jueves, 5 de septiembre de 2019

135. Que no se enteran

Parece mentira que con las facilidades con las que contamos para informarnos bien sobre cualquier tema, la gente parezca estar más desinformada e ignorante que nunca.

Desde hace varios días leo noticias en las que se cuenta cómo se está proponiendo Internet como candidato al próximo premio Nobel de la Paz. Desde luego, hace ya muuuchos años que ni los que proponen candidatos ni los que los eligen tienen ni idea de las condiciones que debe reunir el ganador de este premio. Pero ahí está, todo claro y diáfano, en el testamento de Alfred Nobel, que podemos encontrar con toda facilidad.  El premio Nobel de la Paz será para “la persona que haya trabajado más o mejor en favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos existentes y la celebración y promoción de procesos de paz.” Sólo eso. Y ni más ni menos.

Por ejemplo, se ha criticado bastante la concesión del Nobel de la Paz a Kissinger. Pero resulta que fue el representante de los Estados Unidos en las negociaciones para poner fin a la guerra de Vietnam y en enero de 1973 logró un acuerdo para establecer un alto el fuego. Y a fines de 1975 negoció un acuerdo de retirada entre Israel y Egipto. Por lo tanto, independientemente de que en su curriculum, público y oculto, pueda haber otras cosas, cumplía perfectamente las condiciones establecidas por Nobel para el Premio de la Paz. Sin embargo, irreprochables personas e instituciones que lo han obtenido, como Teresa de Calcuta o Médicos sin Fronteras, no entrarían dentro de esas condiciones.

Es decir, no es un premio al buen rollito, ni tampoco a las buenas intenciones, ni a las causas humanitarias, ni siquiera al más puro altruísmo. Es lo que es. Y si alguien quiere que se otorgue un premio de esas características, que se rasque el bolsillo y lo pague. Me parece estupendo. Pero si la voluntad de Alfred Nobel fue otorgar un premio con esas condiciones, hay que respetarlo. Nadie es quien para modificarlas.

No me extraña que Obama se sintiera extrañado de recibirlo. Si tantos premios Nobel de la Paz han resultado raros e incluso indignantes, el último sigue en esa línea. Recordemos que el sobrevalorado presidente de EEUU sigue aumentando sus efectivos militares en Afganistán, que no ha tomado ninguna iniciativa para abolir la pena de muerte en su país o limitar la posesión de armas de fuego en cualquier casa estadounidense, y que ha presentado unos presupuestos para 2010 que incluyen un aumento en los gastos militares del 4% respecto al del año anterior, con un presupuesto de 533.000 millones de dólares para el Departamento de Defensa. Vamos, que Alfred Nobel debe estar revolviéndose en su tumba.

Por idénticos motivos, resulta de estúpidos e ignorantes pedir el premio Nobel de la Paz para internet, que me parece un invento maravilloso, sin el cual probablemente ya mi vida no sería la misma, pero que no tiene nada que ver con el tema.

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