martes, 3 de septiembre de 2019

116. El declive

Debe ser muy duro que cuando alguien se cree el centro del mundo (el no va más en belleza, talento, bondad y todo el resto) durante un tiempo, y prácticamente vive del fanatismo que despierta en otros, compruebe que todo pasa, se agota o, por lo menos, aburre. Es lo que le está pasando a la super pareja, o sea, a Santa Jolie y a Pitt el Magnífico.

Él no ha podido dejar de darse cuenta de que su declive físico ha comenzado (1), y el único arreglo que cabe es todavía peor: ir convirtiéndose en un muñeco de plástico por mor de la cirugía y diversos productos, hasta llegar a un final patético. Por eso ha anunciado una semi-retirada, eso sí, disfrazada de la intención de dedicarse a cuidar de su colección de niños. Para troncharse de la risa, vamos.

Ella, independientemente de que la taquilla la respalde o no, ha tenido que acusar los golpes de la crítica a sus últimas interpretaciones (2), y también ha debido llegar a sus oídos, a pesar de no mezclarse con la plebe, que la gente ya se toma a cachondeo sus ínfulas de santa y perfecta, porque no todos son idiotas y terminan dándose cuenta de que existe algo llamado incoherencia, que es cuando no coincide lo que digo, lo que hago y lo que pienso.

Por eso, porque ya les cuesta más estar en el candelero por sí mismos, para poder seguir estando en los titulares, han vuelto a lo que saben hacer muy bien: explotar a sus hijos como una Belén Esteban cualquiera. Porque los explotan, aunque de una manera más disimulada que la barriobajera madre de la hija de Jesulín. Una pareja que cobra 15 y 20 millones de dólares, respectivamente, por película, no tiene necesidad de ofrecer a las revistas fotos en exclusiva de sus hijos recién nacidos a cambio de una pasta (4 millones de dólares por la primera niña y 14 millones por los gemelos), por mucho que gasten en obras de “caridad”, que no son tales, pues son solamente las migajas que caen de su mesa. Jolie y Pitt no son una pareja, son un negocio, sobre todo para ellos mismos.

Volviendo al tema de la explotación infantil, y a falta de nuevos partos o adopciones que vender a las revistas, acaban de informarnos de que su hija de tres años, la primera biológica, sí, esa a la que le hicieron el “regalo” de renunciar a la nacionalidad estadounidense y quedarse con la de Namibia, muestra ya unas dotes tan extraordinarias para la interpretación que están entre fascinados, asustados y atónitos. Por ello han decidido que esa criaturita va a empezar ya a recibir clases de arte dramático. De entrada, esas extraordinarias facultades se concretan exclusivamente, a día de hoy, en que la niña, con su media lengua, dice que quiere hacer lo mismo que papá y mamá, y que se pasa mucho tiempo mirándose al espejo. Vamos, lo mismo que han dicho y hecho millones de niñas antes y ahora, sin que se les tomara mucho en serio y sin que se viera en ello una especie de señal divina.

Como les es muy difícil resistirse a seguir representando el papel de santos, aclaran que no les gusta nada, pero que están dispuestos a cualquier sacrificio con tal de que sus hijos hagan en la vida lo que les guste.

Me da mucha pena esa niña, metida ya desde los tres añitos en los planes de sus padres para que éstos no pierdan su presencia en los papeles. Condenada, sólo por soltar la típica chorrada infantil de la que al poco tiempo ni te acuerdas, a convertirse en vaya usted a saber qué.


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(1) “Creo que la actuación y la interpretación es para chicos más jóvenes. Hay menos papeles para gente mayor, y todos nos hacemos mayores“, ha dicho el mozo para justificarse. Bueno, gente como Paul Newman, Peter O’Toole, John Gielgud, Morgan Freeman o Lawrence Olivier, por citar sólo a unos pocos entre cientos, actuaron hasta bien entrados en la vejez. Debe ser que Pitt se siente capaz de hacer sólo papeles de jovenzuelo y no otros que requieren algo más que el gancho de la juventud. No es que falten papeles para gente mayor, como Clint Eastwood, que no fue guapo ni siquiera de joven, ha demostrado. Lo que pasa es que a partir de que uno va acercándose ya a los 50 tiene que ofrecer algo más que una cara sin arrugas y unos musculitos impecables.

(2) El intercambio: “Interpretación fría”, “no está a la altura”. Wanted: “Lo único bueno que tiene esta chorrada es el culo que enseña Angelina Jolie”

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