Lo que hoy voy a comentar no es nuevo ni original, pero mi vaso acaba de rebosar. Hace un rato, cuando estaba en esa situación entre “me despierto o sigo durmiendo” en el sofá de casa, con el televisor encendido como run run adormecedor, uno de los programas de la tarde de no sé qué cadena (ya digo que no estaba plenamente consciente) ha dedicado parte de su tiempo a un interesantísimo reportaje que consistía en enseñarnos unas imágenes sobre Nuria Bermúdez sacando las bolsas de basura de su casa al contenedor de la acera.
Por si éramos tan torpes que no reconocíamos bien la trascendencia del momento, una voz en off narraba todos los pormenores: “Ahora a Nuria se le cae algo al suelo”; “ahora a Nuria, al agacharse a recogerlo, se le resbalan las gafas de sol”; “ahora Nuria decide, para mayor comodidad, dejar su bolso sobre la tapa de un contenedor mientras deposita la bolsa de basura en el otro”. Eso era todo.
Dicen que las cadenas programan lo que a la gente le gusta ver. Y mi reflexión es que lo importante no es si eso es verdad o no. Parto de la base de que hay personas para las que esas imágenes y comentarios son mínimamente interesantes, porque estoy segura de que no se produjo en ese momento un apagón generalizado de todos los televisores que tenían sintonizada esa cadena. Y, en ese caso, me pregunto (y por ahí debería ir el debate), ¿deberíamos internar a esa gente en centros especiales? ¿Deberíamos permitirles que se reproduzcan y sigan trasmitiendo esos genes defectuosos? ¿Deberíamos permitirles que tengan determinados trabajos y profesiones dado que en sus manos a veces están partes importantes de nuestras vidas? ¿Están esas personas capacitadas para manejar mis cuentas bancarias, para manejar el programa que gestiona mi nómina, para cocinar sin peligro para mi integridad física la tapita que me tomo en un bar, para ponerme una inyección, para llevar a nuestros niños al colegio? ¿Deberíamos permitir que esas personas conduzcan un coche a unos pocos pasos de nosotros?
Resulta que estábamos muy preocupados porque las armas nucleares pueden estar en manos de unos cuantos chalados, y sin embargo el peligro está mucho más cercano: no nos preocupamos porque cada detalle de nuestras vidas esté en manos de una persona que pueda considerar interesante o esclarecedor ver cómo Nuria Bermúdez saca la basura de su casa y la echa a un contenedor.
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