana de 14 años que desde los 12 trabaja en una de las minas más peligrosas del mundo, en Potosí, en unas condiciones que helarían la sangre a un psicópata: jornadas nocturnas de 12 ó 14 horas, empujando ella sola una vagoneta cargada con más de 300 kilos de mineral, respirando un aire cargado de sílice, asbesto y arsénico que la matará más pronto que tarde. Minas con las vigas podridas porque hace décadas que no se cambian; sin sistemas de ventilación porque se estropearon y nunca se repararon; con continuos derrumbes por la perforación indiscriminada de galerías sin técnicos que planifiquen ni asesoren. Y todo ello por un salario de 2 euros, cuatro veces menos de lo que gana un adulto por el mismo trabajo. Como ella, unos 13.000 niños trabajan en las minas de Bolivia en unas condiciones mucho peores que las de hace 100 años. Su historia es una película de terror. Pero Morales no se entera de los problemas de esos hermanos indígenas. Lo importante es extraer de Cerro Rico tres millones de kilos de rocas al día para obtener estaño, cinc y plata.

Y el bucle se cierra, porque allí en Bolivia está Trini, la colega de aquella que se puso un pañuelo en la cabeza para que un iraní no se sintiera ofendido en España. No se sabe para qué está allí, pero probablente, lo mismo que Palacios no quiso ofender a Jatamí, Jiménez no quiera ofender a Morales recordándole que en Bolivia pasan esas cosas.

En resumen, vomitivo.

(1) Entrecomillo lo de elegante porque afirmo que no lo es, sino precisamente lo contrario: una cateta mal vestida. Claro que yo no soy una persona asociada al mundo de la moda que tengo que babosear ante los podesrosos para asegurarme mi sueldo.

(2) Otra ministra de Exteriores, como Trini. Poco a poco esto se va convirtiendo en una tela de araña.

(3) Desde la colaboración de la NASA hasta la llegada desde Austria de las perforadoras necesarias.

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