Comprendo que resulto rarita en muchas cosas, pero al parecer me llevo la palma en una de elllas. Al menos, todavía no he encontrado una sola persona que comparta mi opinión en este asunto. ¿Seré un ejemplar único en el mundo? Si es así, me hace hasta ilusión.
Hay dos objetos por los que muchísima gente siente verdadera pasión: los relojes y los teléfonos móviles. No porque les atraiga el funcionamiento, la tecnología y ese tipo de cosas, sino porque son capaces de verlos preciosos, ven belleza en ellos.
Es algo que nunca he sido capaz de comprender. Puedo comprender la utilidad de un reloj, aunque yo no lo use, y la de un teléfono móvil, aunque la mayoría del uso que se le da es totalmente supérfluo e innecesario. Pero no me entra en la cabeza que los consideren OBJETOS BELLOS.
Me parecen dos artefactos feísimos, incluso en el mejor de los casos. Si me ofrecen un Rolex Lady-Datejust Pearlmaster por 50 euros, lo rechazaría, lo juro. El hecho de que el modelo aludido lleve piedras preciosas, oro y demás no influye. Tampoco me gusta un reloj de plástico, de acero o de cualquier otro material.
Y cuando en una tienda de móviles veo a alguna persona embobada ante determinado modelo de teléfono móvil, mis neuronas hacen cortocircuito.
Afortunadamente para las empresas que fabrican estos objetos no debe haber muchos seres como yo.
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