lunes, 2 de septiembre de 2019

97. Un, dos tres......¡blog!

Hace justo tres años que empecé a escribir mi primer blog. Y con la osadía y la inconsciencia del novato, lo hice con mucho atrevimiento cuando sólo llevaba tres o cuatro días leyendo los blogs de otros. Fue durante un puente de la Inmaculada, por eso lo recuerdo, porque mis primeras entradas y muchas otras se perdieron en un repente que me dio de pronto de borrar el blog y que me duró menos de un mes. Desgraciadamente, cuando me arrepentí no pude recuperar algunas de las mejores entradas, las más divertidas y comentadas.

¿Por qué lo hice (empezar, no borrarlo)? Fue una mezcla de “si tanta gente puede hacerlo, ¿por que no yo igual o mejor?” y de válvula de escape. Los que no me conocen personalmente pueden pensar, leyendo este blog, que soy una amargada que va siempre quejándose de todo (fundamentalmente de políticos) y una impertinente. A lo mejor porque tengo por donde dar salida a toda esa mala leche es por lo que en realidad doy una impresión bastante contraria. Optimista, con una sonrisa casi siempre en la boca, creo que este blog me ha quitado muchas arrugas pues es el sustitutivo de un ceño fruncido más de lo habitual. Se puede decir que en parte voy por ahí sin echar llamaradas por los ojos y sapos y culebras por la boca, gracias a este blog, recipiente inmutable de mis quejas, mis salidas de tono, mis malhumores, mis insultos y mis pérdidas de paciencia.

Tampoco es que sea lo contrario. En un comentario al post anterior, Ricardo me decía que se me notaba la alegría de vivir. Aunque he tenido bajones y momentos aún peores, ahora mismo entiendo que la vida no es una alegría. No voy por ahí encantada de haberme conocido, mi habilidad (si así se puede definir) reside más en el sarcasmo y la ironía que en provocar la carcajada. No soy el alma de las fiestas y las reuniones y los que me conocen no me definirían por el sentido del humor, en primera instancia. Tampoco definiría la vida como una desgracia que me ha tocado, sino como algo bastante aburrido a lo que cuesta trabajo sacarle el partido que compense lo que nos esforzamos en todo. Solamente eso, y nada menos que eso, aburrida.

Siento que llegada hasta aquí, necesito un cambio grande. Mi mayor sueño no es que me tocara el gordo de Navidad, sino poder darle un giro de 180º a mi vida. De pronto cambiar de ciudad, de trabajo, de amistades… de todo, y poder empezar casi de cero. De todas formas, tampoco es un deseo tan imposible. Hay cosas mucho más difíciles y las creemos perfectamente posibles. Es más, confiamos en que ocurran. Todas los años casi todos compramos algo de lotería de Navidad pensando en que nos puede tocar, y según las estadísticas hay muchas más probabilidades de que nos mate un rayo que de que nos toque la Primitiva. Y a pesar de todo seguimos. ¡Quien sabe! A lo mejor mi vida da un giro espectacular y puedo contaros aquí un montón de experiencias nuevas. Mientras tanto, no esperéis algo muy diferente de lo de los últimos tres años.

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